Querido psicólogo particular:
Lo sé soy pesada. Ayer tuve que desahogarme y hoy aún más. Como sabes ayer recogí mi nueva moto en casa de la madre de Alex.
Hoy cuando me desperté y estuve lista para salir, cogí mi casco y bajé hasta los parking del edificio. Allí estaba, preciosa, tal y como la deje anoche.
No puedo creerme aún como he tenido la gran suerte de que Alex me la adjudique, y aún más como esa señora se ha desprendido de esa maravillosa joyita. Claro que eso sí que lo sé. La pobre piensa que soy novia de su hijo y como no, será un niñito caprichoso y consentido de mamá.
He llegado a la oficina puntual, me ha sorprendido que Alex estuviera en los parking esperándome.
No puedes ni siquiera imaginar lo guapísimo de la muerte que iba. Mi atracción por él sé de sobra que al final va a traerme problemas, pero lo siento, esto es inevitable.
Me gusta, me gusta y me súper encanta. ¿Qué puedo hacer para evitarlo?
Jamás nunca he sentido esta sensación, la sensación de la que mil millones de veces me he reído hasta descojonarme, cuando alguien me ha dicho:
"Siento mariposas en el estomago al ver a x persona".
Pues sí hoy han vuelto a revolotear por todo mi estomago las malditas mariposas.
Al aproximarme a él con la maravillosa Vespa de su padre, me planta un alto "tipo al de la guardia civil". Ante este gesto me detengo delante de él y levanto la visera de mi casco para poder comunicarnos:
- Ali. Te estoy esperando. – Me dice con semblante serio como es de costumbre en el.
- Dime Alex. Ya estoy aquí, cogí algo de atasco, había un accidente en la Avenida Manuel Siurot y me ha sido imposible desviarme. – Justifico los minutos de retraso con los que he llegado.
- No te preocupes, es normal, de hecho creo que es el primer día que te retrasas desde que empezaste. No pasa nada. – Me tranquiliza.
- Lo sé. – Afirmo.
- La cuestión es que la estoy esperando para decirle donde debe usted aparcar su moto y no tenga problemas con multas, aquí suele ser muy frecuente. Esta es su plaza. – Me indica señalando un hueco.
- Alex, creo que estas incumpliendo algo. – Le hago saber con una sonrisa picarona.
- ¿Cómo?, ahora estoy perdido. – Reconoce no tener ni idea de lo que le hablo.
- ¿Estás perdido? Pues me ha tratado de usted y eso no es en lo que quedamos el otro día.
- Cierto. Llevas razón. Es complicado, trato con mucha gente a diario y se me escapa ese trato sin quererlo. Lo siento. – Se justifica.
- No importa acepto las disculpas. Otra cosa que quería decirte, si te viene bien podemos hablar del pago de la Vespa a la hora del desayuno. – No sabía en ese instante que hacer para tener un ratito a solas con él. Además es cierto que debo llegar a un acuerdo para pagar mi deuda.
- Está bien. No sé si podré escaparme un rato. No prometo nada pero sí intentarlo. – Saber que intentará salir conmigo a desayunar y que hará un esfuerzo me hace sentir demasiado bien, al menos para mi gusto.
Hemos suido al bufete juntos, no hemos conversado pero para mí ha sido suficiente.
No puedo creerme que me esté entrando este "enchochamiento" madre mía Ali quien te ha visto y quién te ve. Pero sí, me siento orgullosa de subir a su lado, de que las letradas me vean entrar con él. Menuda tontería, lo sé pero a ti psico no puedo mentirte.
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Querido psicologo particular...
RomanceNunca podemos saber en un determinado momento de nuestra vida lo que el destino nos depara. Y en esta historia podemos darnos cuenta de ello, desde inicio a fin. Este es el caso de Alison Jones Smith. Una chica madrileña, hija de Ingleses, recién gr...