19.

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Para Michelle no era un secreto que el hombre que le gustaba aún estaba herido por la pérdida de aquella mujer que compartió tantos momento junto a él. Sin embargo, Michelle estaba dispuesta a ganar su corazón y a ocupar ese puesto que ahora se encontraba vacío. Por mucho tiempo, había guardado para sí misma este hecho e inclusive llegó a negárselo en variadas ocasiones, todo esto con el fin de poder mantener la distancia y el respeto que se debe hacia Christopher. Al final, su corazón no le permitió seguir guardando tal secreto que poco a poco la estaba consumiendo por dentro y que podría llevarla al borde de la locura.

Finalmente consiguió salir a comer con Christopher, su corazón latía como si fuese una adolescente encontrando su primer amor. Además, decidió aprovechar el momento en el cual lo llevó a un buen sitio para comer y aprovechó para hacer varias preguntas.

— ¿Has tomado tus medicamentos estos días? —interrogó.

—Si, no tienes que preocuparte al respecto.

— ¿Has pensado en volver a rehacer tu vida? —preguntó con discreción.

—No lo sé, para ser honesto, no he pensado al respecto.

Cuando la cena terminó ambos decidieron tomar su rumbo a casa, cada quien por su cuenta. Mientras Christopher manejaba, las voces que había escuchado el día anterior, reaparecieron.

Al pasar los días, Christopher recibió la noticia de ser un empleado permanente, algo que lo hizo motivarse a seguir esforzándose. También, las enfermedades que padecía parecían estar bajo control. Sin embargo, muchas veces, al creer que las cosas están yendo realmente bien, podemos estar equivocados. Las voces en la cabeza de Christopher no desaparecían y por el contrario, se intensificaban. Mentalmente, el joven se había vuelto débil en medio de la soledad y del estrés.

¿Cuánto tiempo pasará hasta que mi dolor termine y vuelta a verte otra vez?

Era lo que se preguntaba cada noche antes de dormir.

¿Cuánto tiempo tendré que soportar?

—Christopher —Se escuchó susurrar.

Christopher caminó adentrándose hacia la pequeña pradera de la cual no tenía idea de haber visitado alguna vez antes.

—Christopher —se escuchó susurrar una vez más.

Para cuando el joven subió la mirada, Elizabeth se encontraba frente a él. La presión subió y el corazón del joven comenzó a latir a tal manera que podía sentir que su corazón iba a salir del pecho. Rápidamente se adentró más a la pradera y corrió hacia quien era el amor de su vida. La tomó entre sus brazos y cargó de ella como si no hubiera un mañana. Sonrió y las lágrimas no dudaron el salir.

—¿Cómo es… Como es que estas aquí? —preguntó Christopher.

Elizabeth sonrió.

—Estoy tan feliz de verte —sonrió—. Es como un sueño.

—En medio de la oscuridad, aunque no puedas sentirme o verme, quiero que sepas que siempre estoy a tu lado. A pesar de todo, espero que puedas tener una vida adecuada y que seas feliz.

—Soy realmente feliz en este momento.

—La vida que tuve, te amé en cada momento.

Christopher no mencionó palabra alguna y solo observó el rostro de su esposa, quien no había podido ver desde hacia tanto tiempo. Más sin embargo, el reflejo de su amada comenzó a desaparecer conforme avanzaban los minutos y eso hizo que Christopher entrara en desespero.

— ¿A dónde vas? ¡No te vayas, no quiero perderte de nuevo!

—Tu corazón es el lugar donde siempre habitaré, permaneceré en cada uno de tus pensamientos y esperare hasta el momento en que podamos estar juntos otra vez.

Elizabeth desapareció de la vista de Christopher como si de una ráfaga de viento se tratase, alguien que el viento se llevó una primera vez y que ahora lo hace por segunda vez.

A lo lejos, se escuchó sonar una ambulancia. Christopher comenzó a mirar a su alrededor pero no puedo observar nada, más sin embargo, con el paso de los segundos el ruido comenzó a hacerse más intenso. Sin caer en cuenta, el tiempo para Christopher pasó tan lento como una hoja cayendo del árbol en otoño y el ambiente a su alrededor se tornó nada más y nada menos que como a mitad de invierno.

Christopher perdió la noción del tiempo y poco a poco el lugar donde yacía fue desapareciendo, encontrándose ante sus ojos un rostro bastante familiar.

—Resiste Christopher, ya casi llegamos —la voz asustada de Michelle había rechinado en sus oídos.

Un accidente había ocurrido en el proceso.



Una noche más. |Terminada|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora