Bree se miró al espejo, miró su cuerpo perfectamente, imperfecto. Se amaba a si misma, amaba los lunares en su pecho que pocos habían tenido el privilegio de apreciar, amaba la cicatriz a lo largo de su abdomen, amaba los huesos que sobresalían de sus hombros como símbolo de su delgadez, amaba el diente desalineado de su dentadura, amaba las líneas de expresión que se formaban en su rostro cuando sonreía.
En efecto, Bree estaba consiente de sus muchos defectos, y sin embargo creí que era hermosa, más aún cuando el maquillaje ayudaba un poco. Se colocó pintalabios rojo y enchinó sus pestañas, luego puso una ligera capa de polvo sobre su rostro y ya estaba. Lista para ir al trabajo.
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—Hoy te has puesto guapa— anunció Marissa.
Ambas se encontraban en la cafetería escolar, Bree como siempre trajo su propio almuerzo y Marissa comía una ensalada. Al escuchar aquel comentario, algunos profesores voltearon a ver a Bree, cómo sí no la hubiesen visto antes.
—Gracias, señorita indiscreta. Ahora el Señor Thomas no parará de mirarme en todo el día— dijo molesta.
—No es como si nadie lo notará— se burló Marissa —. Y dime, señorita gruñona, ¿tienes alguna cita hoy? quizás con... el guapo de Educación Física— preguntó con picardía.
—¿A caso tengo que arreglarme para verme bien ante un hombre?— cuestionó mientras daba una mordida a su manzana, dejando un poco de labial en esta.
—Te conozco mejor de lo que crees, Bree.
—Pues no lo suficiente— replicó molesta.
—¿Entonces no me dirás?— insistió Marissa, sintiendo ansiedad, nunca antes Bree le había ocultado algo.
—Esta bien, iré a casa de Daniel— mintió.
—¿Qué pasó con "no tengo que arreglarme para un hombre"?
—Cierra la boca— Bree tomó su manzana y la puso en la boca de Marissa llamando la atención de todos los profesores que compartían mesa con ellas.
Bree solo se permitía ser infantil con Marissa, debido a la confianza y larga amistad que tenían, ese comportamiento era inaceptable con otros profesores, ya que, los que eran de su edad no eran tan "atrevidos" y algunos otros le doblaban la edad, así que la infantilería no era propio de ellos.
Si algo era bien sabido era la extraña relación que ambas mujeres tenían. Muchos profesores cotillos afirmaban que ellas eran pareja y ese tipo de comportamiento no era algo que aligerará las sospechas acerca de ellas. Atribuían a la inexistente relación entre ellas a la carente habilidad de Bree para relacionarse con otros colegas, pero lo cierto era que Bree miraba por debajo de sus hombros a sus compañeros de trabajo, inclusive a Marissa.
—Llamas la atención— sentenció Bree.
—Yo no he sido la que ha puesto la manzana en mi boca— objetó su amiga.
—Admite que lo merecías— una ligera sonrisa se esbozó en los labios de Bree.
—Admite que te mueres por el Daniel.
—Quizás— mintió.
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Bree había tenido que soportar las burlas de Marissa todo el día, acerca de su supuesta cita con con el profesor de Educación Física. Por obvias razones no podía comentarle lo que hacía ni con quién lo hacía a nadie. Era cierto que estaba más guapa de lo habitual, pero no por un hombre aburrido y sin gracia como lo era Daniel, sino por la joven de cabellera castaña que hacía hermosos bocetos.
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Secretos Indecorosos ©
Novela JuvenilUna charla amena. Risas retumbando por todo el salón. Todo aquello fue suficiente para que una alumna creyera que las intenciones de la profesora Van de Kamp iban más allá de lo profesional. |~•••~| Prohibida su adaptac...