7. "Dioses, ¿caídos?"

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—¿Poseidón? Si, seguro, ¿Saben? No está bueno que se burlen de mí porque saben que me gusta la mitología —bufé incrédula.

—Acaso te imaginabas al dios del mar algo más... ¿Diferente? —preguntó Oscar muy serio, esto debe ser una broma.

—Claro, debe de ser altísimo, con pelo largo y barba, con un tridente, no saldría del mar, ya que esos son sus dominios, ¿No? —respondí igual de seria, de todos los libros sobre mitología era así como describían al gran Poseidón.

—Creo que deberías abrir más la mente para poder asimilarlo Marissa —comentó Meena que me tomó de la mano como dándome ánimos.

—Papá, mejor cuéntale la historia de las islas y de cuando conociste a Poseidón, quizás así lo crea —suspiró Oscar mientras observaba a Costa, esperando.

—Sé que has leído muchos libros sobre mitos y leyendas, sabes que no todos ellos fueron escritos, muchos pasan a viva voz, de generación en generación.

Asentí con la cabeza, bebí mi cerveza preparándome para lo que me iba a contar.

—Juliano de Constantinopla fue el último emperador romano que adoró a los dioses olímpicos, murió luchando contra los Persas en el 363 d.C. Cuando eso ocurrió, las Parcas anunciaron a Zeus que ése suceso había marcado el final de su reinado, que él y los Olímpicos perderían sus poderes divinos —. Costa guardó silencio un momento esperando mi reacción, sólo logré asentir con la cabeza para que continuara.

—Zeus, furioso, destruyó el palacio con sus rayos, trató de todas las maneras de cambiar el destino, pero como bien se sabe que cuando las Parcas dictan su sentencia, ésta no puede ser cambiada. Los Olímpicos descendieron a convivir con los humanos, con la llegada del dios cristiano fueron perdiendo adoradores haciendo que su divinidad fuera desapareciendo, hasta que se quedaron sólo con la inmortalidad.

Costa detiene su historia para beber su cerveza mientras trato de asimilar lo que me acabo de contar.

—Creo haber leído eso, que la llegada del dios cristiano marcó el final de los dioses —medité un momento al beber mi cerveza, pero ya lo había acabado, ¿En qué momento me lo terminé? —Tengo el presentimiento de que hay más, ¿Verdad?

Oscar me abrió otra cerveza y me lo pasó, Costa continuó su historia.

—Lo que no dice en los libros, mi querida Marissa, es que Zeus juró destruir el mundo para vengarse de los humanos, al parecer intentó asesinar a Láquesis, la que dicta el presente, por no haberle advertido lo que estaba pasando hasta que fue muy tarde. Como castigo, Átropos, quien hila el futuro, lo maldijo a él y a los demás habitantes del Olimpo a permanecer en las islas griegas, donde estaban sus templos de adoración, de lo contrario perderían lo único que les quedaba, la inmortalidad.

—Definitivamente eso omitieron en los libros —comenté pensativa, tratando de imaginar lo que habrá sido de esos dioses, viviendo como simples humanos —¿Qué sucedió con ellos desde entonces?

—Se dice que muchos dejaron de existir ya que quedaron sin adoradores, pero los más fuertes y primordiales están entre nosotros, llevan una vida normal, aunque algunos se volvieron ermitaños, o eso se cree ya que nunca fueron vistos —comentó Meena mientras retiraba la vajilla de la mesa.

—¿Qué tal vas hasta ahora? —preguntó Oscar —¿Estás segura de que quieres saber más, o ya tuviste suficiente?

—¿Estás loco? Quiero saberlo todo, ¿Los han visto?¿Cómo son? —empecé a preguntar, ansiosa por saber más sobre lo que creí eran simples cuentos de mi infancia.

—Al que viste hoy, Don, yo no sabía quién era o lo que era cuando lo conocí —comento Costa —Tenía 12 años cuando fui de pesca con mi padre y tres hombres más de su equipo, a las afueras de Atenas, era una día hermoso pero al caer la tarde se vino una tormenta terrible.

Bienvenida al Inframundo - #1 Trilogía RedenciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora