XXII: Lucifer

30 12 0
                                    



Todo era negro, en realidad era lo único que podía ver. Flotaban sombras por todas partes, era impresionante todo lo que estaba viendo, era increíble ver tantas sombras juntas.

Me levanté dando un salto del suelo negro que había sobre las nubes de aquel infierno, literalmente, me encontraba en el infierno.

Sabía que Lucifer tenía algo que ver con todo esto, las sombras eran oscuridad y él es el señor del infra mundo, ahora todo tenía sentido, pero, no podía evitar preguntarme algo ¿Por qué a Emma?.

De repente alguien chasqueó los dedos y las sombras que segundos antes se habían encontrado por todos lados, estaban en las esquinas de la sala roja, estaban en líneas y muy juntas, parecían una. En cuanto se apartaron pude ver al hombre más horrible y maligno que he podido conocer, al hombre más temible de todos, a la bestia.

Lucifer se encontraba sentado en un trono de huesos y calaveras, aunque estaba acostumbrado a ver aquel asiento tan horrible.

Me daban ganas de estrangularlo hasta ver sus huesos frente a mí y su mirada sin vida perdida en mí rostro, pero algo me lo impedía, intenté acercarme a él pero noté algo sólido que me impedía acercarme.

—¿Te gusta mi barrera protectora? -Preguntó él riendo- Es nueva, ya sabes que desde que mate a Nerea la necesito.

Cuando oí aquellas palabras apreté mis puños, los cerré con fuerza y me puse rojo de la furia que sentía, era horrible tener a alguien así. No podía creer que lo hubiera hecho él, y pensar que había sido en tiempo atrás su amigo. Algunas veces salíamos "de caza" como nosotros llamamos a los humanos.

No podía soportar que hablaran sobre Nerea con aquellos modales. Lucifer es así porque se siente solo, estoy seguro, no tiene a nadie, por eso hace sufrir a las personas, para sentirse mejor con él mismo, pero eso solo empeora las cosas.

Solo podía describir a Lucifer con una palabra: traidor.

Era demasiado listo para ser verdad, había traicionado a todos, menos al padre de Emma, que había ideado un plan infalible, por eso, la única arma que puede matar a Lucifer, la tiene él.

—¿Por qué crees que estaba quemada? Tú ya sabes que ese es mi símbolo después de matar. -Dijo levantándose de su trono y dirigiéndose hacia mí.

Lo fulminé con la mirada con los ojos entrecerrados y saqué mi lado oscuro. Podía controlar mi transformación en demonio, pero sabía que algún día la bestia de 2016 volvería.

—¿Por qué le tienes que hacer daño a los que me rodean? -Pregunté desconcertado y desconfiado.

Él me miró con cara de asesino y después empezó a reír, como si no entendiera nada.

—No es a los que te rodean a ti, es a los que rodean a Emma. -Dijo él con una sonrisa que me hacía odiarlo aún más.- Sigo enfadado con su padre, y bueno, dadas las circunstancias de que lleva el arma más letal del mundo que me puede matar, debo hacerla sufrir, por venganza. Estoy muerto como no consiga ese arma...

Sentía como la rabia recorría mis venas en segundos, sabía lo que diría, por eso me puse tenso e intenté acercarme a él, aunque mis esfuerzos fueron en vano.

—y si tengo que matar al que la protege día y noche...lo haré. Los demonios también estáis muertos si no encuentro ese arma así que, me vengaré de ese traidor, haciéndole daño a su hija. -Me dispuse a atacarlo, pero no podía por la barrera protectora- Mi ejército de sombras derrotará a tus amigos, estoy seguro, no sois nada comparados con mis esbirros.

Miré hacia los lados, encontrándome únicamente con sombras, aunque eso no me impidió mirarlas con frialdad. Me causaban miedo y aunque no las hubiera visto nunca matar o algo parecido, sabía que de alguna manera u otra lo hacían ellas y es m llevó a pensar, que les tenía miedo.

El precio de enamorarse [#1EEP]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora