25. "El infierno está en mi corazón"

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Las palabras de Perséfone no salen de mi cabeza, pero no puedo creerle, Hades no me ocultaría que tiene a Xander, ¿o si?

Ya pasaron tres días desde que ella apareció y no he podido encontrar el momento para hablar con Hades, ya que la ausencia de la diosa en la tierra ha causado un huracán que azota el norte del continente, haciendo que se llene de almas aquí abajo.

El pobre Caronte no da abasto con la cantidad de personas fallecidas que van llegando, los mellizos y los gemelos están ayudándolo a controlar a las masas. Cassandra predijo la llegada de dos huracanes más en la misma zona, temo que este desastre solo está empezando.

Hécate y Serberus están a los alrededores del río Aqueronte, reteniendo a las almas que tratan de huir y devolviéndolas al palacio para sus respectivos juicios.

Acababa de despertar, sigo teniendo ese horrible sueño del campo cubierto de niebla, sólo que esta vez el final fue diferente. En esta ocasión apareció el árbol de sauce, parecía el mismo que está al costado del palacio pero, éste tenía las hojas cubiertas de sangre, y el manantial, cuando me acerqué a verlo, algo me jaló dentro y desperté.

Me levanté, me puse unos jeans ajustados, gastados y rotos en las rodillas, con una camiseta negra y unos tenis blancos. Fuí a la cocina pero mis padres no estaban, por su protección Hades los había mandado al Prado, por temor a las represalias de la reina.

Me preparé un sándwich y un jugo de naranja, mientras pensaba donde podría tener Hades al desgraciado ése, ya había revisado en las celdas el día anterior pero no estaba, aunque, conozco a alguien que puede decírmelo, así que fuí a la entrada subterránea del palacio.

El río Aqueronte es el que atraviesa el Inframundo, de él desembocan los demás, Aqueronte pasa por debajo del palacio, donde hay una especie de puerto en el cual desembarcan las almas recién llegadas y son guiadas arriba al salón del trono.

Cuando llegué, el puerto estaba vacío, nunca había bajado así que me acerqué con curiosidad al río de los lamentos, donde se dice que sólo la barcaza de Caronte puede mantenerse a flote, pero no llegué muy lejos.

—No deberías estar aquí. —sonó detrás de mí —No se supone que andes sola Marissa.

—Gracias por preocuparte por mi, pero vine a hablar contigo Terror...—dije volteando a ver a Deimos, que estaba siempre vestido de negro, con sus pantalones y botas de combate.

—Yo no tengo nada que hablar contigo niña. —dijo Deimos cruzándose de brazos.

—Sé que no te agrado del todo, por eso necesito que me digas dónde está Alexander, sé que Hades lo tiene. —dije acercándome a él.

—Pides ayuda a alguien a quien no le agradas. —comentó Deimos arqueando una ceja —Claro niña, eso tiene mucha lógica.

—Desde mi punto de vista, si. —respondí cruzando los brazos para imitar su pose —Si se lo pido a alguien más, incluso a tu hermano, no me lo dirán por temor a cómo voy a reaccionar si lo veo, ya que se preocupan por mi. Pero como a ti no te importo, no te costará nada decirme dónde está.

Ante mi alocado argumento, Terror me miró sorprendido, pero lo disimuló enseguida.

—¿Y para qué quieres verlo? —preguntó curioso -¿No te basta con saber que está pagando todo sus pecados?

—Quiero verlo con mis propios ojos —dije con seguridad, no es que me guste ver sufrir a las personas, pero quería asegurarme de Xander sea castigado.

Sus ojos azul pálidos me analizaban con detenimiento, como si estuviera tratando de armar un rompecabezas, luego de un momento asintió.

—Está bien, te llevaré a verlo pero no me pidas que lo libere porque no lo haré. —dijo Deimos, dando media vuelta en dirección al palacio.

Bienvenida al Inframundo - #1 Trilogía RedenciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora