cap.4

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Eschucho sus pasos alejándose, también los mormullos de los estudiantes a mi alrededor. Quiero llorar por la impotencia, por la vergüenza que siento. Trato de respirar profundamente pero fallo en el intento, tal como fallan mis pies que se niegan a levantarse. Estoy helada, aún siento su mirada penetrante y dura al igual que  su voz que sigue retumbando en mi cabeza.

Noto como alguien tira de mi y lo agradezco, sacudo mi ropa y sin mirar a nadie trato de avanzar hacia mi clase. Sin embargo alguien me detiene, un alivio me recorre cuando me doy cuenta de que se trata de Amy.
-¿Que te ha pasado?, ¿Estás bien?- me pregunta con rapidez y no puedo evitar sonreír por su pequeña crisis. Hago una mueca cuando me palpa el muslo derecho, seguro que ya tengo un moratón por el golpe.
-Estoy bien... No ha pasado nada, ha sido sin querer- le sonrió para que se quede tranquila- sabes lo patosa que soy-.

Observa mi cara en busca de algo que me contradiga pero termina por darse por vencida. Suspira y se da la vuelta. Miro como se aleja en otra dirección, su cabello rubio le llega a la cintura y se mueve de un lado a otro, sonrio al ver cómo la miran con deseo. Es hermosa y ella lo sabe, su carita es pequeña, sus ojos asombrasomante azules intimidan. Transmiten determinación y confianza mientras que los mios solo pánico y dolor.

Suspiro y doy la vuelta para ingresar en el aula, ninguno me soporta, todos me miran como un bicho raro. No solo por mi aspecto de espectro sino por mi inteligencia, se sienten incómodos con mi presencia, una estúpida niña en un curso que no le pertenece.

Me siento en la primera fila, todos se acomadan atrás y siento sus cuchilleos. Al final guardan silencio cuando ingresa el profesor, saco mi cuaderno de dibujo pero me detengo cuando veo que escribe en la pizarra "examen". Resoplo y lo dejo en su sitio, mis compañeros se quejan pero al parecer el profesor de Química no le importa porque comienza a repartir las hojas.

-¡ Amanda!- hago como que no escucho y sigo mi camino, solo quiero irme a casa y tumbarme, estoy muy cansada y agotada. No logro dar ni cuatro pasos cuando siento unas manos jalandome.- ¿ Porqué no esperas?- Erik... Nose de donde sale su obsesión conmigo, nunca le dí indicios para ello.
-Estoy cansada, enserio, quiero irme a mi casa- le contesto enfadada. - si sigues entreteniendome voy a perder el bus y no quiero ir andando-.

- sabes muy bien que te puedo llevar, no me supone ningún problema- dice  fustrado por mi comportamiento. Alzo una ceja en su dirección y veo como esboza una sonrisa sarcástica, sabe cual es mi respuesta.

Erik es todo lo que una chica puede desear, rubio, alto muy alto y con los musculos en los lugares correctos. Pero no lo quiero cerca de mi, no quiero a nadie a mi alrededor pero al parecer el no se da nunca por vencido. -no me mires así, sabes que tenía que intentarlo- no puedo evitar sonreír cuando lo escucho.

- ¿Entonces porqué lo haces?- le pregunto bromeando, sacudo mi cabeza para evitar que vea mi sonrisa. Aunque sea un pesado no puedo evitar sonreír con sus tonterías.- ¡No me lo puedo ni creer! La reina de hielo esta sonriendo- se carcajea de mi el muy imbécil - ¡No te atrevas a reirte de mi!- le grito pero el sigue riéndose como si nada- ¡Imbécil!- le golpeo.

Me doy la vuelta con una sonrisa tonta dibujada en mi cara, pero me quedo congelada cuando veo quién me estaba observando. Dejo de sonreir y agacho la cabeza para que mi pelo me oculte del bruto que me lanzó contra el suelo.

-Adios...- susurro a Erik y sigo mi camino.No espero su respuesta y me alejo lo más rápido que me permiten mis piernas. No quiero que me mire, lo quiero lejos de mi. Hay algo en el que no me gusta, algo del que se que debo huir.

-¡Por fin llegas!- la aguda voz de mi tia me hace saltar por el susto. Estaba absorta en mis pensamientos que no me di cuenta de su presencia. Mi tía es una mujer dura y cruel, no me soporta ni ella ni su querida hija.

No queria hacerse cargo de mí pero no le quedó otra opción por soy menor de edad. Antes estaba conmigo Cris... Ahora estoy sola y a su merced.- Quiero que limpies todo el salón, hoy tenemos invitados muy importantes... Y como se te acurra salir de tu habitación o hacer algún ruido. Por más pequeño que sea- siento como me jala el pelo y no puedo evitar soltar un chillido- te vas a arrepentir. Bastarda- me suelta y se aleja.

Trato de respirar para evitar el ataque de pánico... Solo quiero acurucarme en mi cama y llorar hasta quedarme dormida. Pero no puedo hacerlo si quiero conservar la vida, me levanto con esfuerzo del suelo. Siento vibrar el móvil en mi bolsillo trasero. Descuelgo al ver quien es el remitente.

-¿Llegaste bien?- siempre es la misma pregunta, y siempre de la misma persona. La única que se preocupa y sabe bien que me pasa. - Si Amy, estoy muy bien, pero ahora no puedo hablar tengo cosas que hacer-. Le digo y cuelgo sin esperar su respuesta. Tengo trabajo que hacer y el tiempo no juega a mí favor. Con pesar y el estómago rugiendome de hambre me encamino al bendito salón.

- ¿Que haces aquí sentada?- mi querida prima como siempre tan amable conmigo. Le doy una mirada interrogante, nose a que viene todo esto. Necesito comer- los invitados van a llevar y tu aquí tragando como una cerda- me levanto arrastrando la silla y veo como retrocede. Es una zorra, a lado de su madre se cree que soy su esclava pero cuando estamos solas me tiene miedo. -re... recoge esto y sal de aquí- dice y se da la vuelta.

Los ruidos y las risas del salón me sobresaltan y me arrancan de mi sueño. Arrastro la mano esta mi mesilla para coger el móvil y veo que son las 3:00 de la madrugada. Fustrada me froto la cara, ahora sé que no puedo volver a dormir. Nunca puedo hacerlo, una vez despierta no logro conciliar el sueño.
Me arrastro hasta mi mochila y saco mi cuaderno de dibujo. Una pequeña hoja rectangular cae al suelo, no puedo evitar pensar en ese hombre.

Olvida Todo ConmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora