"Presentimiento."

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Capítulo ocho.

—¡Papá! —Dije con emoción y juntamos nuestras manos, su energía se sentía mucho más nítida, como si estuviera vivo— ¿Cómo has pasado?

—Me he sentido diferente... Aún no comprendo por qué.

—¿No has pensado en que...? —Dije, insinuando mi pensamiento al aire.

—¿En que puedo volver a la vida? —Rio con un poco de gracia— Sería maravilloso disfrutar de mi nieto, como no pude disfrutar de ti. —Sonaba algo melancólico— Tal vez haya algún tipo de hechizo, pero no conozco a ninguna bruja que esté dispuesta a hacerlo.

—Oh, papá... —Lo observé— trataré de encontrar a una. Lo prometo.

—No te preocupes, ya me acostumbré a vivir así.

—No pierdas la fe, lo haré.

—Suspiró— Bien, confío en ti. Por otro lado, debes tener cuidado querida.

—¿Por qué?

—He rondado a los guardias que el concejo ha enviado, no todos son de fiar, por favor permanezcan atentos. Su energía es muy oscura, ¿no has detectado su aura?

—No... Casi todas son amarillentas o rojas, propias de guardias matones del concejo.

—Busca bien, debe haber alguna camuflada.

—También estaba pensado en esa posibilidad.

—Descuida, sé que vas a identificarlo pronto... —Soltó una risa.

—¿Qué pasa?

—Te pareces tanto a Carol cuando estaba en embarazo... Es como verla de nuevo. Se siente raro saber que mi niña ahora tendrá sus propios niños.

—Oh vamos, no te pongas melancólico por favor, estoy más que sensible, no quiero llorar. —Dije con gracia y ambos reímos.

—Sabes que te amo mucho, ¿Cierto? 

—Reí— Claro que sí papá, yo te amo más.

Colocó su mano sobre la mía y aún podía sentir su energía mucho más nítida de lo normal, tal vez había una forma de hacerlo volver a la vida física, de cierta forma, seguía siendo inmortal.

—Bien, debo irme. Iré a visitar a tu hermano, es divertido ver cómo se asusta cuando aparezco en medio de su ducha nocturna.

—Solté una carcajada— ¡Vaya que eres malo!

—No lo soy, solo soy divertido. —Rio— Cuídate, mi niña. En serio, ten mucho cuidado con las personas a las que les des tu voto de confianza.

—Sí, capitán. —Dije y sonrió.

Desapareció cuando volteé, luego sentí un estruendo y un grito de la garganta de Harry, reí estando sola y decidí ir a dormir, hablar con papá siempre aclaraba mis dudas y me tranquilizaba como nadie imaginaba.

Al día siguiente, me dirigí a mi primera clase, la cual salió de maravilla, pero quería volver a mi habitación para cambiarme por una ropa más cómoda. 

Fue una grata sorpresa llegar a mi cuarto y encontrar una pequeña caja de regalo, que decía "Para Ónix."

La abrí con curiosidad y un hermoso conjunto de color azul cielo, con un sonajero y un biberón reposaban sobre la cama, mis ojos se llenaron de lágrimas. Había otra nota que decía "Con cariño, Papá."

—Ay Frank, siempre sabes qué hacer. —Dije al aire y reí.

En el transcurso del día, los chicos me hicieron llegar diferentes regalos para nuestro pequeño, y recordando la profecía, temía que todos aquellos conjuntos, le quedarían pequeños en cuestión de meses.

Llegó el tercer mes de gestación y con él, la constante sed y fatiga eran los protagonistas de mi día a día. Tenía muy presente que no debía tomar más sangre de la cuenta, así que por recomendación de Harry, sólo tomaba dos vasos al día, a pesar de que mi cuerpo pidiera más.

Un día cualquiera, al llegar a mi habitación encontré un regalo pero no tan agradable como el resto.

Una bella ave y su pichón, muertos.

Había entendido su mensaje, no me importaba que quisieran mi cabeza, la daría si fuera necesario, pero no la de mi bebé. No permitiría que le colocaran ni un dedo encima. Llamé a Frank, su ira era evidente al ver la tétrica escena.

—¿De qué se supone que sirven los guardias si no pueden cuidar la ventana de Cat? —Decía con evidente furia.

—Por favor Frank, cálmate. —Dijo Nick, rodando los ojos.

—No quiero calmarme, ¡son lo único que tengo en el mundo! No voy a permitir que unos estúpidos cazadores me los arrebaten.

—No van a hacerlo, seguimos aquí y daremos la pelea. —Comentó Aron.

—Lo sé chicos, y agradecemos mucho eso.

—Grace, hay que tomar medidas, ahora. —Dijo Frank, mirándola fijamente.

—Bueno, ¿qué propones? 

—Pensó por unos minutos y nuevamente respondió— Una nueva clase.

Todos lo miramos expectantes, ¿A qué se refería?

Nos explicó su idea y todos estuvimos de acuerdo. Sería dictada por Nick y Frank, duraría 3 días consecutivos. Una especie de curso intensivo de defensa personal especializada en armas traídas directamente del vaticano. Sonaba muy interesante.

Dos días después, Harry me buscó.

—Cat, necesito hablar contigo.

—Claro, dime.

—¿Cómo están tus dones?

—No me había fijado en ellos en días— Bien, supongo... Mucho más fuertes.

—Exacto, los míos igual. He tenido una visión.

—¿Sobre qué?

—¿Recuerdas que en la profecía decía que un pariente cercano que no fuera su padre debía asistir el parto? 

—Oh, sí lo recuerdo.

-Bien, creo que me ha elegido.

—Sonreí ampliamente y con sorpresa— Oh Harry, ¡Eso es maravilloso! Podré contar contigo en caso de cualquier complicación.

—Rió despreocupado— Por favor, siempre podrás contar conmigo.

—Lo sé, tonto. —Reí y nos abrazamos, me tranquilizaba mucho la idea de tener a mi hermano cerca, y que estaría ayudándome a pesar de todo, para eso eran los hermanos, ¿No?

Todo había cambiado muy rápido. En cuestión de meses todo había dado un enorme vuelco y aún sentía miedo, no sabía si podría traer al mundo a Ónix aunque no me importaba morir en el intento, quería que él tuviera los padres que yo nunca pude disfrutar porque me fueron arrebatados y lucharía con todas mis fuerzas para que aquella trágica historia no se repitiera.

***

Hola a todos! 

Espero se encuentren de maravilla, ¿Qué les parece el capítulo?

Prendan una velita, he actualizado en menos de un mes, já.

Nos leemos pronto, 

-Nana fuera. 

Blue Blood: el destino de la familia real corre peligroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora