18

1K 68 1
                                    

Harry y yo intercambiamos una mirada de preocupación.

—¿Cómo supiste sobre el tesoro? —exigió Harry. Con una sonrisa maliciosa, West me apuntó con el arma.

—Anoche supe que ustedes dos hablaban muy en serio acerca de ese tonto libro. Luego, después que Lane se entonara con el tequila, soltó la lengua diciendo que estaban a la caza de oro escondido.

Mis ojos se ampliaron. —¿Lo hice? —Todo eso pasó entre esas cuatro copas de tequila y todo era un borrón total.

Mierda, mierda, ¡MIERDA! ¿En que estaba pensando?

—Oh sí, lo hiciste. Al principio, pensé que me estabas tomando el pelo. Pero anoche después que se fueran a dormir decidí que sacaría la ropa de Lane de la secadora y llevarla arriba. Eso me dio una excusa para colarme en tu habitación en caso de que despertaras. Afortunadamente, no lo hiciste. Así que leí tus notas. —Se rió y sacudió la cabeza—. No podía creer que decías la verdad. Supe entonces, que tenía que seguirte para conseguir el tesoro.

—Mira amigo, simplemente no podemos compartir... —comenzó Harry.

—Oh diablos, si puedes. Con ese oro, dejaría de trabajar para mi viejo y en realidad hacer lo que quiera para variar.

—Pero no entiendes. ¡Hombres armados están reteniendo a mi padre hasta que le llevemos este oro! —grité

—Sí, bueno, eso es jodidamente malo. Por lo que veo, hay un hombre armado de pie delante de ti en este momento del cual deberías estar preocupada. —Movió su arma hacia mí por si acaso.

La desesperación hizo que levantara la voz. —Pero lo van a matar. De verdad lo harán. Ya intentaron matar a Maudie, y no van a dudar en hacerlo de nuevo.

West se encogió de hombros. —Lo siento, cariño, pero he visto a hombres volar en pedazos frente a mí, uno más muerto no va a hacer mucha diferencia. Todos tenemos nuestros problemas, ¿sabes? Cualquier oportunidad que tenía de librarme de mi viejo y de Calhoun se fue al infierno el día que esa bomba estalló. Así que, tu triste historia no me importa. —Me entregó su bolso—. Comienza a dividir el oro. Me imagino que ustedes pueden tener la mitad, y yo la otra mitad.

Miré a Harry. Bajó la mirada hacia la roca de ladrillo que aún sostenía en sus manos después de despejar el agujero.

Luego, me miró de nuevo.

Inmediatamente, comprendí. Le di un leve asentimiento concordando. Entonces, todo a mi alrededor se estremeció paralizándose.

Extendí mi brazo para agarrar el bolso de West con un movimiento lento mientras Harry lanzaba la roca tan fuerte como pudo. Cuando se estrelló contra la mano de West, un chasquido hizo eco a través de la cueva. Me encogí momentáneamente ante el pensamiento de todos sus huesos rotos.

West gritó antes de doblarse de dolor, haciendo que su arma volara detrás de él.

—¡Vamos! —gritó Harry, agarrándome por el brazo. Cuando rodeábamos la esquina, miré sobre mi hombro para ver a West aún sosteniendo su mano herida que ahora estaba sangrando.

Sabía que sólo era cuestión de segundos antes que comenzara a buscar su arma y venir tras nosotros.

—¿Estás seguro que no estamos corriendo hacia un callejón sin salida? —pregunté, mi voz hacía eco en la cueva.

—No, tiene que haber una salida en alguna parte. Y donde quiera que sea tiene que ser mejor que volver allí con West.

Con la luz tenue de la linterna, apenas podía ver lo que estaba en frente de mí y mucho menos lo que estaba más adelante. El aire comenzaba a disminuir y nuestros pies comenzaban a resbalarse por el suelo mojado. Fue en ese momento que empecé a tener el mal presentimiento de que estábamos demasiado cerca de las cascadas.

Doblamos en la esquina e inmediatamente estuvimos cegados por la luz solar y un ruido atronador. Nuestros zapatos patinaron hasta detenerse justo antes del borde de la cueva.

Me asomé para ver el lugar donde las cataratas fluían rápidas en una corriente. Tenían que ser por lo menos cinco metros. Harry me agarró por los hombros y me volvió hacia él.

—Está bien, no tenemos opción aquí. ¡Tenemos que saltar! —gritó por encima del rugido del agua.

Mis ojos se ampliaron. —¿Estás loco?

—¿Qué otra opción tenemos? ¡La única otra salida es el callejón sin salida con West tomando el oro!

Cuando tomó un paso más cerca del borde, sacudí la cabeza violentamente con miedo. —¿Qué pasa con Pretty Fawn? Si recuerdo la leyenda correctamente, todo el salto de los acantilados no terminó muy bien para ella.

—Ella no podía nadar. Vamos a ser capaces de llegar a la orilla. —Me tendió la mano—. Dame tu bolso. El oro te pesará demasiado.

Sin decir nada, me saqué la correa sobre la cabeza y se lo di a Harry. Al instante, me sentí más ligera. Se lo lanzó sobre su cuello para pasarlo por sus hombros.

—Bien, hagámoslo. —Ante mi vacilación, él sonrió—. Confía en mí.

Al escuchar unos pasos, me di cuenta que no teníamos más tiempo para debatir mis opciones. Me giré para ver la sombra de West acercándose. Su voz hizo eco en la cueva hacia nosotros.

—¡Muy bien, ya terminé de jugar sus juegos de mierda! ¡Entréguenme el bolso con el oro o empezaré a disparar!

Sin pensarlo más, agarré la mano de Harry. —Confío en ti.

—Entonces, saltemos.

SearchDonde viven las historias. Descúbrelo ahora