19. Traición

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Bree miró con suavidad a Lea, esa suavidad que la caracterizaba, esos ojos que decían sigue, pero de una manera lenta y precisa, sin prisas.

—...entonces dije, el color verde es mi favorito, hoy usaré esto, pero no es mi cosa favorita, yo nunca uso ropa tan... ajustada.

—¿Por qué?— preguntó Bree, sabiendo la respuesta aún sin antes haberla escuchado antes, Lea se sentía acomplejada con su cuerpo.

—Porque... bueno... no me siento lo bastante guapa como para usar ombligueras, ¿sabes? Solo mírame estoy muy delgada y no tengo busto y...

—Lea— Bree no quería escuchar como demeritaba su aspecto —. Eres hermosa y eso te queda bien— Bree repasó sus dedos a través de la tela verde.

—¿Me lo dices en serio?

—¿Te he mentido alguna vez?— cuestionó impaciente, pero claro, Lea no era consciente de las mentiras de Bree.

—No— dijo la menor sin titubear, tratando de escudriñar en su memoria.

—Eso te queda bien— Bree levantó un poco la tela y pudo ver los pechos de Lea atados a un pequeño sujetador.

Ambas mujeres estaban en la habitación de Bree; recostadas en su cama. Después de semanas de llevarla a un hotel decidió que era tiempo de que conociera su casa.

—Bree...— Lea se sonrojó, se avergonzaba.

—¿Qué?— preguntó de manera inocente la profesora, sabiendo perfectamente lo que estaba haciendo; toqueteando el cuerpo de la menor.

—Estamos hablando— dijo Lea.

Esa actitud era la que molestaba a Bree, Lea seguía avergonzándose de estar en la intimidad con ella. Desde luego había aprendido que presionar a Lea solo terminaba en llanto y tranquilizarla era desgastante, por eso la mayo dejó su camisa.

—Sígueme contando de tu asombroso vestuario del día de hoy— dijo Bree, disimulando el enojo.

A veces, Lea podía hablar de banalidades tan estúpidas, pero Bree lo soportaba porque estaba consciente de que Lea era sensible.

—Bueno, he estado pensando en ir de compras con mamá, ya sabes, por algo más de mi estilo, la camisas pequeñas no son lo mío...

Bree se tranquilizó, había decidió que era mejor escuchar hablar a Lea, a veces podía llegar a hacerla reír mucho y otras mantenerla cautivada. Para Bree la intimidad ya no era algo tan vital, había pasado a segundo plano, disfrutaba más de la compañía de Lea, solo a veces.

El teléfono de Lea sonó, normalmente lo dejaba en la mesa de noche que Bree tenía a un lado, pero esta vez la profesora había quedado del lado de la mesita de noche. Tomó el teléfono de Lea pero está se lo arrebató en cuánto Bree lo tuvo en sus manos.

—Quizás es mi mamá— se excusó la menor.

—Contesta, por favor. Guardaré silencio— ofreció la mayor.

—Tal vez luego— dijo Lea colgando. La menor se levantó de la cama y comenzó a buscar su mochila del colegio.

—¿Te vas?— dijo Bree sorprendida.

—Sí, es que es mi mamá. Quizás ya me quiere en casa.

Pero Lea no había contestado, ni siquiera había mirado la pantalla de su celular. Era una pésima mentirosa.

—Bueno, te acompaño— ofreció la mayor.

—No, no. Conozco la salid—- dijo con urgencia Lea, saliendo de la habitación de Bree.

Secretos Indecorosos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora