IV

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(IV)

Las lágrimas no tardaron en aparecer cayendo en descontrol por su mejilla.

—Te daré un pequeño regalo de bienvenida Sa-ku-ra – le susurro aquel ANBU provocándole náuseas a la pelirosa al sentir como con una de sus manos acariciaba su pierna de arriba a abajo.

Su boca temblaba y miraba el techo de aquella pequeña habitación, no solo lloraba de rabie e impotencia sino que también de dolor. No habían sido nada cuidadosos. Además ella aun era virgen y esos hombres se dieron cuenta demasiado tarde.

—Sakura –escuchaba la voz de esa chica a lo lejos pero ella estaba pérdida en otro lugar de su cabeza, solo queria desaparecer— ¡Sakura!

Al ver que la chica no respondía la pelinegra decidió acercarse y sacudirle el hombro levemente.

—Se que es duro... –susurro– pero esto recién es el inicio. Debes ser fuerte Sakura.

Soltó un suspiro al ver que la pelirosa no reaccionaba. Tenia que darle su tiempo después de todo ella había pasado por lo mismo y sabia perfectamente como se sentía.
Años atrapada en aquel infierno para saber perfectamente como se manejan. Tanto años permitiéndole crear un plan para huir, tantos años buscando ayuda hasta que por fin la encontró, Sakura sería aquella persona que seria su salvación... Para ella y las demás que estaban atrapadas en ese infierno.
Pero primero debía esperar, una dolorosa espera para la pelirosa. Esos dos hombres a comparación que con las demás fueron amables. Pero van a estar muertos muy pronto.
Sakura al parecer era virgen y ellos se encargaron de robarle algo muy preciado para el negocio. Si el jefe se enteraba seguramente los asesinaría, sonrió, dos cucarachas menos.

Volvió a mirar a Sakura y observo la sangre que bajaba por su muslo, algún doctor debería verla.

—¡OIGAAN!– grito aferrándose a los pequeños barrotes de la puerta – ¡¡RYUU!! ¡¡OIGAN!!

Estuvo gritando unos minutos mas hasta que vinieron dos hombres escoltando a alguien por detrás, se alejo de la puerta antes de que se abriera de manera violenta. Los dos hombres se hicieron a un costado dejando ver a un hombre joven y bien vestido, pelinegro de ojos violeta. En una de sus manos había un vaso lleno, de seguro, con alguna bebida alcohólica

—¿POR QUE MIERDA GRITAS, ESTÚPIDA?– se trago sus ganas de asesinarlo y señaló a la pelirosa.

—Era virgen –El vaso que el hombre tenia en sus manos se rompió en pedazos y sabia que aquellos dos tenían las horas contadas.

Con la furia emanando por cada poro de su piel le ordeno a uno de los hombres que lo escoltaban que cargara a la pelirosa.

—Muy bien Itzuyu –el hombre acaricio la mejilla de la pelinegra– gracias por avisarme. Sigue así y podrás estar arriba.

Solo se permitió soltar una arcada cuando él se fue junto a la pelirosa, escupió en el suelo y por fin después de años sonrió esperanzada.

Escaparian de ese lugar

Dolor (Sasusaku) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora