Capítulo VII

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La noche fue larga para algunos. Kagome y Sesshomaru permanecían afuera. La joven salió porque deseaba ver las estrellas y el desierto, nunca había viajado en su mundo, deseaba aprovechar. Fue hasta el límite de la pequeña ciudad y tomó asiento en la arena, Taisho se le unió al instante.

-¿Qué te sucede mujer?- pregunta centrando su atención en aquella luna enorme y redonda arriba en la bóveda celeste.

-Estoy muy preocupada...- lo mira -Hoy pensé habías muerto... y... todo ésto me asusta, podría ser peligroso... yo no soy una chica temeraria...- abraza sus piernas.

-Te agradezco- lanza sin previo aviso.

-¿Qué?- está confundida.

-Me ayudaste...- cierra los ojos, casi recordando algo -No lo repetiré así que espero hayas entendido

-Sí- sonrió con calidez. Esas simples palabras la animaron, si alguien como Sesshomaru le agradecía y decía le había ayudado era algo para sentirse orgullosa, tal vez sí era útil.

Con esos pensamientos se despidió del hombre y fue directo a la casa de la llamada sacerdotisa.

Sesshomaru abrió los ojos cuando ya estaba solo. Recordaba algo. El beso extraño con aquella chica. Cuando ella le daba resucitacion él sintió sus lágrimas en su rostro, ella lloraba, luego experimentó el sabor de sus labios junto a los suyos, ya estaba despierto y sabía perfectamente lo que hacía, entonces... ¿Por qué fue que movió su boca para besarla?, lo peor fue... ella... sus labios... son distintos a los de Karl, no había comparación. Decidió ignorar mejor el asunto y no pensar en eso de nuevo, caminó hasta el lugar donde se suponía dormirían.
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Naraku miraba el techo. La sacerdotisa Kikyo era idéntica a su fallecida novia... bueno, no era realmente su novia, era más bien... la chica de la que él estaba obsesionado hacía años. Pero ella jamás se enamoró de él. "Eres un ratito" le decía. Al final se casó con un idiota llamado Inuyasha y murió en el parto de su primer hijo. Iba a su tumba cada año. Cerró los ojos, exhala cansado.

Miroku piensa en la fierecilla castaña, justo como le gustan no puede evitar soltar una risita.

Magatsuhi roncaba durmiendo a pierna suelta.
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-Sango...- Hakudoshi apretó los labios indeciso, ¿Cómo pedir lo que deseaba?

-Dime

Los dos amigos están en el techo del templo, ninguno quiso regresar a casa.

-Tu...- exhala -Olvídalo- coloca su barbilla en su antebrazo abrazando sus piernas -De todas formas no accederás...- susurra.

-Hakudoshi...- llama al chico en tono firme -Te conozco desde bebé, hemos sido compañeros desde la muerte de tus padres, eres como mi hermano menor... te acompañaré donde sea- sonríe.

El pequeño le devuelve la sonrisa muy aliviado, si su amiga le acompañaba no le temeria a nada.

-Eres la mejor "No hermana" del mundo- sonríe finitanente alegre.

-Ve a dormir "No hermanito"- suelta una risita.

El chico besa su mejilla más que alegre y corre hasta la habitación, Miroku al ver entrar al niño supo era su momento. Fue hasta el techo, intuía ella estaría allí.

-Hola señorita Sango- toma asiento a su lado.

-¿Qué quieres?- se cruza de brazos.

-Vengo en zon de paz- agita sus manos.

-Como digas...- observa el cielo -Mañana iremos al templo de Galicia, Kikyo dice allí está la llave para el próximo universo...

-¿Cómo pudo terminar la otra mitad en otra dimensión?

Llave dimensional (Sesshome)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora