Penúltimo día

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Después de la ajetreada golden week, el equipo de volley de la preparatoria Nekoma, por fin regresaba a casa.

Cada quien se acomodaba en su asiento del autobús, algunos quedándose dormidos, otros leyendo o escuchando musica. En los últimos asientos casi sin pronunciar palabra, rubio y pelinegro estaban sentados uno al lado del otro. El equipo había dejado una considerable cantidad de asientos de distancia para darles lugar a una charla decente, después de todos sus intentos por mejorar la situación de esos dos y fracasar en el intento, decidieron simplemente hacerse a un lado esperando a que su capitán no arruinara las cosas aún más.

El ambiente entre ellos dos era extraño, silencio, no había nada más, cada uno tenía un sentimiento distinto en su interior, aunque antes habían estado juntos sin ser incomodo, esta vez era diferente, ¿incomodo? quizás no era la vibra que emitía, ambos eran muy conscientes del otro, de toda la sucesión de eventos que aconteció en esta semana, y aunque el rubio no quería, había sido ayudado, había sido sanado y una nueva parte de él estaba floreciendo.

-C-Cómo...¿Cómo se sintió jugar volley después de tanto tiempo?- rompió el mayor el silencio.

-Yo...- respondió siendo tomado por sorpresa- Si he de ser sincero...lo extrañaba, la sensación de el balón en tu mano, detenerla, recibirla, pasarla, bloquear...aunque seguramente debí haber jugado mal.

-Si, lo hiciste muy mal - bromeó el pelinegro.

-¡Calla! lo dice quien detuvo un balón con el rostro por tercera vez.

-¡Lo hice para protegerte!- se defendió.

Ante ese recuerdo, la conversación se cortó.

-Gracias...-susurró el rubio

-¿Eh?- la extraña sensación en su pecho incrementó ante estás palabras, un latido, dos, tragó saliva, de algún modo se sentía nervioso.

-Yo..solamente quiero decir que....eh...Quizás fue inconscientemente de tu parte pero realmente me ayudaste esta vez, no solamente con Yamaguchi, sino con cosas de las cuales no te correspondía inmiscuirte, sé que fui un tanto rudo, te juzgue mal...probablemente no eres tan malo como pensé que lo eras, así que pensare que eres alguien bueno...y ...lo que quiero decir es que...- entre oraciones pausaba, como eligiendo que sería lo correcto a decir, la sinceridad no era el fuerte de Tsukishima, quien siempre guardaba sus pensamientos pocas veces decía lo que pensaba y esta acción parecía avergonzarlo, rompía una a una sus barreras.- Gracias...-susurró con cierto sonrojo.

Los palpitares se desencadenaron ante la tímida sonrisa del rubio, Kuroo sabía que sería una de las pocas veces que tales palabras y acciones serian dirigidas a él por el menor, pero haber hecho algo por él, simplemente genero que miles de indescriptibles sentimientos fluyeran afuera.

«¿Qué es este sentimiento...»

Como un impulso imparable, alzó su mano y colocándola en la mejilla del rubio la acaricio, su mano parecía encajar en su claro rostro, como si sus manos hubiesen estado hechas para acariciar las mejillas del rubio.

«Me hace querer estrecharlo y no soltarlo...»

Hizo un pequeño salto al sentir el contacto, levantó su mirada que con anterioridad e insistencia había querido evitar.

-¿Kuroo-san?

«Me hace querer ver todas sus expresiones...»

Movió su mano de lugar, pasando debajo de sus lentes,  llevándola hacía los ojos del menor, cubriéndolos. Se movió en su asiento, acortando poco a poco la distancia que se había mantenido, rompiendo cada una de las paredes que se habían creado, destruyéndolas, sin importar el que dirán, sin importar nada.

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