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Papá tenía las manos  atadas a la espalda, sólo podía tirar mis brazos alrededor de su pecho. Apretándolo firmemente, sin pelear con las lágrimas que pinchaban mis ojos.  Él inclinó la cabeza para besar mi mejilla.

—Gracias a Dios que estás bien. He estado tan preocupado, cariño —murmuró, con la voz quebrada.  Me siento de la misma manera. Tratando de aliviar la tensión, reflexionó—: Mi hija, cazadora de tesoros. 

Incluso en su broma, no podía luchar contra los sollozos que se escapaban de mis labios. 

—Lo siento, lo siento tanto.

Papá me dio una sonrisa fantasma.

—Está bien.

Y entonces nuestra breve reunión se hizo añicos con Jensen acercándose sigilosamente detrás de mí. Me puse rígida cuando sentí su aliento en mi cuello.

—Odio interrumpir una escena tan conmovedora, pero creo que tenemos algunos asuntos que atender.

Sabía que él quería que lo siguiera, pero me negaba a cooperar. Me quedé clavada en el suelo con los brazos alrededor de papá.

—Señorita Montgomery, por favor coopere —dijo Jensen.

Él me alejó de papá y me llevó hasta un sofá raído que solía ser un comedero donde un animal se alimentaba. Harry estaba junto al sofá, moviéndose con ansiedad de ida y vuelta sobre sus talones. Sabía que él estaba pensando lo mismo que yo.

¿Dónde diablos estaban el Agente Montrose y el GBI?  Miré por encima del hombro para ver a Terrance  agarrar a papá.

—¿Quieres que lo llevemos de vuelta en el establo? —preguntó. 

Jensen negó con la cabeza. —Sólo mantén un ojo sobre él. Si todo está en orden, no va a estar aquí mucho más tiempo—. Él me hizo señas para que me sentara, pero me mantuve de pie. Su mandíbula se apretó en señal de desaprobación, pero no me forzó. —Asumo que desde que Julius barrió tu camioneta y no encontró el oro, ¿está en algún lugar en ti?

—Sí  —murmuré. 

Cruzó los brazos sobre el pecho. 

—¿Estás tratando de jugar conmigo, señorita Montgomery?

—No.

—La Sra. Sinclair quería jugar conmigo sobre el mapa. Ya viste cómo terminó ella—. Él sacó una pistola del bolsillo de su chaqueta. —Sé una chica inteligente y dame el oro. 

Dudé por un instante antes de que mi mano temblorosa se posicionara en la cremallera de mi bolso. Jensen sonrió a mi cumplimiento.

—Sé lo que estás pensando. No es justo que te hayas pasado por tantos problemas para conseguir el oro y ahora tienes que renunciar a ello. Pero en realidad no es tuyo. Realmente le pertenece a mi familia. 

—No, el oro era de Pretty Fawn. Si le pertenece a alguien, a sus antepasados. 

Jensen entrecerró los ojos. —Ahora escúchame. Mi tatarabuelo, Arch, era el hermano de Avery Jensen. Después de que Avery fuera asesinado, Arch pasó la mayor parte de su vida buscando el mapa y el oro llevándolo a la locura. Justo antes de que mi abuelo muriera, él descubrió el mapa había sido escondido en una pintura hecha por el nieto de Notley, el hermano de Pretty Fawn. Él me hizo jurarle en su lecho de muerte que encontrara la pintura, sin importa las consecuencias.

Cuando él alcanzó mi bolso, di un paso atrás. Traté de pensar en alguna manera de seguir hablando y darle al Agente Montrose y al GBI un poco más de tiempo. Me mordí el labio por un minuto antes de descolgarme, pero ¿por qué ahora?

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