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Esbocé la sonrisa más dulce que pude.

—Sí, señor. Vea, perdimos dos neumáticos saliendo de la carretera, y solo hay un repuesto. ¿Cree que puede llevarnos hasta la ciudad?

Cuando me atreví a mirar a Harry, me estaba mirando fijamente con incredulidad. El hombre sólo sonrió.

—Por supuesto. Voy para allá. Entren.

Harry me hizo entrar primero, así que terminé sentada junto al hombre. A regañadientes, me deslicé por el asiento. Ya que mi mamá siempre me recalcó la importancia de los modales, extendí la mano.

—Soy Lane Montgomery.

Me tomó la mano en la suya con forma de garra, y me la sacudió fuerte.

—Soy Byron Sutton. —Se inclinó hacia delante para echarle un vistazo a Harry—. ¿Cómo se llama tu novio?

Me mordí la lengua para no decir, ¡No es mi novio! En cambio, dije—: Él es Harry.

—Encantado de conocerlo ―dijo Harry, extendiendo el brazo por delante de mí para sacudir la mano de Byron.

—Encantado de conocerlos a ambos, también. —Byron llevó el camión de vuelta a la carretera—. ¿Dijiste que tu apellido es Montgomery?

—Sí, señor.

Movió la mascada de tabaco en su boca.

—No creo que conozca a ningún Montgomery por aquí.

—En realidad vivimos en Ellijay ―contestó Harry. Después de ojear la etiqueta de la bandera de Estados Unidos y el emblema de Vietnam en un lado del parabrisas, escupí―: En realidad él acaba de llegar del servicio.

Los ojos de Byron se iluminaron. —¿En serio? Bueno, déjame decir lo encantado que estoy de ayudar a un compañero militar.

—Gracias —dijo Harry.

—¿Qué rama?

—Armada. 101 Fuerza Aerotransportada.

Una gran sonrisa se extendió en el rostro de Byron.

—Las Águilas Gritonas. ¡Yo fui una!

Harry rió.

—¿Cuál brazo?

Mi boca se abrió ante la amistad instantánea entre los dos. Byron mantuvo una mano en el volante, y usó la otra para enrollarse hacia arriba la manga de su brazo derecho. Un águila gigante con garras extendidas cubría la mayor parte de su bíceps.

Harry asintió y luego se enrollo su manga izquierda para mostrar un águila más pequeña con las palabras Fuerzas Aerotransportadas debajo. Me reí.

—Vaya, creo que acabo de tener un extraño Déjà vu de esa escena en la película A-Team cuando todos revelan sus tatuajes de Comando de la Armada y se unen para luchar contra el mal.

—Con Jensen en fuga, necesitaríamos toda la ayuda que podamos conseguir —murmuró Harry en voz baja. Byron se arregló la camisa, sin perder la sonrisa.

—Sabía que había algo bueno en ustedes dos cuando los vi. No suelo recoger extraños.

—Estamos encantados de que lo hiciera —respondí.

La carretera terminó en la autopista, y me di cuenta de que no estábamos tan lejos de la civilización como había pensado. Harry me dio un codazo. Seguí su mirada por el parabrisas donde había un grupo de autos usados en la distancia.

—Oiga Byron, ¿Le importaría dejarnos en esa Casa de Waffles ahí adelante? Viendo que probablemente tengamos que esperar un rato por los neumáticos, realmente nos vendría bien algo para comer.

—No hay problema. —Puso la luz de giro y nos dejó en el estacionamiento.

—Gracias otra vez por traernos —dijo Harry con una sonrisa.

—Estuve encantado.

—¿Podemos darte algo de dinero para el combustible? —pregunté. Byron sacudió la cabeza.

—Estuve encantado de ayudar a un amigo veterano y a su dulce chica.

Tragué fuerte ante la idea de ser la chica de Harry.

—Bueno, gracias otra vez —dije antes de deslizarme por el asiento. Supongo que estaba fingiendo ser el novio perfecto, porque Harry me ayudó a bajar.

Caminamos por la parte de delante de la camioneta para estar del lado de Byron. Harry metió la mano por la ventana y volvió a sacudir la mano de Byron.

—Fue un verdadero placer conocerlo, señor. Tengo mucho respeto por lo que hicieron en Nam, a pesar de lo que diga alguna gente.

Byron pareció quedarse sin palabras por lo que dijo Harry. Finalmente, se aclaró la garganta.

—Escucha, si alguna vez necesitas algo, solo pégame una llamada, ¿sí? Soy Byron Sutton en la guía de teléfono. No me va muy bien con eso del celular.

Harry asintió.

—Gracias. Realmente lo aprecio.

—Cuídense ambos.

—Lo haremos —respondí. Con un último adiós, Byron puso en marcha el camión y se fue. Harry lo observó irse con la sombra de una sonrisa en su rostro.

—Apostaría a que él y un par de sus amigos podrían ayudarnos con la situación de Jensen.

—Entonces supongo que es bueno saber cómo contactarlo.

Harry asintió y me hizo una seña para que entrara al restaurante. Estaba bastante lleno con camioneros y turistas. Después de que nos deslizáramos en una cabina, una camarera con cabello abombado y mucho delineador azul se acercó y tomó nuestra orden. Acababa de irse cuando mi celular comenzó a sonar en mi bolso.

—Dios, pensé que ya iba a estar muerto para ahora —murmuré mientras buscaba el celular con torpeza.

Una mirada al identificador de llamada, y estaba llena de miedo y fastidio a la vez.

Me llevé el teléfono a la oreja y dije—: Hola mamá.

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