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Para el día siguiente; viernes. Christopher y Elizabeth tenían preparado lo necesario para el viaje a casa de los padres de Elizabeth. Terminaron de subir las pertenencias al auto y posteriormente se prepararon para el viaje; subieron al auto y Christopher lo colocó en marcha.

Iba a ser un viaje largo y tedioso. Sin embargo, dejaron eso de lado en cuanto se percataron del clima de esa mañana; frío.

Tras transcurrir el viaje, Elizabeth se encontraba en absoluto silencio mientras que Christopher hacía un mal chiste de vez en cuando. Eran aproximadamente las tres de la tarde y no habían realizado ningún tipo de parada, lo que les había entregado ventaja para llegar en aproximadamente treinta minutos.

— ¿Cómo te sientes? —preguntó Elizabeth, refiriéndose a las condiciones de su esposo.

—Estoy bien —respondió volteando a verla durante unos segundos—. ¿Tú estás bien?

—Estoy bien, cariño. Sólo me preocupo por ti.

Treinta minutos más tarde, Christopher se encontraba estacionando el auto frente a la casa de los padres de su esposa. La misma, bajó inmediatamente y se aproximó a tocar la puerta. Segundos más tardes una señora castaña se posó frente a Elizabeth y posteriormente la abrazó. Por otra parte Christopher se enfocó en bajar el poco equipaje que traían consigo para los próximos dos días y en cuanto culminó se acercó hacia su suegra y la saludó.

—Christopher, ¡Que de tiempo! —exclamó la madre de Elizabeth.

—Así es, hace mucho que no veníamos por acá.

—Vengan, vamos a dentro —indicó la señora.

Los tres se adentraron a la acogedora casa de los padres de Elizabeth y sin más, la señora les indicó la habitación donde pasarían la noche. Inmediatamente Christopher se adentró al lugar y se aproximó a dejar el equipaje cerca de la cama. Volteó para hablarle a su esposa y percató de que ambas, habían seguido el rumbo directo a la cocina.

— ¿Cómo ha estado Christopher? —interrogó la madre de Elizabeth.

—Ha tenido dos decaídas en la última semana —contestó Elizabeth—. Pero ya tiene un nuevo medicamento y de verdad espero que pueda sentirse mejor.

—Oh cielos, ¿Ambas decaídas por parte de la anemia? —preguntó con impresión.

—No, el médico dijo que tenía síncope vasovagal —informó la joven.

—Debe ser difícil —comentó.

—Sí, así es. Por cierto, ¿Dónde está papá? —interrogó Elizabeth al percatarse de su ausencia.

—Ha salido a buscar algo para la cena.

Christopher, quien había escuchado la conversación fuera de la cocina, optó por adentrarse finalmente al percatarse de que su esposa y suegra habían cambiado radicalmente el tema. Caminó hacia su esposa y posteriormente le informó que las cosas ya estaban en la habitación.

— ¿Quieren café? —preguntó su suegra.

—Me parece bien —respondió Christopher.

Para cuando se hizo de noche, el padre de Elizabeth se encontraba en casa con la cena sobre la mesa. La madre de la misma, por otra parte se encontraba preparando los platos para proceder a comer. Para cuando la mesa estuvo en orden y los platos servidos, los cuatros se aproximaron a cenar en silencio. Al culminar, Elizabeth se ofreció a dejar todo en orden y así fue. La misma se había encargado de recoger la mesa y lavar los trates junto a Elizabeth.

Para cuando dieron las nueve de la noche, los cuatro se encontraban sentados en la sala, donde las voces de Christopher y su suegro estaban en sintonía, mientras que Elizabeth y su madre prestaban total atención a la conversación.

— ¿Entonces te has sentido mejor? —interrogó el padre de Elizabeth.

—Así es, estoy mejor.

Todo parecía indicar que ambos señores estaban interesados en saber sobre la salud de Christopher y como lo estaban sobrellevando. Sin embargo, media hora más tarde el señor anunció que estaba cansado y se retiró a dormir seguido por su esposa.

La pareja sin más, se encaminó hacia la habitación donde pasarían la noche, tomaron sus pertenencias y posteriormente se cambiaron de ropa. Seguidamente se subieron a la cama y se acostaron totalmente abrazados.

— ¿Crees que pase como la vez anterior que vinimos? —preguntó Christopher.

— ¿Qué mis padres nos levanten temprano para pasar un día en familia? — Christopher asintió—. Si, yo creo que si pasará.

Christopher hizo una mueca de disgusto y procedió a besar a su esposa.

Para el día siguiente, cómo era de esperarse, los padres de Elizabeth los despertaron a las ocho de la mañana y les indicaron lo que realizarían en su día con lujo de detalles. Con un Christopher sorprendido por los planes que realizaron los padres de su esposa y una Elizabeth emocionada por su día, la pareja se dispuso a prepararse para las horas que pasarían fuera de casa, y para cuando los cuatro estuvieron listos, viajaron en el auto de los padres de Elizabeth hacia el restaurante donde desayunarían.

El padre de Elizabeth estacionó el auto frente al restaurante y posteriormente los cuatro bajaron del mismo, se adentraron al lugar y se ubicaron el mesa para cuatro más cercana, donde, sin más, observaron el menú y minutos más tarde ordenaron.

Para cuando terminaron de desayunar y pagar la comida, salieron del lugar y se aproximaron a un centro comercial del lugar donde, Elizabeth y su madre exigieron unos helados y posteriormente ir a la atracción del lugar.

Los cuatro se sentaron frente a una fuente y comenzaron a conversar de distintos temas. Así transcurrieron las horas, con los cuatro caminando por el lugar y de vez en cuanto comprando algún refrigerio. En realidad los padres de Elizabeth no eran muy innovadores en planear salidas. Por ende, luego de pasar parte del día en el centro comercial, decidieron marcharse de este e ir a algún otro lugar público.

El padre de Elizabeth condujo hasta lo que se visualizaba un parque, donde las personas se sentaban y terminaban de pasar el resto de su día. Sin más, al bajar del auto caminaron hacia el lugar y se sentaron en uno de los bancos. Christopher y Elizabeth se dispusieron a admirar la vista frente a ellos y disfrutar de la fresca brisa que les impactaba el rostro.

Así transcurrieron el resto de las horas; entre temas de conversación compartidos y largos silencios. A pesar de no haber realizado varias actividades, para los cuatro era relajante encontrarse allí. Sin embargo, horas más tarde se percataron del hermoso anochecer que los estaba cubriendo y se dispusieron a regresar a casa, donde, luego de haber viajado hacia la misma durante quince minutos, cenaron, tomaron una ducha y posteriormente se fueron a dormir.


Una noche más. |Terminada|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora