CAPÍTULO 19

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Como cada mañana acudo a mi puesto de trabajo. Estoy muy contenta. Mi ánimo está más subido de lo normal, sobre todo para ser las 08:00 de la mañana.

Cuando entro a la oficina aún no hay letrados por allí. Me acomodo y me dispongo a organizar uno por uno los calendarios y las reuniones semanales del bufete.

Van llegando los abogados. Me saludan todos con amabilidad. Sandra al entrar se sienta en mi mesa. Quiere saber cómo fue la noche y nuestra salida, estoy segura. 

-          Buenos días Alison, ¿Me siento? – Me pregunta como siempre con esa gran amabilidad que lleva consigo.

-          Claro. Buenos días. Acabo de comenzar a preparar tus reuniones. ¡Qué casualidad! – Le hago saber.

-          ¿Qué tal vuestra salida? Porque Tamara está muy contenta desde el otro día. No sabe hablar de otra cosa que de Alison y su maja amiga Lara.

-          Pues la salida estuvo inmejorable. He quedado encantada tanto con Tamara como con Elena. De hecho pensamos repetir si ellas quieren.

-          Bueno apañada. Me alegro. Estoy encantada de que estés encajando tan bien en la ciudad y sobre todo de que encajes como amiga de Tamara. Eres muy buena chica. ¡Eso sí! Disfrutad muchísimo pero no caigáis en las garras de ningún gañán. – Bromea.

-          Tenlo por seguro. – Le digo cuando ya inunda de nuevo mi mente Alex. Se levanta, se despide y se adentra en la zona donde está su despacho.

Cuando la semana de Sandra está totalmente organizada caigo en la cuenta de que Alex aún no ha llegado. Me resulta extraño, además corroboro como no tiene ninguna reunión concertada, al menos laboral.

Sigo con mi trabajo o al menos intento hacerlo. Mi cabeza solo piensa en esos ojos verdes, en ese cuerpo cada vez que me hace suya. En cómo me hace sentir cuando estamos juntos.

A media mañana, decido disfrutar de un merecidísimo descanso. Salgo a la terraza y decido tomar una mandarina. Mientras llamo a mamá  para que se tranquilice sabiendo que me verá el próximo finde.  Le digo que no se lo cuente a Jack, así será una gran sorpresa para él.

Después de mí llamada a mamá. Llamo a papá y le transmito la misma información. El sábado lo pasaré con mamá y el domingo con él. 

No he visto hoy a Alex  y eso me enerva. Entro y miro mi bolso y sí en la misma cremallera interior  en la que lo dejé hace unos meses ahí está. Mi último paquete de Nobel antes de dejar de fumar.

No puedo evitarlo y decido coger uno. Vuelvo a la terraza y lo enciendo. Me siento mejor, me relaja y es lo que necesito en este momento. Este piti definitivamente en este instante es la clave para el extraño estado en el que se encuentra mi cuerpo y también mi mente.

-          Buenos días señorita. – Puedo sentir la voz ronca de mi potente jefe.

-          Buenas tardes ¿Querrás decir? – Le pregunto. Intentando demostrarle que estoy molesta por su ausencia durante toda la mañana.

-          Pues sí es cierto, son más del medio día. Por cierto. En ninguna de las ocasiones en las que he tenido el placer de acercarme a ti, nunca he olido a nicotina. – Me apunta señalando el cigarro que aún sujeto  en mi mano.

-          Llevas toda la razón. Llevo meses sin fumar y hoy me dio por ahí. La verdad no sé ni porqué dejé de hacerlo. – Le explico con toda la sinceridad del mundo.

-          Pues sinceramente no lo entiendo. Tu olor no será el mismo te lo aseguro. Meses sin volver y ¿Vuelves por nada? – Si supiera que sí es por algo, que el no verle me ha causado tal situación de ansiedad que he tenido que acudir a esta sustancia.

Querido psicologo particular...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora