Capítulo 17: Mil divinidades, un cuerpo.

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Se nos hizo cuesta arriba abrir la puerta del camarote; no ayudaba que estuviera atrancada, que el mar estuviera animándonos a continuar con lo que nos proponíamos hacer, ni que no pudiera alejar mucho las manos de ella, ni ella las suyas de mí.

Pero lo conseguimos.

Se rió en mi oído cuando abrí la puerta, satisfecha de no sentirse atraída por un inútil. Entramos y apoyó la espalda en ella, volviendo a cerrarla. Eché el pestillo; así nadie nos molestaría.

Sonrió en mi boca mientras me besaba, suspiró cuando empecé a bajar por su cuello, besándole cada centímetro de aquella piel de color café, acariciando con mis labios sus clavículas... el pequeño lunar que tenía en el escote, de un tono chocolate puro en un cuerpo de chocolate mezclado con leche, quizá, un poco de tofe...

Volví a subir, a encontrarme con sus labios, y ella empezó a pelearse con mi camisa. Me las apañé para meterme entre sus piernas, la levanté agarrándola por los muslos, y ella me pasó las piernas por las caderas.

Me acarició la espalda, todavía por encima de la camisa. De noche refrescaba, de día hacía calor... pero nada comparado con lo que sentía por dentro en aquel instante. Joder, si el Sáhara fuera una persona, si tuviera la capacidad de transformarse en alguien, ese alguien sería yo.

La empujé un poco más contra la pared, disfrutando de cómo se le ponía la piel de gallina cuando metí la mano por la falda de su vestido granate. Su cuerpo celebraba el mío como si lleváramos años esperando.

Era como si hubiéramos nacido para estar con el otro.

Mis dedos llegaron hasta el centro de su ser. La acaricié despacio; estaba excitadísima, lista para recibirme. Tiré un poco del encaje de sus bragas, y ella sonrió.

-¿No quieres echarle un vistazo más profundo al género?-se burló.

-De momento, tengo suficiente con las vistas de las que disfruto.

-Qué lástima. Gano muchísimo desnuda.

-¿Más?-repliqué, tirando un poco más de su ropa interior, disfrutando de cómo se materializaba su deseo por mí en forma de oasis en un cuerpo que, por lo demás, ardía como un bosque en un incendio de verano, el mayor que hubiera conocido el mundo.

Se mordió el labio mientras mi mano le daba un adelanto de lo que le esperaba.

-¿Te llamabas...?-inquirí, provocándola, y sonrió.

-No hagas como si no fueras a olvidar mi nombre en tu vida, Zayn.

-Vale, Sher.

-No me llames Sher-protestó, pero su protesta se convirtió en un nuevo gemido.

-Como tú digas, Sher.

-Puto gilipollas-replicó, echándose a reír y estremeciéndose por mi contacto.

Abrió los ojos, y los clavó en mí. Nos quedamos quietos un momento, mirándonos. Me dio la impresión de que algo vibraba en el ambiente. Se me detuvo el corazón mientras aquellos dos pozos negros con tintes dorados y verdes se clavaban en los míos, bebiendo de mi hambre, devorando mi sed, desnudando mi alma y escudriñando dentro con una claridad que me asustó.

Me alegré muchísimo de haberme alejado del barullo de la gente, haber subido a la parte de arriba del barco y mirado por el balcón a los demás, cómo bailaban, cómo bebían e, incluso, se drogaban sin pudor alguno.

Moonlight [Chasing the Stars #2]Where stories live. Discover now