CAPÍTULO VEINTISÉIS

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CAPÍTULO VEINTISÉIS

Martes

Terminando la mañana

Keri cacheó a Penn antes de esposarlo al radiador. Registró entonces la
propiedad, llamando a Ashley por su nombre. Abrió tantas puertas y golpeó
tantas paredes como pudo sin desordenar demasiado las cosas para cuando
arribara la Unidad de Escena del Crimen. Cuando llegaran a la cabaña, aspiraría
encontrar una escena tan limpia como fuera posible y ella no quería nada que
fomprometiera la evidencia. Pero no halló nada que conectara a Ashley con el

ugar.

Mientras duró el registro, Payton Penn repetía la misma palabra una y otra
vez como si fuera un mantra: —Abogado.

Al final, ella decidió llevárselo, pero no a la División Pacífico, que estaba a dos
horas en auto y con un molesto Teniente esperándola para confiscarle su placa y
su arma. No era probable que nada de lo que hubiera pasado en la cabaña hiciese
cambiar a Hillman de idea. Llamó a la subestación Twin Peaks del
Departamento del Sheriff de San Bernardino para hacerle saber que tendrían
visita.

Mientras revisaba más a fondo el cuerpo de Payton Penn, antes de bajar con
él la colina, descubrió un teléfono en su bolsillo. Emitía un suave bip cada tres
segundos.

—¿Qué es esto? —preguntó ella.

—Abogado —contestó él.

Frustrada, Keri lo lanzó al sofá.

—En serio —dijo él—, es una señal de alerta que le llega a mi abogado. La
activé mientras registrabas ilegalmente mi casa. Como no confío en que me
dejes contactarlo, lo he hecho yo mismo. Así que si estás pensando en seguirme
maltratando, debes saber que mi abogado estará aquí pronto.

—¿Qué clase de persona tiene una señal de alerta en su teléfono para llamar a
su abogado? Es como una batiseñal para imbéciles.

—Abogado —dijo Payton Penn, regresando a su falta de cooperación.

Keri dejó el teléfono en el sofá y bajaron por la colina. Si el abogado la estaba
rastreando, al menos se tardaría un poco.

III

Keri estaba frustrada. Después de dos horas sentada en la subestación de
Twin Peaks, luego de arrestar a Payton Penn, no estaba más cerca de encontrar a
Ashley de lo que había estado cuando irrumpió en la cabaña.

Ella había intentado interrogarlo varias veces a través de los barrotes de la
pequeña celda, ubicada en un rincón de la sala, pero él solo decía “Abogado”, y
repetía un número telefónico con un código de área 213. Eso significaba que su
abogado tenía oficina en el centro de Los Angeles y no era algún palurdo local. El
sheriff, de nombre Courson, debió haberse dado cuenta de ello también, porque
en un momento tuvo un aparte con Keri para decirle que no había _otra opción
sino llamar al número. No querían que algún rico abogado de Los Angeles les
demandara por violación de derechos civiles. No era algo que pudieran
enfrentar.

Luego le dio noticias aún peores. Había sido contactado por el jefe de ella en
la División Pacífico para ponerlo al día. Era un sujeto llamado Hillman, que
quería que ella lo llamara de inmediato. El sheriff le dijo que podía hacerlo por
videoconferencia desde su oficina, donde además dispondría de algo de
privacidad. Ella se lo agradeció, y muy a su pesar hizo la llamada desde el equipo
del sheriff, sorprendente por su modernidad.

Hillman y Ray aparecieron en pantalla. Se alegró de que al menos no era todo
el escuadrón.

—¿Te importaría darnos una explicación? —preguntó Hillman. Ella no se
hizo de rogar.

UN RASTRO DE MUERTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora