18. "Hola mi pequeña"

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Cuando abrí los ojos, vi que Cassandra estaba sentada a mi lado, recostada por la cabecera de la cama, jugaba con la costura de su vestido de gasa celeste, mientras sus lágrimas caían sin parar.

—Seguro debes odiarme —dijo Cassandra con la voz rota. Me acomode en la cabecera, imitando su pose.

—¿Qué has hecho para merecer mi odio? —pregunté.

—No haberte advertido lo que le sucedería a tu mamá —respondió ella, seguía sin mirarme a los ojos.

—¿Tú viste en una de tus, ehm.. visiones de lo que pasaría? —pregunté.

—Solo veo eventos donde muchas personas saldrán heridas, o sucesos que cambiarán la vida como se conoce —contestó Cassandra.

—No puedo culparte por no haberlo adivinado... sé, que si lo hubieras visto, habrías hecho cualquier cosa para evitarlo —dije con voz débil, Cassy derramó más lágrimas mientras asentía con la cabeza.

—Yo... yo traté —dijo entre llantos —Traté de encontrar a tu hermano, pero no aparece en ninguna de mis visiones, lo siento Marissa.

—¿Acaso él también está. ..? —no pude terminar la frase, Mauri no podía estar muerto, seguramente escapó de las manos de Xander.

—No Marissa, no está muerto —me aseguró Cassandra —Si no, ya hubiéramos recibido a su alma, Hades está tratando de saber qué fue lo que pasó de él.

—¿Y mi mamá? ¿Ya fue ubicada con las demás almas? Ella... ella está... ¿Feliz? —pregunté, sólo quiero que ella esté bien.

—Está preocupada por tí, me pidió que te lleve a verla apenas despiertes —respondió Cassandra.

—Pero, no entiendo. —dije confundida —Creí que cuando las almas eran juzgadas, ellas tomaban del Lete para olvidar su vida y empezar de nuevo aquí.

—Así es, algunos lo beben para empezar todo de cero —comentó ella, pero creo que mi rostro transmitía mi confusión, ella sonrió —A ver, ¿Cómo te lo pongo más fácil? Cuando las almas son juzgadas, las que van al Prado*, tienen la opción de beber las aguas del olvido. La mayoría no lo hace, prefieren continuar con sus recuerdos, esperando la llegada de sus seres queridos. Pero las otras almas, aquellas que han sufrido demasiado, las que no conocen otra cosa que el dolor, son las que escogen beber de ella y tener una nueva vida aquí.

—Es decir, ¿Que mi mamá no me olvidará? —pregunté ilusionada.

—Claro que no, tonta —respondió ella riendo —Martha se apoderó de la cocina del palacio.

—¡Llévame junto a ella Cassy! —exclamé, ambas salimos de la cama rumbo a la cocina.

Cuando llegamos, no podía creer lo que veía, era un lugar enorme, lleno de cocineros y ayudantes, mamá siempre soñó con ser Chef, tener a mucha gente para dirigir y hacer magia en la cocina. Su sueño tuvo que dejarlo de lado cuando quedó embarazada de Mauricio, ella estaba feliz por ser madre, pero Lorenzo Ortíz, mi padre, la conocía demasiado para saber que no podía apartarla de la cocina por mucho tiempo.

Siendo un simple mecánico no ganaba mucho, pero empezó a trabajar doble turno, hacer trabajos extra para ganar más dinero, se rompió la espalda cuatro años y así logró abrir la pastelería para mamá. Un año luego de eso, vine yo al mundo, ellos eran muy felices, hasta que un accidente de moto nos arrebató a papá. La pastelería fue todo lo que nos quedó de él, era el lugar favorito de mamá donde sus dos grandes amores se encontraban, la cocina y los recuerdos de papá.

—Como es bajita creo que no la veo entre tanta gente —dije poniendo mis brazos en jarra, mirando por todos los rincones.

—¿Cómo que bajita? Más respeto nde mitakuñaí* —dijo mamá saliendo de atrás de la puerta del almacén —Chicos ustedes sigan como les indique, ya regreso.

Bienvenida al Inframundo - #1 Trilogía RedenciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora