9. Venganza

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Bree miraba con desinterés a través de la ventana. Realmente su mente divagaba acerca de los sucesos acontecidos las últimas semanas. Sabía perfectamente lo que estaba haciendo, sabía que tenía que ser demasiado cuidadosa, sabía lo que podía pasar si era descubierta y por breves momentos nada de lo anterior le importaba. Solo sentía éxtasis y deseo cuando estaba con la joven, y es que no era su belleza lo que le exigía a gritos su atención sino su silencio, timidez y sobre todo sus dones para la pintura.

—Mmm, profesora— llamó uno de sus alumnos.

Bree miró a su esquina, se había hecho una enorme fila a lado de su escritorio. Debía calificar la tarea de ayer. Había dejado un análisis acerca del afamado ensayo de Bertrand Russell, "Why I am not a Christian?". El escrito era de naturaleza atea y agnóstica, por lo cual ninguno se opuso.

Realmente no leía las tareas de sus alumnos, sino que simplemente ojeaba que tuviesen el mínimo de páginas y las firmaba. Su atención fue llamada por el nombre escrito en la portada del trabajo, luego miró a su autor y se dio cuenta que aquella niña era realmente bonita, del tipo que lo sabe y lo exhibe sin pudor alguno.

—Andrea Solein— susurró la profesora para sí misma.

Abrió el trabajo y repasó su vista por los cortos párrafos. Su análisis estaba plagado de mala ortografía e incongruencias, sí algo había que reconocerle era su excepcional caligrafía.

La profesora Van de Kamp disfrutó enmarcar con rojo un perfecto y redondo "5".

—¿Qué demonios?— musitó la menor al ver su calificación —. Esto es un error— reclamó sacudiendo el papel entre sus manos.

Sus estudiantes habían quedado atónitos a ver el vocabulario que había empleado la menor con su profesora. Bree no pasaría esto por alto, pero por lo mientras, aunque no se reflejará en su semblante disfrutaba de ese momento, porque aquella valentía con la que la joven le había reclamado desaparecería.

—¿Cómo dice?— cuestionó la profesora esperando que se retractarse.

—¡A nadie más le revisó!— exclamó enfurecida Andrea —. ¿Por qué a m...

—Deje de avergonzarse— intervino Bree, intimidado a la joven —. Te insto a qué leas nuevamente el ensayo de Beltrán Rusell que desarticula con lógica el argumento cosmología, el de la ley natural, el argumento teológico, los argumentos a favor de la deidad de remediar la injusticia. Tras haber leído, yo, estos argumentos, ¿pretende usted que lo que ha escrito aquí sea aceptable para mi?

Andrea había palidecido ante las palabras de ella profesora, se había metido en un gran lío.

—Tomen asiento todos— ordenó a los chicos que se encontraban aún en la fila para calificarse —. Voy a preguntarle a cada uno de ustedes acerca del ensayo y quién no conteste de manera acertada tendrá un punto menos en el departamental.

No hubo quejas, solo miradas que asesinaban de manera silenciosa a Andrea Solein.

Bree disfrutaba de aquello.

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El incidente en clase de la profesora Van de Kamp no pasó desapercibido para nadie. En la cafetería escolar se rumoreaba acerca de lo acontecido y los alumnos de último grado no era los únicos que comentaban el altercado.

—Van de Kamp debió de sentirse muy abrumada— comentó la de Mates; Luisa, mientras se llevaba un espárrago a la boca.

—Oh, no. Ella no es de las que se dejan amedrentar— defendió Beth, que se encontraba a un lado de esta —. Por lo que oí, puso en su lugar a la alumna.

Secretos Indecorosos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora