Capitulo XV: Noche de verano.

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Las cigarras continuaban cantando, y el calor sofocante hacia que todos estuviesen deseosos de llegar al campamento y tomar una buena botella de agua fresca, Jyushimatsu estaba mirando hacia el precipicio donde Ichimatsu había caído.

—¡Iré a buscar ayuda, no te preocupes, Ichimatsu! —Grito Jyushi y salió despegando hacia el campamento.

Unos pocos minutos pasaron cuando Karamatsu ya estaba cerca de aquella zona, vestido con su camisa blanca y pantalones cortos color azul, su pesada mochila lo estaba matando y su única protección del sol era un sombrero.

Estaba tan cansado por el peso de su mochila que tras dar un pequeño suspiro, tropezó con una piedra en el camino, su rodilla tenía una pequeña herida en su rodilla derecha, pero ignorando aquella herida escucho muy claramente como algo de su bolso se caía y rodaba por la tierra.

Karamatsu se levantó para tomarlo con prisa y sin darse cuenta, cuando el objeto cayó en el pequeño precipicio, el ojiazul lo hizo con él, cayó como si fuese un tobogán en la tierra hasta llegar al suelo sentado y con mucho dolor en la espalda.

—¡Demonios! ¿Acabó de caerme de un lugar alto, verdad...? —Dejo salir un suspiro y se quitó su mochila.

Un suave sonido lo atraía, era el sonido de una respiración agitada, sus manos empezaron a tocar todo lo que tuviese a su alcance para identificar el ambiente y sobre todo encontrar al dueño de ese sonido.

Jadeos, eran jadeos y cuando por fin sus manos tocaron el rostro de Ichimatsu, Karamatsu lo reconoció inmediatamente por haberlo tocado esa mañana, ya sabía como se sentía su piel, su pelo, sus mejillas, la mayor parte de su rostro.

Colocó su mano en su propia frente y la otra en la suya, las diferencias de temperatura eran tales que sin duda, Ichimatsu tenía una profunda fiebre.

—I-Ichimatsu... ¿E-Estas bien? —Preguntó Karamatsu preocupado.

Al no recibir respuesta, llego a la conclusión más normal que sería que estaba inconsciente, lo más probable era que el calor lo sofoco lo suficiente como para hacer que se desmayase, de su mochila saco una botella de agua y una pequeña toalla color azul con flores amarillas color pastel.

Remojo el pañuelo con el agua y rápidamente tras escurrirla la coloco en la frente del pelinegro, luego se sentó de rodillas a su lado, muy lentamente identificando las partes de su cuerpo lo movió lentamente hasta lograr que se recostase boca arriba en sus piernas.

—Espero que te mejores pronto... Y también que vengan a ayudarnos... —Susurro Karamatsu mientras jugaba con el cabello del chico.

Las horas pasaban en absoluto silencio, solo podía escucharse el de la naturaleza, no estaba nada mal pero era ciertamente incomodo.

—Suena un poco tonto el desear poder verte... ¿No? Digo... ¿Que ciego no sueña con poder ver? —Dejo salir una tierna risa. —Haz sido tan bueno conmigo... Que te estoy imaginando como un ángel básicamente, un ángel que Dios me ha enviado luego de tantas plegarías... Quizás estoy exagerando un poco... Pero realmente... Realmente te agradezco que seas mi amigo...

El sol empezaba a ocultarse, el ambiente se había tornado de un hermoso color naranja debido al cielo, justo para ese momento, Ichimatsu abrió los ojos muy lentamente para encontrarse con los hermosos ojos color azul de Karamatsu.

Su corazón inmediatamente salto tanto del susto como de los nervios, sus mejillas se pusieron rojas como tomates y se levantó tan bruscamente que su cabeza choco contra la de Karamatsu.

—¡Ay! —Dijeron al unisono sobándose las frentes.

—Que bueno que hayas despertado, Ichimatsu. —Agregó Karamatsu algo adolorido pero con una sonrisa en sus labios.

—¿Donde estamos...? ¿Y por qué estas conmigo...? ¿Y-Y-Y-Y Q-Q-QUÉ HAGO RECOSTADO SOBRE TUS PIERNAS? —Grito desconcertado y se incorporo de inmediato.

—Estaba preocupado, así que deje que te recostaras en mis piernas. —Contestó Karamatsu.

—¡P-P-Pero...!

—Parece que la fiebre ya te ha bajado, menos mal. —Agregó y se levantó.

Ichimatsu dejo salir un suspiro y se llevo la mano en la frente, estaba rojo hasta las orejas de los nervios y su corazón estaba latiendo como nunca antes.

—¡¿Cómo puede estar tan malditamente relajado?! ¡Con esa sonrisa ingenua! ¡Hace que me moleste! —Pensó molesto y cubriéndose el rostro. —T-T-Te lo agradezco... Q-Qué me hayas ayudado.

—No problem. —Contestó.

Ambos volvieron a sentarse esperando la ayuda, pero aún permanecía el silencio incomodo, se escuchaba los últimos cantos de las aves hasta que el sol se oculto por completo e inicio la noche, las estrellas aparecieron y la luna en el cielo resplandecía.

—Ichimatsu... Sé que esto sonará un poco... Raro pero... Tomando el cuenta el extremo silencio que hay a nuestro alrededor y que se esta haciendo de noche y da bastante escalofrió el pensar que puede pasarnos algo... Sé que somos amigos, ¿Verdad? pero siento que no te conozco realmente.

—¿Qué quieres decir?

—Bueno... Yo te conté la razón de mi ceguera y más cosas que ocurrieron en adelante hasta llegar a conocerte... Pensaba que podías...

—¿Contarte la historia de mi vida?

—A-Algo así, pero no es realmente necesario si no quieres hacerlo, yo lo entenderé.

—No... Esta bien... Supongo que puedo contarte un poco de mi extraña familia... De hecho me parece una coincidencia muy rara que justamente hoy estaba recordando un poco sobre mi infancia.

—¿Eran cosas buenas? —Preguntó con una sonrisa.

—No realmente... Eran... Extrañas...

Un camino oscuro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora