Amanecer - Parte V

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-¡Ten cuidado! ¡Puedes caerte!- gritaba el rubio mientras llevaba sus manos a su rostro.

-Estaré bien, estaré bien- repetía el chico más joven.

El pequeño rubio extendió sus manos mientras haciendo equilibrio caminaba por las ramas de un árbol. Su actitud muy alegre y traviesa siempre le sacaba canas verdes a Akiteru, quien día a día trataba de que su hermano no se matará con alguna tontería que se le ocurría.

Esa misma mañana ambos se encontraban en el prado cercano, mirando al cielo Kei divisó unas aves que parecían danzar en los cielos.

-Quiero volar como esas aves

-Eres un brujo no un ave, Kei.- respondió de inmediato Akiteru quien trataba de dormir sobre el césped, bajo la sombra de un enorme árbol.

-Si soy uno, entonces podría hacer eso con mi magia.

-No puedes convertirte en un ave con magia, Kei.- volvió a responder antes las invenciones de su hermano.

No hubo respuesta de parte de su hermano, ante lo cual Akiteru entre abrió sus ojos en busca de la cabeza rubia de su hermano, pero por más que miro esté ya no se encontraba a su lado. Se sentó bruscamente y buscó de un lado a otro, en medio de su búsqueda un crujido de una rama le hizo alzar su mirada al gran árbol que estaba cerca de él. A una increíble velocidad Kei había escalado el árbol.

-¡Oh por Dios, Kei! ¡¿Acaso quieres matarte?!

-No hay nada que me impida poder hacerlo, se que si lo intento yo podría...como las aves...


Una brisa fría se escurría por el cuarto en el cual el sol parecía negarse a entrar.

-¿Kei? ¿Quieres salir un momento afuera? Está un poco frío pero...parece que las aves están migrando...te gustan las aves ¿Qué tal si sales un rato conmigo...?

No hubo respuesta, el menor no se había movido ni un centímetro, parecía no haber notado que su hermano hubiese entrado en su habitación.

Akiteru se quedó un momento contemplando la pálida tez de su hermano. Otro día más en que se negaba a salir, parecía un eternidad desde que ambos habían salido juntos. Ahora Kei no parecía él mismo, no reía, no hacía travesuras, no se escapaba al bosque a jugar, no practicaba más magia, no parecía tener vida.


***

Abrió con pesadez sus ojos, sentía su cuerpo demasiado pesado como para poder levantarse. Miró por el rabillo de su ojo, era su habitación en el palacio fronterizo.

Llevó su mano a su cabeza, parecía haber soñado algo que le perturbó, como su sueño de está mañana pero había olvidado este reciente.

«¿Qué fue? Algo que parezco haber sentido antes pero...no lo recuerdo.»

Tantos sueños raros le hacían doler su cabeza. Primero el sueño de la mañana y luego...

-¿Luego...? ¿No me había levantado de la cama ya?...-recordó.

«¿Eso fue un sueño también?»

La puerta se abrió con cierta delicadeza fallida, puesto el esfuerzo de la persona que entró por permanecer en silencio fue terrible, inclusive se escuchó un graznido seguido de un maullido y una especie de "shh" muy sonoro.

-¿Quién es?

- ¡S-Su alteza! ¿¡Le desperté!?- preguntó tirando a la basura el poco silencio que había intentado guardar.

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