Lea yacía acostada en ella sillón de su casa mirando las caricaturas, pasaban aquella donde una vaca y un pollo eran hermanos, y tenían como padres dos humanos; sin duda alguna era extraña pero le gustaba a la joven, las caricaturas siempre la ponían de mejor humor, en especial después de lo que pasó con Bree.
Escuchó como el cerrojo de la puerta principal se abrió.
—Lea, estropearás el sillón, siéntate bien— era su madre. La adolescente se sentó en calma, sin refunfuñar.
Normalmente las cosas eran así, la madre de Lea; Eva, siempre regañaba a su hija al llegar del trabajo y Lea siempre se quejaba alegando que nada malo le pasaría a su preciado sofá, pero esa vez era diferente, la joven se comportó de manera pasiva, lo cual no podía ignorar Eva.
—¿No protestas?— cuestionó la madre, aún de pie observando la televisión.
—No, hoy no— dijo la joven, con un tono apagado.
—¿Estás bien?— la madre se acercó y palpó la frente de Lea, para verificar que no tuviera fiebre.
—Estoy bien ma'— Lea apartó la mano de su madre.
—No te ves bien, ¿qué te ocurre?— volvió a insistir la madre, sí hubiera insistido un poco más, quizás Lea se hubiera sincerado con ella.
—Estoy bien.
—Cariño, si algo pasa pue...— pero Eva no terminó la oración, su teléfono había sonado y en la pantalla aparecía el nombre de su jefe, tenía que atender.
Entonces, así fue como Eva terminó la conversación con su hija y Lea siguió mirando las caricaturas. Por un momento la joven deseo contarle lo que le estaba sucediendo, pero, había terminado, ese era el momento, había tenido su oportunidad pero se había ido y no volvería.
En otro lado, en un pequeño apartamento; Bree yacía acostada sobre su cama, miraba un punto fijo en el techo. Cerró los ojos y respiró profundamente, tenía que analizar la situación, se le había salido de las manos.
Algo obvio era que Lea y ella eran pareja —no oficial—, pero lo eran. Lo segundo era que Lea era mucho menor que ella; era una adolescente, en esa edad se tiende a sentir con mayor intensidad, los sentimientos están a flor de piel y las emociones son un huracán. Lo tercero era que no podía seguir desistiendo ante la menor, Lea no tenía el control, lo tenía Bree. Lo cuarto; dejar de jugar. Bree iba enserio, tan enserio que ya había confesado sus sentimientos por la menor.
»Lea, Lea, Lea, ¿quién eres tú para enamorarme?« se dijo, antes de sumergirse en un profundo sueño.
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El instituto de caracterizaba por esas bochornosas actividades que se realizaban en masas, prueba de aquello; la obra de teatro organizada unos meses atrás dónde Bree Van de Kamp, la profesora de Literatura había tenido su debut como directora, por eso no fue raro cuando el director volvió a solicitar sus dotes artísticos y organizacionales para la 'Feria de la Lectura', evento donde exponían a los estudiantes en el gimnasio libros por secciones de acuerdo al género a fin de fomentar el interés por la literatura.
Bree en otras circunstancias habría estado hastiada de tener que manejar una ridiculez como aquella, pero se trataba de algo que le apasionaba, la lectura, los autores literarios, el romanticismo y la tragedia. En efecto, Bree amaba leer, podía devorarse libros en cuestión de días, prueba de aquello eran sus alumnos, que cada 3 días redactaban un ensayo acerca de las lecturas favoritas de su profesora cómo: 'Indignación', 'Falsa Identidad', 'El Lustre de la Perla'.
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Secretos Indecorosos ©
Подростковая литератураUna charla amena. Risas retumbando por todo el salón. Todo aquello fue suficiente para que una alumna creyera que las intenciones de la profesora Van de Kamp iban más allá de lo profesional. |~•••~| Prohibida su adaptac...