Capítulo 1. Duelo de tortillas.

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Al principio, no recordaba dónde estaba ni quién me acompañaba en la cama. Cuando me incorporé un poco, apartándome de la cara de la chica (porque era una chica, de eso estaba seguro, sus curvas y su pelo no podían engañarme ni aunque estuviera a oscuras) para coger perspectiva y poder contemplarla gracias a la luz que entraba por la parte inferior de la puerta, lo primero que se me vino a la mente fue: "¿Desde cuándo tiene Diana el pelo castaño?".

Los rizos coincidían. Pero el color, no.

Seguía con la mano en su cintura, así que por fuerza tenía que conocerla y quererla. Tampoco es que me hubiera quedado a dormir en casa de muchas chicas a las que no les tuviera cariño, pero me conocía lo suficiente como para saber que, después del sexo, empezaba a odiarme a mí mismo (como si fuera un traidor, o algo) y no me apetecía volver a tocarlas de la misma forma. Y poner la mano en la cintura de una chica que no era de tu familia sólo podía hacerse de una forma.

A mi mente acudieron un millar de ideas en tropel, que se atascaron un momento, apretujándose las unas a las otras, para conseguir pasar. Es Layla. Estás durmiendo con Layla.

La madre que te parió, la madre que te parió, ¡la madre que te parió!

¡La madre que te parió!

¡ESTÁS DURMIENDO CON LAYLA!

Me levanté un poco más, apoyándome en los codos. Ella se revolvió en sueños, suspiró y continuó dormida. Yo no sabía el esfuerzo que le supondría mantenerse tranquila en su cama, con su ex, pero conmigo era tan fácil como respirar.

Terminé de incorporarme, me aseguré de que siguiera tapada, y me incliné para coger el móvil. La una y media. Y no le había dicho nada a mamá de que iba a tardar en llegar a casa, que me quedaría durmiendo en el centro.

Y eso que ella estaba cabreadísima.

No lo hay más gilipollas que yo en todo Londres.

Salí de la cama, me puse la camiseta y entonces, lo recordé.

Nota mental: decirle a Scott que me rompa las costillas. Porque ayer besé a Layla.

Algún día dejaré de decepcionarme a mí mismo, o eso espero. Pero ese día va a tardar bastante en llegar.

-¿T?-susurró ella, con la voz un poco ronca de sueño. Se frotó la cara y se incorporó un poco-. ¿Qué hora es?

-Pronto. Sigue durmiendo, princesa.

Se dejó caer y me miró con un ojo medio entrecerrado.

-Tengo que llamar a mis padres, decirles que estoy bien.

Me vinieron a la mente imágenes inconexas. Ella, acercándose a besarme en los labios, ella, intentando quitarse la camisa que yo le había prestado con manos temblorosas, ella, mirándome a los ojos y leyendo en mi alma todos y cada uno de mis pensamientos, aquellos que recodaba y los que había olvidado también...

... entreabriendo los labios, y yo dándome cuenta de lo carnosos que eran, y pensar "joder, por una vez que los pruebe, seguro que no pasa nada".

Además, le gustaba que yo la besase. Se estremecía cada vez que posaba la boca en alguno de sus moratones, y no era para mal. Suspiraba con cada beso.

Moonlight [Chasing the Stars #2]Where stories live. Discover now