Capítulo 15: Aviones de papel.

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Alec podía decir misa, protestar porque le sacábamos de la cama o porque le espantábamos a una chica, o cabrearse porque según él "no era normal lo mucho que le vacilábamos, si no le queríamos en el grupo, se lo decíamos claramente y él se buscaría la vida con otros", pero, a la hora de la verdad, el cabrón cruzaría el infierno descalzo con tal de echarnos un cable.

Igual que haríamos nosotros con él.

Pero teníamos que hacernos los duros. Y putearnos de vez en cuanto, porque éramos tíos, y en eso se basan las amistades masculinas; en clavarte puñales en el ojo y luego defender al otro a muerte cuando no está, cueste lo que cueste.

-Ya estoy en el metro-me había dicho por mensaje de texto, en una conversación privada, porque no era tan gilipollas como podíamos esperar de él. Eleanor se inclinó hacia el móvil pero yo aparté la pantalla para que no viera con quién hablaba. Me gustaba ponerla nerviosa. Había protestado muchísimo cuando le dije que habría que comprarle unos leggings o algo, incluso para estar por casa, porque no podía pasarse desnuda todo el fin de semana.

-No finjas que no te encanta que me pasee desnuda por la casa, Scott-espetó, fingiendo estar molesta y no sintiéndoselo en absoluto. Le gustaba provocarme más que a mí el sentirme provocado.

-No quiero ganarme un puñetazo de tu hermano porque cojas un resfriado sólo por calentarme, El.

-Puedo calentarte incluso con burka-respondió.

-Yo estoy entrando-tecleé, y Alec me mandó un puño con el pulgar en alto. Tenía que hacerse el duro conmigo. Le mandé otro igual. Y me envió un corte de manga.

Pero sonrió cuando me vio aparecer, con muchísima malicia, contento de descubrir por fin mi secreto... y de ver que era más jugoso de lo que esperaba. Ni siquiera se levantó cuando nos plantamos ante él. Ya había confianza.

Habíamos crecido juntos, y había visto crecer a Eleanor.

Masticó con parsimonia su chicle, hizo un globo, y soltó, antes de que pudiéramos siquiera decirle "hola", "sentimos haberte sacado de la cama tan temprano" o "qué feo eres, payaso":

-¿Tienes un cigarro?

-¿No habías dejado de fumar?-ataqué.

-¿Quién eres? ¿Mi madre?

Saqué un paquete de tabaco del bolsillo interno de la chaqueta y se lo tiré, ignorando la mirada reprobatoria que me lanzó Eleanor. Lo miré como diciendo "éste es el último, ¿vale, tío? Necesito que no te dé cáncer para seguir haciéndote de rabiar con 80 años".

Seré cínico. Yo fumo más que él.

-Más vale que sea importante el motivo por el que me has despertado de mi apetitosa siesta-sonrió, alzando las cejas, dando una calada y soltando el aire despacio. Miró a Eleanor.

Ya lo sabía, pero quería asegurarse.

Vi cómo Eleanor se sentía pequeña bajo la mirada de Alec, quizás por todas las veces que había estado en su casa, o él en la de ella, y las cosas habían sido tan diferentes. Fue como si los dos años que le sacábamos, que conmigo no eran nada, se multiplicaran por diez con él. Parecía, incluso, que lo nuestro estaba mal.

La cogí de la mano, y ella me miró, se abrazó a mi brazo y me acarició la cara interna. Miré a Alec desafiante.

Alec sólo sonrió, satisfecho por fin con la verdad.

Moonlight [Chasing the Stars #2]Where stories live. Discover now