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Cuando las cosas se vuelven duras a tu alrededor y te haces dependiente de la persona que amas, cuando sueñas con tenerla cada día a tu lado y sentir ese abrazo que únicamente esa persona puede ofrecerte; ver esa sonrisa que sólo esa persona puede soltar, cuando quieres verla cada día al despertar y cada noche antes de dormir.

Un golpe de realidad había llegado como un balde de agua fría para Christopher, quien al ver como la comida faltaba en su maletín, se levantó de su asiento y volvió a casa dejando todo su trabajo a medias. Mientras los días se pasaban completamente lentos para él, realmente volaban para el mundo en general. Había decidido no volver a su trabajo hasta sentirse mejor, aunque eso implicase que fuera despedido; su mente y su alma no estaban listos para retomar una nueva vida sin su amada aún.

A pesar de cuan odiaba Christopher salir esos días, debía hacerlo, pues luego de que confirmó el rostro del asesino, el interrogatorio terminó y el tan anhelado juicio prosiguió. Los padres de Elizabeth estaban listos para luchar por arrebatada vida de su unigénita.

El padre de Elizabeth se había reunido con la fiscalía y con eso, tenían la seguridad de que el asesino pagaría por su pecado. Habían derramado suficientes lágrimas, habían sentido el dolor más inmenso al perder a su única hija, era momento de ser fuertes. Sobre todo Christopher, quién debía testificar.

La familia llegó al lugar donde el juicio se daría y Christopher fue dirigido por un camino diferente al de sus suegros, quienes se sentaron en primera fila para poder observar el juicio. Minutos más tarde, todos se vieron obligados a ponerse de pie ante la presencia del juez.

—Daremos inicio al presente juicio. Fiscalía, ¿desea comenzar?

—La fiscalía demanda al acusado por asesinato en contra de la ciudadana Elizabeth Adams.

¿Defensa?

—Mi cliente es completamente inocente, señoría.

—¿No es cierto que el acusado se encontraba en la escena del crimen el día 16 de marzo y asesinó a la joven luego de un intento de asalto? Para comprobar esto, llamo al estrado al esposo de la fallecida, quién se encontraba con ella en ese momento.

Los nervios recorrieron el cuerpo de Christopher al escuchar su nombre. Segundos más tarde, abrió la puerta que lo conduciría hacia el estrado donde debería presentar su declaración. Sigilosamente caminó hacia el lugar y tomó su respectivo asiento.

—Primero que nada, preséntese.

—Mi nombre es Christopher Caswell y soy el esposo de Elizabeth.

—¿Es cierto o no que usted se encontraba con la fallecida el día del accidente? —interrogó la fiscal.

—Es cierto.

—¿A dónde iban a esas horas de noche y por tan solo lugar?

—Elizabeth y yo siempre salíamos en auto, así que ese día decidimos tomar el aire fresco e ir a cenar. También decidimos regresar caminando.

—Expliquenos lo sucedido en el regreso a casa.

—Esa noche, cuando volvíamos, realmente me sentía mal debido a mi enfermedad. Nos detuvimos por un momento y fue allí cuando Elizabeth visualizó a este hombre sentado allí—señala al acusado—. Ella dijo que él lucía realmente sospechoso así que comencé a caminar de nuevo, fue allí cuando este señor corrió hacia nosotros y nos apuntó con un arma.

¿Está usted completamente seguro de que es este hombre el culpable?

—Completamente.

—No más preguntas.

—Defensa, proceda —dijo el juez.

¿Cómo puede usted estar seguro de que mi cliente es el culpable, cuando usted estaba teniendo problemas debido a su enfermedad y la luz en aquella zona no absolutamente buena?

—Para ser sincero, puedo reconocerlo con el simple hecho de ver su rostro.

—Su señoría, no hay una prueba que asegure la presencia de mi cliente en ese lugar, el testimonio de un esposo adolorido no debería ser suficiente para enviar a un hombre a la cárcel. Sin embargo, presento la prueba de que mi cliente se encontraba en un viaje con sus amigos.

El abogado caminó hacia el asiento del juez y presentó la prueba en sus manos. Cuya prueba eran fotos con la fecha del 16 de marzo.

—La defensa descansa.

—De hecho, su señoría, tenemos en nuestras manos la prueba de que el acusado es el verdadero culpable. Presento ante usted el arma que se utilizó para asesinar a la víctima, junto con una prueba de compatibilidad hecha por expertos, quienes confirman las huellas del acusado en el arma —La fiscal caminó hacia el juez y presentó la prueba.

Un pequeño desorden se provocó en la audiencia interrumpiendo el juicio.

—Tomaremos un breve receso y continuaremos —informó el juez.

En ese momento, el abogado defensor pidió unos minutos con el acusado, quedándose casi solos.

— ¿Cómo demonios no me dijiste que existía esa arma? ¡Dijiste que te ocupaste de ella, imbécil! No hay manera de que ganes este caso.

—Realmente no sabía que la habían encontrado.

—Acepté defenderte porque dijiste que esa arma estaba desaparecida del mapa, esto es una pérdida de tiempo.

— ¿Qué se supone que hagamos ahora? ¡Realmente no quiero ir a la cárcel!

—Nadie te envió a cometer ese pecado, acepta las consecuencias ahora y declárate culpable, quizá reduzcan tu condena.

— ¡Tú sabes porque lo hice! Además, no tenía intenciones de disparar, es todo culpa de su esposo.

—Hay otras formas de obtener dinero, ¡solo tienes 20 años!... Como sea, es mejor decir la verdad.

—Es muy sencillo para ti, eres un grandioso abogado.

Finalmente el receso terminó y la sesión continuó.

—Defensa, ¿tiene algún testigo?

—De hecho, su señoría, mi acusado desea asumir la responsabilidad y declararse culpable por el asesinato de esa joven. Nosotros aceptamos los cargos de la fiscalía.

— ¡Realmente no quería, ese señor de allí forcejeó el arma conmigo y me hizo disparar, realmente lo siento! —exclamó el acusado.

— ¡Orden! —exigió el juez—. Debido a que el acusado decidió reconocer su delito, los miembros del jurado juzgaran al respecto y en unos minutos daremos el veredicto.

Mientras todos esperaban ansiosos por saber los años de condenas. Los padres de Elizabeth lloraban en sus asientos y rogaban porque la cantidad de años sea la justa.

El veredicto al fin estaba en el escritorio del juez, quien se disponía a leerlo.

—Los miembros del jurado encuentran al acusado culpable bajo los cargos de asesinato en primer grado e intento de robo. Sin embargo, los miembros del jurado también han tomado en cuenta el hecho de que el acusado ha aceptado su pecado. Por lo que es condenado a 5 años de prisión y 1 año de servicio comunitario.


Una noche más. |Terminada|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora