Todos habíamos vuelto a nuestra rutina, Mauricio y mis padres regresaron a la casona del Prado, venían cada día a las cocinas del palacio para deleitarnos con sus platillos, resulta que Mauricio tenía bien oculto su don de repostero, sus postres eran un pedazo de cielo.
Cassandra, Hécate y yo íbamos todas las tardes a la plaza de almas, para pasear y divertirnos en nuestra tarde de chicas. Phobos era nuestro fiel acompañante, ya que no se podía despegar de Cassy, hacían una linda pareja; descubrimos que Phobos no sólo tiene sentido del humor, si no que es muy bromista y romántico a su modo, cada lunes deja una rosa roja en la puerta de Cassandra para que empiece con una sonrisa la semana.
Deimos y Serberus se han convertido en las sombras de Hades, desde la desaparición de Perséfone hace tres semanas, ellos se han encargado de la seguridad del palacio y del Prado. Los Centauros siguen recorriendo este mundo subterráneo, buscando alguna pista que indique a donde fue. Por su parte, Don ha movilizado a
varios de sus hombres para buscarla por la superficie, su madre dijo haberla visto hace dos semanas, sólo llevo unos libros, una muda de ropa y se fue, su esposo está igual de preocupado.
Resulta que los atlantes pueden salir a la superficie, sus grandes aletas se separan en fornidas piernas y caminan normalmente. Poseidón instaló a varios de sus soldados en los alrededores de la casa de Deméter y del esposo de Perséfone, en caso de que ella vuelva a aparecer. Incluso envió a espiar a Zeus, quien no estaba ni enterado, ni interesado en el caos que estaba haciendo su hija. Todo estaba muy tranquilo, Hades estaba hecho una furia pero lo disimulaba ante mí.
Todas las noches me entregaba a él, Hades parecía no poder saciarse de mí, ni yo de él. Esta mañana yo no podía salir de la cama, ya que Hades me tenía envuelta en un feroz abrazo, se había dejado un poco de barba y me encantaba sentir como raspaba mi piel, sonrojándose, recorría mi cuello dejando un camino de besos, que entre el escozor de su barba y lo tierno de sus labios hacían que se me erice la piel.
—Quisiera poder quedarme así, contigo en mis brazos...—dijo Hades, mientras jugaba con mi oreja, dándole pequeños mordiscos, haciéndome estremecer.
—¿Por qué no dejas que los jueces hagan hoy todo el trabajo, y nos quedamos aquí todo el día amor mío? —pregunté, girándome en sus brazos para quedar frente a frente, él puso su mano sobre mi cintura, con una lánguida caricia, subía y bajaba por mis curvas.
—Eres mi perdición, ¿lo sabes, verdad? —respondió Hades, con una risa ronca. Ahora reía más a menudo, ya no estaba tan estoico. —Pero debo hacer mi trabajo amor, la muerte no espera a nadie, y ya casi es la hora del juicio de la mañana.
—Mmm...—gruñí, cubriéndome con las sábanas. Hades rió con más ganas ante mi reacción.
—Puedes quedarte tú en cama si quieres, mandaré que traigan el desayuno aquí...—dijo Hades, depositando un beso en mis labios a través de las sábanas, se levantó de la cama y se dirigió al baño.
Me saqué las sábanas de encima y estiré mi cuerpo como un gato, para desentumecer los músculos, había dormido como un bebé. Gracias al té de hierbas que me prepara Hécate todas las noches, no he vuelto a tener pesadillas, en realidad no he vuelto a soñar nada, solo paz y tranquilidad. Hades saliendo del baño me sacó de mis pensamientos.
Se veía completamente salvaje sólo envuelto con una toalla en la parte baja de la cadera, mostrando el final de sus abdominales donde esa "V" mostraba el camino a la felicidad, sus dorados ojos estaban puestos en mi, haciendo que me sonroje como una colegiala, al verlo así me traía recuerdos de nuestras noches juntos.
—¿Ves algo que te guste? —insinuó Hades con una media sonrisa, mientras abría sus cajones en busca de algo que ponerse.
—Me encanta lo que veo...—dije coqueta, a pesar de estar en mi camisón de algodón rojo con dibujos de Pucca, el pelo alborotado y la cara de "recién despierta", él me hacía sentir sexy, sacaba un lado sensual que nunca creí tener, y me encantaba.
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Bienvenida al Inframundo - #1 Trilogía Redención
FantasíaPrimer libro de la Trilogía Redención. Después de años de agresiones y maltratos me rebelé y huí de mi carcelero. Me fui lejos a rehacer mi vida, a vivir mi sueño. Lo que jamás imagine fue que me toparía con dioses griegos, si, de esos que lees en l...