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Tres años antes

Girándome a la izquierda y a la derecha, estudié mi reflejo en el espejo del baño. El elegante vestido de verano rojo era probablemente uno de los conjuntos más osados que me había puesto fuera del escenario.

Mostraba más piel, básicamente más escote, de lo que solía mostrar. Pero necesitaba algo que llamara su atención. Esta noche era la noche en que iba a decirle finalmente a Harry cómo me sentía por él en verdad.

Todo se había estado construyendo para este momento. Me enamoré de él durante los dos anteriores veranos, pero no me había dado la hora hasta este año. Empezó de a poco: salir por ahí para charlar, guiñarme el ojo desde el otro lado de la tienda, pidiéndome que comiera con él.

Luego empezamos a pasar tiempo juntos en su casa o la mía, usualmente viendo películas o jugando videojuegos. Todas las señales de que éramos una pareja estaban ahí... excepto que no decíamos las palabras. Así que esta noche, más que nada, quería que admitiera cómo se sentía por mí.

Que me diera alguna señal para esperarlo mientras no estuviera. Ya sabes, toda la idea romántica de la vieja escuela de ser la chica a la que él escribía y suplicaba paquetes de galletas hechas en casa. Incluso cuando las relaciones a distancia apestaban, estaba dispuesta a hacer cualquier cosa por Harry, tanto era mi amor.

Respirando profundo, revisé una última vez  mi apariencia un tanto excesiva antes de salir de mi dormitorio.

—Me voy a la casa de Sarah —les dije a mis padres, que estaban viendo una película en la sala de estar.

Una explosión de osadía y remordimiento me atravesó al mentirle a mis padres. Pero como eran tan sobreprotectores, nunca me dejarían ir a una fiesta en la casa de Harry sin Maudie en casa.

—Diviértete, cariño —replicó papá con la boca llena de palomitas de maíz.

—Los veré en la mañana —dije antes de cerrar la puerta delantera detrás de mí. Mientras mis zapatillas crujían a lo largo del camino de gravilla de la casa de Maudie, sonreía cuando pensaba en cómo Harry se me había acercado anteriormente en esa semana.

Yo acababa de llamar por teléfono a algunos clientes cuando su cabeza apareció sobre la parte de arriba de la caja registradora.

—Hola —dijo con una sonrisa perezosa.

—Hola —dije casualmente mientras intentaba mantener mi indiferencia con él tan cerca.

—Escucha, haré una fiesta Bon Voyage el viernes por la noche, y quiero que estés ahí.

Mis cejas se elevaron por la sorpresa. —¿D-de verdad? ¿Yo?

—Demonios, sí.

—Gracias. Me encantará ir. —Mientras decía mi frase, lo miré con la cabeza ladeada—. ¿Eso significa que Maudie sabe sobre esa fiestecita que harás?

Él se rió por lo bajo. —Sí, lo sabe. De hecho, me dará la casa durante el fin de semana mientras ella va a una subasta de arte fuera del pueblo.

—Ya veo.

—¿Entonces estarás ahí? —Presionó insistentemente.

—Por supuesto. No me lo perdería por nada del mundo.

Harry me guiñó un ojo antes de irse pavoneándose. Observaba su figura alejándose tan intensamente que no noté cuando llegó el siguiente cliente. Se tuvo que aclarar la garganta para llamar mi atención.

—Lo siento —murmuré. Cuando empecé a subir los escalones del porche de Maudie, bajé la mirada a mi teléfono.

Era poco después de las nueve, y no podía evitar sentirme decepcionada porque no había un mensaje "¿Dónde estás?" de Harry. Por los sonidos de la multitud borracha dentro, la fiesta había estado en su auge durante horas, así que debió haberse preguntado dónde estaba yo.

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