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—¡Tienes que estar bromeando! —exclamé al ver el Roadside Diner de West.

Harry apagó el motor y me echó un vistazo.

―¿Cuál es el problema?

Ni siquiera podía hablar. Estaba en shock. Quiero decir, cuando oí las palabras "roadside grill", esperaba algún tipo de restaurante, no una parada en la Carretera Hacia el Infierno.

Todo lo que podía hacer era quedarme mirando el cromo brillante de las veintitantas motos que teníamos delante, sin mencionar los dieciocho vehículos estacionados en el lote de al lado.

―¡No puedes esperar que entre ahí!

Harry frunció el ceño. ―¿Y por qué no?

―E-Es como un bar de moteros del infierno o algo.

Se rió entre dientes. ―¿En serio tienes miedo?

Aunque odiaba admitirlo, asentí.

―No te preocupes. Quédate cerca de mí y estarás bien.

Harry comenzó a abrir la puerta, pero lo agarré del brazo.

―Pero soy menor de edad.

Se encogió de hombros.

―West lo va a arreglar. —Mi recelo hizo que emitiera un ruido frustrado con la garganta―. Mira, Princesa, lo siento si no es Four Seasons, pero con los hombres de Jensen por ahí, los hoteles están fuera de la cuestión.

Su repentina actitud hizo que le espetara: ―¿Y dónde se supone que vamos a dormir? ¿En la mesa de billar o detrás de la barra?

Harry se agarró al volante hasta que sus manos se volvieron blancas.

―West dijo que había una habitación arriba con una cama y un baño en la que podemos apretujarnos. Libre de cargos.

No quería ni imaginar cómo luciría el llamado hospedaje. Dejé salir un suspiro, dándome cuenta de que con hombres armados rastreándonos y un tesoro que encontrar, los mendigos no podíamos elegir.

―Está bien, vamos.

―Dios, no te mates dando las gracias por encontrar un lugar donde relajarse y dormir ―se quejó mientras cerraba la puerta de golpe.

Poniendo los ojos en blanco, me colgué la cartera del hombro y me metí el libro de Dichos Populares Cherokees bajo el brazo. Vino por la parte delantera de la camioneta con una mirada agria en el rostro.

―Lo siento, ¿vale? Realmente aprecio que nos hayas conseguido esto.

―¿En serio?

―Sí, en serio. Tal y como están las cosas no creo que Jensen y sus hombres puedan pensar ni por un momento que estamos en un bar de moteros.

Harry se rió. ―No, no creo que lo pensaran.

Comenzamos a cruzar el estacionamiento.

―Así que este tal West... ¿Estuvieron juntos en la armada?

―Nah, terminamos en el mismo hospital de Virginia. En realidad él hizo un tour en Afganistán pero una bomba al lado de la carretera lo dejó fuera de combate. Está mucho mejor ahora que está en casa y trabajando para su viejo.

―¿Y este West tiene un primer nombre?

Harry se encogió de hombros.

―Siempre ha sido West para mí. ―Con una risa corta dijo―: Probablemente tenga un primer nombre afeminado y está avergonzado, como Terry o Sebastian.

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