Capítulo 9: Cachalotes tramposos intergalácticos.

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Viernes por la tarde.

Me quedé tumbada, recobrando el aliento, mientras él se incorporaba un poco y me observaba con orgullo. Había hecho que me estremeciera, gritara su nombre, me rompiera y me recompusiera con una facilidad increíble.

No había sentido eso con ningún otro chico; a los demás les había costado dios y ayuda hacerme llegar a la mitad del camino, pero Scott lo hacía todo tan fácil...

Nos miramos el uno al otro; el sol se acababa de poner, pero todavía quedaban en el cielo los recuerdos de su existencia. De ser un cadáver, aún estaría caliente.

-¿Qué?-susurré, con las mejillas sonrosadas, el pelo alborotado (¡y las medias de color!... es broma, soy una Tomlinson, ser gilipollas me viene de familia) y los ojos brillantes por el sexo... y por estar mirando al chico con el que quería pasar el resto de mi vida, el chico con el que había pasado toda mi vida.

-Nada-respondió, se mordió el labio y algo en mi interior, que estando él cerca espabilaba rápidamente, se desperezó. Me moriría de agotamiento, pero no de ganas de tenerlo dentro de mí-, es sólo que...

-¿Qué?-murmuré, y sabía que venía algo bonito, porque Scott me tenía acostumbrada a ello. Cuando Tommy se pasaba conmigo, él me defendía. Cuando yo quería un juguete, él me lo cedía.

Cuando había empezado a tontear con él, lejos de ponerme en mi sitio y rechazarme de plano para que yo no le tomara la delantera, él me había correspondido...

... pero porque llevaba queriéndome, en secreto y en silencio, sin darse cuenta ni siquiera él, desde que nací.

-... eres preciosa, El, pero... cuando estás en la cama, después de acostarnos... lo eres más todavía. Eres como una diosa, pero sin el "como"-se encogió de hombros-, y...

-... ¿y?

-Y no puedo creer la suerte que tengo de ser yo el que te devuelva tu inmortalidad.

Boom. El Big Bang en mi interior, la primavera arrasando las nieves, instando a las nubes a que se lleven todo el frío del invierno y lloviendo vida sobre los campos inertes. Las carcajadas de los niños jugando de nuevo en el parque, el primer plato de ensaladilla rusa, el primer ramo de rosas que florece en el jardín.

-Algún día conseguiré decirte algo la mitad de bonito de lo que me dices tú a mí-le prometí, acariciándole la mejilla.

-Ya lo haces. Cada vez que me llamas.

-Scott-susurré, y él se inclinó y me besó, y en su beso pude sentir lo satisfecho que estaba, pero también las ganas incipientes de volver a estar dentro de mí. Me acarició el costado, yo hundí las manos en su pelo y arqueé un poco la espalda, pegando mi cuerpo más al suyo, y le acaricié la mandíbula, y...

-¡¡Scott!!-bramé, y él dio un brinco.

-¿Qué pasa?

-¿¡Te estás dejando barba!?

Se pasó la mano por la barbilla.

-¿No me dijiste que querías...?

-¡Pero no pensé que lo hicieras en serio! ¡Dios, muchas gracias! Ven aquí, caliéntame otro poco y lo volvemos a hacer, te lo has ganado-susurré, tirando de él y volviendo a pegarnos. Él se rió, se tumbó encima de mí, yo nos hice rodar y me puse encima.

Moonlight [Chasing the Stars #2]Where stories live. Discover now