CAPÍTULO 10

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- UN CAFÉ DE LOS OCHENTA -

Estaba confusa. No entendía el porqué Verónica apareció así sin más. Quería saber el porqué no me había dicho nada Tyrone, y también porqué el número de Verónica aparecía en mi móvil como uno desconocido.

Había pasado por alto ciertas cosas bastantes importantes. Pero en aquél entonces no me encontraba para descubrir nada. Demasiado había descubierto ya.

-— ¿Dónde estabas Vero? De la nada dije aquellas palabras.

Verónica no frenó el paso, tan solo me echó un rápido vistazo y siguió con la mirada al frente.

— ¿A qué te refieres Laur? Responde disimuladamente.

— En mi móvil tu número me salía como desconocido. Aceleraba cada vez más el paso la castaña. — Sé que entre Tú y Ty pasa algo. Intensificó el agarre de mi muñeca. — ¿Y de qué conoces a Camila?

Aquello último fue lo que la frenó. Pero no dijo nada y no giró su cabeza hacia a mí. Me estaba empezando a sentir incómoda. Solo fueron unos cortos segundos, pero fueron eternos.

— Ya hemos llegado. Soltó mi muñeca delicadamente. — Entremos. Camila lleva más de media hora esperándote. Antes de dirigirnos a la entrada de la cafetería, Verónica se da la vuelta y acaricia lentamente mi mejilla. — Perdóname Michelle, pero en este momento no puedo responderte a ninguna de las preguntas.

" ¿Qué? No entiendo una mierda."

Michelle. Cuando Verónica me llamaba por mi segundo nombre, era porqué algo realmente desastroso había pasado. Siempre que lo sentía profundamente me llamaba de aquella manera. Era su forma de mostrarme su resentimiento.

Fue algo que me hizo tragar seco.

— ¿Porqué? Susurré. Pero sé que ella me escuchó por la sonrisa que se le dibujó en la cara.

— Cierra la maldita boca y sígueme. Una diosa latina nos espera en los sillones de este local ochentoso. Me acribilló con la mirada y se adentró al fin a la cafetería.

Antes de mandarme a callar estuvo unos segundos mirándome y abriendo la boca, como si quisiera decirme algo importante. Pero no fue así. En todo caso cambió de tema.

Y se guardó para ella aquello que me fuera a decir en ese momento. No la culpo por no tener el valor, si no por no ser realista.

— Vale... — Dije sin más.

Tras soltar aquello seguí a Verónica adentrándome en la cafetería.

Era un local pequeño, con bastantes focos de iluminación rodeándolo. El color blanco se habría paso entre el rojo vivo de los azulejos de las paredes. Mesas de cristal y sillones blancos y rojos.

Una cafetería moderna a la vez qué de los años ochenta. Una combinación acogedora para mi parecer.

— ¿Cuánto lleva este sitio abierto? Pregunté analizando el lugar.

— Unos años. Rápidamente aparté mi mirada del local y la fijé en la morena que estaba sentada justo enfrente. — Es pequeño pero acogedor. ¿No crees? Me quedé muda.

Ya sabía quién era y ya había hablado antes con ella. Pero no podía evitar el sentirme nerviosa, y puede que también algo intimidada.

— Hola Camila. Saludé con un pequeño gesto con la mano.

— Hola Lauren. Da un pequeño sorbo a su café. — ¿Qué tal estás? Me preguntó con una dulce sonrisa.

— Yo, perfecta gracias. Responde sin previo aviso Verónica, provocando que Camila riera nerviosa.

Verónica se sentó al lado de Camila y apoyó su cabeza en el hombro de la morena. Yo analizaba la escena estática junto a ellas.

" ¿Están saliendo o algo? "

— ¿Te vas a quedar ahí de pié? Dijo Verónica riéndose descaradamente. — Laur siéntate. El asiento es todo tuyo. Me guiñó un ojo al decir la frase.

Un fuerte rubor inundó mis mejillas, sonrojándome avergonzada. Pero me sentí más nerviosa cuando Camila empezó a reír también.

— S-si... Ahora me iba a sentar...

Rápidamente me deslicé por el sillón y acabé justo enfrente de las dos. 

Se podía palpar la incomodidad y la tensión en el ambiente. Me removí en mi sitio y conecté mis ojos con los marrones de Camila.

Su cara, no podría decir en qué estaba pensando en aquel momento, ya que su sonrisa le hacia una buena coartada. Lo que fuera que le estuviera pasando por la cabeza, nunca lo averiguaría.

Nunca sabría descifrar el mensaje que trasmite sus profundos ojos marrones.

— ¿Cómo estás preciosa? El suave tacto de su mano sobre la mía, provocó que desconectara del trance en el que estaba. — Y quiero que me conteste Lauren, no tú bocazas. 

Verónica resopló divertida ante el comentario de la morena, sonriendo otra vez. 

— Bien. Estoy bien. Seca. Mi voz sonó apagada.

Camila forzó una sonrisa que acabó convirtiéndose en una mueca. Intercambió una rápida mirada con Verónica y volvió a hacer esa maldita mueca. Todo esto sin apartar su mano de la mía.

— ¿Quieres algo fuerte Laur? Yo invito. Verónica sacó unos cuantos dólares arrugados y los poso sobre la mesa de cristal.

— Si quieres. Dije mientras rasgaba con mis uñas la parte lateral de mi cuello. Sentía que me ardía la nuca. — Pero ya sabes a qué invitarme. 

— Un Black Insomnia.  ¡Marchando! Dijo en voz alta  Verónica antes de salir directa hacia la caja para pedir el café.

Sonreí ante su infantil forma de actuar. Ella solo lo hacía para animarme, una manera estúpida de hacer gracia, pero efectiva.

Sin darme cuanta ya tenía a la morena sentada a mi lado y entrelazando sus dedos con los míos. Me puse tan nerviosa que tan solo se me ocurrió alejarme de ella hasta estar acorralada contra la pared. No tenía por donde escapar.

" ¿Porqué me mira de esa forma? ¿Siente lástima por mi? "

— A pasado un mes desde que no coges mis llamadas. Susurró suavemente sobre mi oído. — ¿Qué tal con Tyrone? Esta vez no susurró.

— Bien.  Dije sin entender su pregunta.

— Y la amnesia, ¿algún progreso? Noté el miedo en su voz. 

— No. — Un extraño y frío sentimiento se inundó por todo mi cuerpo. — Pero prefiero no recordar el que mi madre esta muerta, y que mi familia se ha roto. 

Camila nunca se llegó a imaginar el que aquellas palabras saldrían de mi boca. 

Me sentía tan cabreada y cansada. Cansada de que me ocultaran la realidad. Por muy dura que fuera la verdad, prefería saberla. Ya que pensaba que era mi culpa la perdida de memoria.

— ¿Tyrone te lo a dicho? — Notaba la tensión en su piel. — Lauren yo... 

— ¿Tú lo sabías? — Aquella idea me vino a la mente. 

Deseaba que su respuesta fuera un no, pero no fue así. 

— Lo siento. — Aparté mis ojos de los suyos, furiosa. — Yo debería habértelo dicho. 

La morena se acercó a mí y enterró su nariz en mi cuello. Era increíble el como podía afectar Camila sobre mí. De repente me sentía tranquila. Ni nerviosa, ni cabreada.

— Abrázame Camila. Realmente era increíble el efecto que tenía sobre mí la morena.


Close your eyesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora