Capítulo 40: Cuando Creas Que Nada Puede Ir Peor

310 18 0
                                    

Me desperté tranquila. Estaba sobre el cuerpo descubierto de Justin, abrazándolo por el cuello con un brazo y con otra mano sobre su pecho. Nuestras piernas estaban entrelazadas. Su respiración y la mía iban al mismo compás. Su cálida y suave piel calentaba la mía. Sus brazos se cerraban en mi cintura. No me quería mover de allí temiendo lo que podría pasar cuando Justin despertase. Cerrando de nuevo los ojos recordé la noche anterior. El vello se me puso de punta. 

Habíamos hecho el amor despacio, lento e intensamente. Nos entregamos el uno al otro memorizando cada detalle de nuestras acciones.

Después de tantas peleas habíamos llegado a acostarnos. Él no se molestó en decir palabras bonitas en mi oído. No hacía falta que dijera nada. Cualquier cosa podría haberme desconcentrado y hacerme echar para atrás por no saber como responder a sus palabras de amor. Si bien yo seguía sintiendo algo por él, aún me seguía negando a reconocérselo en voz alta.

Volvía a ser como el principio de nuestra relación. Sin palabrería, solo gestos. Simple entrega, pero una entrega especial. Un regalo del uno hacia el otro que solo nosotros entendíamos y que nadie podía ver.

Recordé la sensualidad y el deseo de su voz al gemir mi nombre. Aquello fue lo que me hizo llegar a mi clímax gritando el suyo. A horcajadas, me puse sobre él. Justin se incorporó para besarme. No paró de hacerlo en ningún momento. Todo mi cuerpo estaba muy sensible y estimulado. Sentí mi piel erizarse al recordar las manos de Justin recorriendo mi cintura y apretar mi cadera mientras éramos uno. Volví a correrme y esa vez Justin me acompañó con sus jadeos. Apoyé mi frente en su el arco de su cuello estabilizando mi respiración. Él se recostó conmigo sobre su pecho mientras rodeaba mi cintura para que no me fuera de su lado. Y así nos dormimos. Y en esa misma postura nos íbamos a despertar. Juntos.

Noté los dedos de Justin juguetear en la parte baja de mi espalda. Se acababa de despertar. Sin despegarme de él alcé un poco el cuello para verlo. Seguía con los ojos cerrados pero las comisuras de sus labios se habían elevado. Sonreía tímidamente por el mismo placer que yo sentía de tenerlo junto a mí en aquella mañana tan hermosa.

Volví a acomodar mi cabeza en el arco de su cuello y di un suave beso, prácticamente un simple roce con mis labios.

-Hacía meses que no dormía así de bien – susurró. Se hizo el silencio. No quería salir de mi ensoñación ni de mis recuerdos de hacía unas horas – aún estoy dentro de ti.

-No digas nada – le pedí – ni te muevas. Aún estoy disfrutando de esto.

Justin me hizo caso. Simplemente agachó su cuello hasta poder besar mi coronilla en un acto de ternura. Aspiré su embriagadora aroma.

Si que habíamos pasado toda la noche encajados. Me sentía muy cómoda con él. Yo también había dormido de maravilla. No recordaba ni un sueño. Había dormido profundamente.

Pero, ¿qué íbamos a hacer después? Tarde o temprano, ese momento se tenía que terminar por mucho que quisiera retrasarlo.

-No quiero irme de aquí. No quiero que esto acabe – me quejé deslizando mis dedos por el cabello de su nuca.

-Por mí bien – sonó feliz – no nos movamos de la cama en todo el día.

-Sin hacer nada productivo … – le seguí la corriente.

-O no, nena. Un día entero contigo en la cama sería muy, muy productivo – rió.

-Tonto … – bufé contra su pecho rodando los ojos sin que lo viera.

-¿De verdad no te quieres mover?

-¿Ya estás cansado de mí? – reproché bromeando con una voz más aguda de la acostumbrada – y yo que creía que me echabas de menos – suspiré.

Behind My Steps (Justin Bieber y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora