CAPITULO NUEVE

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Por la noche

Johnnie Cotton se encontraba ya en la Sala de Interrogatorio 1 cuando Keri arribó a la
estación. Habia dejado a Ray junto a su auto, cerca de la casa de Denton Rivers y esperaba
que llegara en cualquier momento. Hillman no estaba por alli, pero el Detective Cantwell la
abordó en el pasillo y le dijo que Hillman la habia puesto de nuevo en el caso y que estaba
autorizada para interrogar a Cotton. Aunque le dijo todo esto de manera inexpresiva, sin
mostrar emoción alguna, ella sintió el desdén del detective. Decidió ignorarlo.

Mientras aguardaba a que su pareja llegara, contempló a Johnnie Cotton a través del
espejo de la Sala de Interrogatorio. Habiéndose esforzado por evitarlo cuando estuvieron en
su casa, esta era la primera oportunidad real de echarle un vistazo.

No lucia como el típico pedófilo. Sus ojos no eran lacrimosos. Su mentón no era
precisamente suave y redondeado. Sus hombros no estaban caídos. No era particularmente
pálido o regordete. Era solo un tipo de aspecto regular: cabello oscuro, complexión
mediana, quizás con bastantes granos en la cara para ser un hombre de treinta años, tal vez
un poco corto de estatura. En líneas generales, él era bastante ordinario, lo que, por
supuesto, era mucho más problemático. Habria sido preferible que este tipo de gente fuera
más fácil de identiñcar.

Permanecia en un rincón de la habitación, con las manos esposadas delante de él y su
espalda recostada de la pared. Sospechaba ella que esa habia sido su posición de costumbre
estando en prisión, para poder sobrevivir. Los pedófilos no era populares alli.

Keri tomó una decisión repentina. No iba a esperar a Ray. Había algo en este sujeto que
la hacía pensar que él se cerraría si era confrontado por la amenazadora presencia de su
pareja. Ella la usaría de ser necesario, pero más tarde. Asi que ingresó a la habitación.

Los ojos de Cotton se clavaron en ella al entrar, para luego, casi de inmediato, desviar la
mirada.

-Ven acá -dijo Keri. El hombre obedeció-. Ahora sigueme.

Lo guió fuera de la Sala de Interrogatorio, hasta el corredor. Cantwell y Sterling, que
habían estado charlando por allí cerca, se giraron hacia ellos, estupefactos.

-Locke, ¿qué estás haciendo? -exigió saber Sterling.

-Ya regresamos.

Diciendo esto, le condujo por el corredor hasta el baño de damas, mientras sus
compañeros detectives observaban atónitos.

-Esperen aqui -les dijo, para luego cerrar la puerta y concentrarse en Cotton.

-No hay cámaras aquí. No hay micrófonos aquí -se desabotonó la blusa, mostrando
su sujetador y su estómago, y dijo-. No llevo cables. Cualquier cosa que digas, quedará
entre tú y yo. Dime que quieres un abogado.

El hombre la miró confundido.

-Dilo -dijo Keri-. Di, “Quiero un abogado'.

El obedeció.

-Quiero un abogado.

-No, no puedes tener uno -dijo Keri. -¿Te das cuenta de lo que acaba de suceder? Si
este lugar estuviera cableado, que no lo está, nada de lo que digas podria ser usado en tu
contra porque acabo de negarte tus derechos constitucionales. En resumidas cuentas,
estamos solos. No estoy aquí para hacerte daño. No estoy aqui para engañarte.
Comprendes?

El hombre asintió.

-La única cosa que quiero es a Ashley Penn -el hombre abrió su boca para hablar,
pero Keri le interrumpió-. No, no, no digas nada todavía. Déjame poner las cosas más en
claro. Más temprano, al atardecer, irrumpí en tu casa, buscando a Ashley. Tú no estabas en
casa. Vi la caja de zapatos en tu closet. Vi todas las fotos.

UN RASTRO DE MUERTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora