Capítulo XVII: "la guerra acaba de comenzar"

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Podía sentir la niebla acercarse más, pero de repente no pude ver nada, solo gris. Las sombras se acercaban muy lentamente a mi, aunque decidí no luchar con ellas, no podía hacerlo, en esos momentos no.

No tenía las suficientes energías para poder vencer y derrotar a las sombras sin la ayuda de alguien, estaba demasiado...dolido para poder enfrentarme a ellas.

Al instante recordé que mi hermano se encontraba solo, con la sombra, debía de ayudarlo y lo antes posible.

Las sombras solo aparecían cuando Emma se encontraba demasiado débil...¿Lo estaría pasando tan mal por haberme hecho tanto daño? Yo, en estos momentos me estaría sintiendo como un idiota.

Las sombras se pusieron al rededor mío y se convirtieron en...mí. Podía verme en cada una de las sombras, parecía un reflejo, era impresionante.

—¿Qué queréis de mí?

—¿Qué queréis de mí? ¿Qué queréis de mí? ¿Qué queréis de mí? -dijeron las sombras cada vez alzando más el tono de voz y haciendo así sonar un eco interminable.

Me estaba empezando a asustar, no sabía que hacer, igual que no lo sabía cuando me encontraba con ella, sentados en una de las últimas ramas del maldito árbol.

Miré muy fijamente a mí al rededor, pero no valió la pena, sólo podía verme a mí.

—No vales nada, ni para ella ni para nadie...¿O no te das cuenta? Eres un incomprendido que necesita que alguien confíe en él como él confía en los demás, ¿pero sabes qué? Siempre estarás solo, porque a tus amigos no les importas en absoluto.

Aunque fuera la sombra, tenía razón, estaría solo el resto de mis días, aunque era obvio, siempre empeoraba las cosas: por haber querido estar solo y así haberme encontrado en casa de Nerea, por haber querido ser el ángel de la guarda de la elegida y lo último pero no menos importante, haber sentido cosas que nunca sentiré por nadie jamás...amor.

No podía más, estaba demasiado herido por dentro para luchar contra ellas. Iba a rendirme, me arrodillaría y levantaría las manos en signo de haberme rendido, pero antes de tirar la toalla, Elizabeth vino con sus alas negras. Ella fue la que me salvó de haber caído en aquella trampa tan absurda.

El color de sus alas era espléndido y brillaba con demasiada fuerza para poder verlas con claridad.

Al momento agitó sus alas haciendo así intimidar a la sombra, o eso esperaba ella.

—Marcharos, no os necesitamos en nuestras patéticas vidas. -Dijo Ella muy seria y convencida.

Quedé asombrado por lo que mis ojos me permitían ver, era impresionante cómo las sombras se iban desvaneciendo o marchando al instante.

Se iban transformando a un color negro aún más intenso al de las alas de Elizabeth.

—¿Te encuentras bien? -Dijo ella preocupada.

—Si, gracias.

Aquello me había hecho pensar qué, a lo mejor, no estoy solo y que tengo amigos de verdad que se preocupan por mí e intentan causarme la mayor alegría posible. No me dejarían nunca.

Le conté todo lo sucedido hacía unos minutos y los dos fuimos en dirección a la casa dónde se encontraba Cam, luchando con aquel espectro, la sombra.

Nos encontramos delante de la puerta cuando pudimos ver que el pomo se encontraba con una huella de una mano sangrienta, era horrible. Intenté no pensar de quién sería aquella sangre y abrí la puerta entornada.

El precio de enamorarse [#1EEP]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora