Un escalofrío recorrió mi espalda, corrí hacia la luz y la encendí. Mis ojos se desorbitaron a verlo, el jarrón se escurrió entre mis manos y se hizo añicos en el suelo. Maldije por dentro.
-¿Qué haces aquí? - le acusé aproximándome a él pisando cristales a mi alrededor.
-_____ … - dijo en tono suplicante.
-Justin, ¡has hecho que me desmaye!
-¡¿Qué?! ¡Yo no he sido! - clamó – Yo más bien te he salvado el pu*to culo, _____. ¿Me vas a explicar que está pasando? Porqué un tío ha intentado raptarte – señaló la calle encolerizado – ¡creí que no te meterías en más líos después de mí!
-Oh, ¿no me digas? - el tono burlón salió solo – parece que irte no sirvió de nada – reí con sarcasmo – mira que bonito, ahora hay alguien que busca venganza por Troy y Zac.
-Ahora mismo me vas a contar que ha pasado – masculló malhumorado.
Justin se acercó a mí y me cogió del antebrazo para tirar desde ese punto. Me sacudí inmediatamente y di dos pasos atrás.
-¡Suéltame, idiota! - le di una mirada asesina – No te voy a decir nada hasta que me expliques … ¡que haces en mi casa y que ha pasado ahí fuera! – estaba apunto de darme un ataque de histeria – Y empieza ya o llamaré a la policía – advertí.
-No te lo crees ni tú – se mofó.
No me tientes – amenacé – ambos sabemos que pasó la última vez que alguien me dijo que no sería capaz de hacer algo.
-Está bien – alzó las manos – creía que aún podría confiar en ti.
-La confianza es algo que cuesta ganarse y se pierde con facilidad – le reproché – tú la perdiste por completo cuando desapareciste y te necesitaba más – escupí con veneno.
-Has encontrado a alguien que me sustituya – su sonrisa era irónica, había herido su orgullo.
-No me cambies el tema, Justin – le miré con odio – no puedes reclamarme nada – clavé mi dedo en su pecho – Tú te fuiste y … - de repente me di cuenta – ¿me has estado espiando?
No contestó. Su mirada sostenía firmemente la mía. La batalla para ver quién se rendía antes iba a durar, pero yo no me iba a dejar vencer.
-El coche que vi paseando, eras tú …
-Si no hubiese estado cerca posiblemente ahora estarías muerta – ahí tenía un punto.
-¿Desde cuando volviste?
-Desde el día de tu cumpleaños – mis ojos se abrieron como platos. Eso era insospechable – vine por curiosidad para ver como iban las cosas por aquí … me di cuenta de que estabas estupendamente sin mí.
-¿No pensarías que me quedaría llorando por ti toda mi vida, no?
-Me odias – afirmó con determinación.
-Tu mismo me aconsejaste que lo hiciera. ¿Por qué me sigues?
-No te sigo. Venía para hablar contigo y aclarar las cosas … te vi desde mi balcón.
-Tan solo pasé para confirmar mis sospechas de que habías regresado – mentí.
-¿Quién te lo dijo?
-Oh, ¿quién crees? - dije con sarcasmo – Rebecca es muy sutil a la hora de anunciar con quien se revuelca – le guiñé un ojo.
-Maldita zorra …
-No hay mejor descripción – sonreí falsamente.
-¿Celosa? - se mofó.
-No, cariño. Ya no eres el centro de mi mundo – me crucé de brazos.