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Con un gemido, pregunté—: Bien, ¿y ahora qué?

—Bueno, podemos caminar el resto del camino cargando todas las herramientas. O podemos hacer esto. —Harry aceleró y la camioneta avanzó hacia delante, girando y doblando el hierro mientras se desplomaba contra la puerta.

Me agarré del lado de mi asiento mientras el impacto me empujaba y sacudía mi cuerpo. Finalmente, seguimos recto y suspiré de alivio.

—Te dije que este chico malo era una bestia épica, ¿no es así? —preguntó Harry con una sonrisa.

—Oh sí, es épico —murmuré, mis dientes castañeteaban mientras traqueteábamos en el terreno irregular.

Harry lanzó la camioneta en marcha baja y aceleró el motor, enviándonos cuesta arriba. Había pasado mucho tiempo desde que cualquier tipo de vehículo pasara por el camino.

—Espero que esto no sea propiedad privada. La última cosa que necesitamos es un tiroteo con un loco pueblerino haciendo guardia en su tierra —reflexionó Harry.

—Ni que lo digas.

Pero luego, todas las preocupaciones acerca de un "dueño de la propiedad blandiendo una escopeta" se desvanecieron mientras mis ojos se enfocaban en algo en la distancia.

Me incliné hacia delante en el asiento para mirar por el parabrisas. En lugar de una mejor vista, fui recompensada con golpearme la cabeza contra el techo después de que pasamos sobre un bache. El dolor fue momentáneamente olvidado ya que en mi visión observaba claramente una formación rocosa.

—¡Ahí está! —grité señalando.

—Seré condenado —respondió Harry.

Aceleró, llevándonos a toda velocidad hacia la boca de la cueva. Cuando casi llegamos, aflojó el acelerador y nos hizo detenernos en una espesura de árboles.

Después de que apagó el motor, se volvió hacia mí—. ¿Quieres hacer los honores de llamar a Jensen?

Ante la idea de hablar con Jensen, mi garganta se cerró como si me hubiera tragado aserrín.

Negué con la cabeza y dije con voz ronca—: Tú. —Harry asintió y tomó mi teléfono. Era más que raro, que para hablar con Jensen tuviera que llamar al celular de papá.

Alguien contestó al segundo timbrazo.

—Sí, es Harry. Estamos en la cueva. —No pude escuchar la respuesta. Solo vi un destello de frustración en el rostro de Harry—. ¡El margen de tiempo es una mierda! No tenemos ni idea de lo que encontraremos cuando estemos adentro. —Su expresión se apagó—. Bien. Te llamaremos cuando tengamos el oro. —Luego colgó y lanzó mi teléfono contra el panel de instrumentos.

Hizo un ruido terrible antes de caer al suelo. Sus ojos se abrieron—. ¡Mierda! Lamento lo de tu teléfono. Sólo que Jensen... realmente me hizo enojar.

—¿Qué te dijo? —Harry se volvió hacia mí.

—Nos está dando una hora para encontrar el tesoro y luego volverlo a llamar. ¡Una hora! ¡Es un puto loco! —Mi boca se secó ante la perspectiva, y tenía que luchar contra el pánico creciente que amenazaba con apoderarme.

—¿Eso es todo?

—Sí. Así que será mejor que nos pongamos en marcha. Ahora.

En un instante, saltó de la camioneta y cerró la puerta de golpe, haciéndome saltar. Estiré el cuello para verlo buscando y agarrando las herramientas que necesitaríamos. Trabajó como si estuviera poseído.

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