XIX: la perdida de un ser querido

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Emma se quedó dormida entre mis brazos, así que la llevé a su hogar, en el cual le esperaba su madre preocupada por las horas que eran.

Cuando Mélan vio a su hija entre mis brazos, suspiró y sonrió, le encantaba que su hija estuviera conmigo.

Se la entregue con cuidado y cuando su madre la tenía con ella asintió y así supe que podía irme.

Fui directo hacia el bosque para avisar a mi hermano y Nerea cuando me di cuenta de una cosa, Nerea no tenía ninguna protección, se quitó el anillo y el collar horas antes, estaba en peligro.

Me dirigí al lado derecho del bosque, justo como mi hermano le había indicado que se marchara.

Busque por todas partes, pero no encontré nada hasta que oí a alguien hablar. Me ruboricé y asustado intenté hacer no mucho ruido y me encamine por donde podía oír aquella voz tan familiar.

Era Adrián.

Estaba hablando con alguien al que no reconocía. Pude ver cómo le extendía la mano y la agitaba con suavidad.

-Trato hecho. -Dijo Adrián convencido de lo que hacía.

No sé que hacía con aquel hombre en medio ddl bosque, pero fuera lo que fuera, sabía que tramaba algo y no era algo bueno que digamos.

El hombre se fue en dirección a la salida del bosque y cuando noté que estaba lo bastante lejos puse a Adrián contra un árbol y lo cogí del cuello.

-Hola Daniel, no esperaba tu visita. -dijo el tranquilo y casi sin respiración.

-¿Qué haces aquí? -Dije ignorando su comentario y dedicándole una mirada asesina.

Cuando empezó a reír y no dijo nada lo apreté con más fuerza, haciendo esta vez que no tocar el suelo.

-Mátame. -Dijo él mientras reía aún más.

-Eso are si no me cuentas la verdad. -Dije serio y con la mirada clavada en sus ojos marrones.

-Vale Vale, tú ganas. -Dijo él levantando las manos en signo de derrota- He hecho un trato con alguien para así pod... -Dijo mientras yo le interrumpía.

-¿Con quién has hecho el trató?

Cuando Adrián escuchó aquellas palabras empezó a reír, pero esta vez con cautela, parecía tranquilo y convencido de lo que hacía y a lo que se arriesgaba.

-¿¡Con quién has hecho el trato?! -Dije esta vez gritándole con mucha fuerza.

-Tranquilo, lo averiguarás en un momento. -Dijo él con una sonrisa.

Sus palabras me dieron nauseas, no sabía si me haría daño, o a mi hermano, o a Nerea, o Elizabeth, o a Érica, o a Mélan, o al Angel Guardián, o a Lucifer, o...a Emma.

Si el Ángel Guardián moría moríamos todos, por eso era tan importante, debemos de protegerlo en toda regla.

Miré a Adrián con despreció e hice como si no me importara lo que decía.

-Vasta de bromas Adrián, no engañas a nadie...y ahora dime: ¿Con quién-has hecho-el trato? -Dije más suavemente y pronunciando muy lentamente aquellas palabras.

-Lo he hecho con...lucifer.

En aquel momento me quedé paralizado por el miedo y el terror que me hacía pensar en aquel ser tan maléficamente horrible.

¿Con Lucifer? ¿Enserio? Que quería Adrián...¿Qué nos matarán a todos?. Si, probablemente si.

-Tranquilo, se lo que hago. -Dijo él mientras sonreía muy levemente.

-No, no lo sabes. ¿Tienes en cuenta con quien estás haciendo ese trato? Sea lo que sea, no cumplirá lo que prometió. Lo conozco demasiado bien, no confíes en él.

-Como ya he dicho, sé lo que hago...y ahora, si me disculpas -Dijo apartándose de mí- voy a ir a tú casa, duermo allí.

Cuando noté que su presencia se había marchado noté una mirada fijada en mí. Sabía que aquella mirada no era de mi hermano o Nerea y que no se trataba de algo bueno lo que sucedería más adelante.

Era Lucifer.

No lo veía desde hace un año, pero no lo añoraba, en absoluto, no quería tenerlo cerca ni un momento, había pasado por demasiadas tragedias para poderlas revivir todas de nuevo.

Él se fue acercando cada vez más a mí hasta quedar detrás mío. Pude sentir su respiración en mi nuca, era horrible tener a alguien tan malicioso y maligno como aquella...bestia.

Me di la vuelta, pero lo único que había allí era una nota en el suelo y la chaqueta de Nerea.

Sabía que eso no significaba algo bueno, a causa de que la chaqueta gris de Nerea estaba llena de un color intenso de sangre.

Me estremecí al instante y suspiré, intentando calmar mis respiración agitada.

Él se había ido con súper velocidad, por eso las hojas se movieron tan rápidamente, como si algo muy rápido hubiera pasado por allí. Por un momento pensé que era el viento, pero podía reconocer el hedor que dejaba una bestia.

Cogí la nota inquieto y refunfuñé al momento en que pude ver algunos dedos marcados de sangre en la carta:

Nerea

No podía entretenerme, así que cogí la chaqueta de Nerea, olisqueé la sangre y empecé a oler al rededor.

Los demonios se alimentan de las almas y la sangre de los humanos, así que podría captar el olor enseguida.

Los demonios no pueden matar a los ángeles, además la sangre de un ángel es blanca y la sangre de un demonio es negra. Por eso la de los humanos es roja: porque tiene algo de maldad en su interior y algo de bondad al igual que maldad.

Casi no podía oler la sangre de Nerea. Normalmente, a los demonios, les gusta comer sangre fresca, quiero decir: cuanto más maligna sea el alma...mejor. Y dadas las circunstancias, Nerea no tenía demasiada maldad que digamos.

-Porras. ¿Por qué tienes que ser tan buena? -Me pregunto a mí mismo en voz alta- ¿Estoy hablando solo? Que macabro. ¡Daniel, concéntrate! Así no salvarás a Nerea. -Dije mientras me regañaba a mí mismo.

Corrí en dirección en que olí un poco de sangre y me dirigí casi deprisa hacia aquella dirección.

Cada vez que corría más podía oler más la sangre de Nerea, se encontraba cerca de aquellos árboles.

Cuando el olor era demasiado fuerte miré a todos lados pero no encontra nada hasta que pisé algo, parecía, una....mano. Estaba entre las hojas de aquel bosque, estaba llena de sangre y casi no podía reconocerla, su cuerpo parecía estar...¿Quemado?. Su cara estaba llena de arañazos y de cenizas que el fuego había dejado.

No podía creer que Nerea estuviera...muerta.

Al instante pensé que sería de nuevo la sombra, pero no lo era, podía sentirlo, esta vez era Nerea.

-Nerea, despierta...¡Vamos! -Dije gritando muy fuertemente, dándole respiración boca a boca y moviendo su cuerpo, intentando despertarla sabiendo que no serviría de nada.

No podía sentir el corazón de Nerea, su cuerpo sin vida entre las pocas hojas de los árboles Perenne que había en aquel frío bosque me hacía sentir débil y culpable.

No podía estar pasando eso, a ella no.

Pude sentir pasos acercarse a nosotros muy rápidamente, pensé que sería Cam, así que seguí intentando recuperar a una persona muy importante para mí.

No había esperanzas. No podía intentar nada más, sería en vano todo el esfuerzo.

Nerea había muerto.

El precio de enamorarse [#1EEP]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora