- COMO UN LIBRO QUEMADO -
( En la actualidad... )De repente, un punzante dolor de cabeza me impide seguir hablando. Aprieto fuertemente la mandíbula, intentando calmar el dolor, como si eso realmente vaya a funcionar.
— Cielo... — Puedo ver la preocupación en su mirada. — ¿Estás segura de seguir con esto?
Afirmo con un leve movimiento de cabeza. Entrelazco mis dedos con los suyos, que se posicionaban en mi muslo.
— Mamá, puedes contármelo otro día. No hace falta que te presiones y me lo cuen... — Lo interrumpo antes de que acabara la frase.
— No Thomas, corazón. Quiero hacerlo. — Los ojos esmeraldas del pelinegro brillaban a través de la luz del sol. — Quiero que sepas la historia de como acabé casándome y teniendo un hijo con el amor de mi vida.
Su mano deja mi muslo y se posa en mi mejilla. Cierro los ojos ante su tacto. Aún sin mirar su cara, sé que está sonriendo. Lo sé, porque aquella persona que me está acariciando la cara y abraza a nuestro precioso niño; es el amor de mi vida.
— Bien, como iba contando, aquellas palabras que salieron de la boca de la morena me dejaron muerta...
( Volvemos a la historia. Veintiún años atrás. )
Aquellas palabras que salieron de la boca de la morena, me dejaron muerta. O al menos eso intentaron. Cada palabra eran como dagas en mi alma. No comprendía el porque dijo aquellas frías palabras. Pero lo peor de todo, es que aquello me aterró. Me aterró el saber que la estaba haciendo llorar. Porque no la recordaba.
— Camila... yo... no sé que decir. — Y no lo sabía realmente. Ya que estaba en shok.
Camila pasó sus dedos por su cabello moreno peinándolo hacia atrás. Si antes los nervios me comían por dentro, ahora era la impotencia la que lo hacía.
"Esto es por tu culpa. Tú la has olvidado, por estúpida."
Aquella irritante y aguda voz de mi interior resonó en mi cabeza. Esto solo produjo más complicaciones. El odio se estaba aprovechando de mi. Cada vez que me encontraba frágil e indefensa, mi propio subconsciente encontraba la forma de hacerme sentir como una mierda.
Me odiaba. Literalmente.
— Lo siento. Siento ser así. — Camila conectó sus ojos con los míos. Y posó su delicada mano en mi mejilla. — Soy como un libro quemado. Ves la portada estable pero al abrirlo te das cuenta de que no hay nada dentro. Solo cenizas.
— Entonces me encargaré de reescribir las páginas de nuevo.
Me estremeció escuchar aquella frase. Mi cuerpo pedía a gritos que así fuera, pero mi mente se encargaría de silenciarlos. Por segundos, sentía una fuerte agonía atragantándose en mi garganta. Un sabor amargo resbalaba por ella.
En mi cabeza iba formando las frases para poder liberarlas cuando abriera la boca. Pero aquellos ojos me tenían atada de píes y manos. Hipnotizada. No pude emitir sonido alguno. Tan solo acabé silenciandome a mí misma.
Pero el sonido de la llamada de un móvil se hizo presente. Haciéndome despertar y volviendome a la realidad.
"Qué oportuno. ¿Quien diablos es?"
— Lauren, el móvil. — La morena se apartó de mí, y dio unos pasos hacía atrás.
— Lo sé. — Ella me miró extrañada.
— ¿No piensas responder? — Fruncí el ceño ante su pregunta.
"¿Porqué? ¿Porqué debería responder? No quiero ahora mismo hablar con nadie que no sea tú. ¿Está bien?"
— Si, si voy a... a responder ahora. — Desconecte mi mirada de la suya.
Metí mi mano en el bolsillo trasero de mis pantalones vaqueros. En la brillante pantalla se veía reflejado el número de Tyrone. Entonces caí en la cuenta. No le llamé cuando salí del apartamento. Y no me arrepiento.
Pegué el aparato a mi oído y me dirigí hacía la salida, dándole la espalda a Camila.
Fallo mío.
La grave voz de Tyrone resonó en el mismo segundo que desbloqueé la llamada. Se le notaba preocupado y furioso.
— ¡¿Lauren?! !¿Por que diablos no contestas mis mensajes?! ¿Dónde estás? ¿Te encuentras bien? — Definitivamente estaba alterado.
— Si, estoy bien. Tranquilo.
— ¿Por qué no me avisaste al salir de casa? — Un largo suspiro se escapó de mis labios.
— Lo siento. Te avisaré la próxima vez Ty... — Un sentimiento de culpabilidad empezó a expandirse por mi pecho.
— Me gustaría que lo hicieras. — Un incómodo silencio se formó en la conversación. — Mira, es importante el que sepa donde estás en cada momento. ¿Estás con alguien?
— Lo sé, lo siento, no lo volveré a hacer. Y estoy sola. — Mentí.
Tyrone seguía hablándome tras el altavoz del móvil, dándome un sermón como a una niña de ocho años. Me sentía culpable y avergonzada.
Mientras él no callaba repitiendo varias veces lo mismo, mi mente empezó a divagar en cuanto me di la vuelta y vi que Camila ya no estaba. Había desaparecido.
"Mierda. ¿Dónde está? Necesito seguir hablando con ella, estar con ella. Necesito recordarla..."
— ¿Lauren me estás escuchando? — Aquella pregunta me pilló desprevenida. No estaba escuchando nada de la conversión desde hace un buen rato.
— No, lo siento. — Hoy parece que solo sé decir "lo siento". — ¿Puedes venir a recogerme? Estoy empezando a tener frío.
Cambié de tema intentando calmarlo y así cortar la llamada. Me estaba cansando. Y también tenía frío.
Le di la localización. No se de que manera se tomó el echo de que estuviera en el hospital, pero no me hizo ninguna pregunta al respecto. Tras diez minutos de espera, Tyrone me recogió en el coche y nos dirigimos hacía el apartamento, bueno, nuestro apartamento.
El día de hoy lo calificaría como intenso. Muy intenso.
Necesitaba volver a ver a Camila cuanto antes. Quería saber con todas mis fuerzas de qué la conocía. Y sobretodo quería escuchar las vivencias que compartimos. En sus ojos se podía ver la emoción en ellos. Tan vivos. Pero tras darse cuenta de que me olvidé también de ella, la decepción era lo único que se reflejaba en ellos.
El remordimiento me estaba matando por dentro.
Mientras observaba por la ventana del vehículo la vista que me proporcionaba la hermosa ciudad de Miami, empezó a caer unas pocas gotas de agua.
Me gustaba la lluvia; era bueno saber que no era la única que caía y se rompía a pedazos.
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Close your eyes
FanfictionTras despertarse del coma, Lauren, no recuerda nada de los últimos cuatro años. Aquel accidente automovilístico la marcó para toda su vida. Mientras ella estaba inducida por el coma, era consciente de la dulce voz que le hablaba todos los días. Per...