CAPÍTULO 8

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- REALIDAD -

El contacto de su áspera mano en mi mejilla me despertó del profundo sueño en el que me encontraba. Lentamente abrí los pesados párpados que amenazaban con volverse a cerrar. Aún me encontraba en el coche de Tyrone. Dejé salir un pequeño suspiro y me estiré como pude en el asiento.

— Despierta reina. Ya hemos llegado. Su ronca voz resonó en mis oídos.

Bufé en respuesta, provocando una sonrisa en los gruesos labios de Tyrone.

— Hoy e visto a Camila. Dije sin más, con intención de ver su reacción.

No se porque, pero algo me decía que él ya conocía a Camila de antes. Incluso puede que los tres fuéramos conocidos cercanos, muy cercanos.

Al principio no obtuve respuesta alguna. Yo me limité a observarlo detenidamente, esperando su respuesta con suma paciencia. Tardó en contestar demasiado tiempo. Más de lo que creía.

— ¿Camila? Me respondió tranquilamente.

No noté ningún tono de nerviosismo en su voz.

Por el momento.

— La chica que se encargaba de hacerme compañía en el hospital.

Aún sin salir del coche, seguí con aquella conversación que yo empecé.

— Por eso estabas en el hospital, ya veo. Abre la puerta y sale del auto. Dejándome sola.

Tras unos segundos, Tyrone se acerca a mi lado y abre la puerta por mí. Me extiende la mano y yo la acepto con una cínica sonrisa en mis labios.

" que pasa algo. Y lo sabes. Me lo vas a decir, ya lo verás."

— Y bien, ¿de que hablaron? Ahora tenía toda su atención puesta en mí.

— No hablamos mucho. Solo lo justo.

Con aquellas palabras sueltas al aire, sé que lo dejé traspuesto. Seguro que no se esperaba el que le contestara aquello tan fríamente.

Aparté mi mano de la suya y me dirigí hacía la entrada del apartamento, sin siquiera mirar atrás, sin siquiera mirar la estúpida cara que se le quedó a Tyrone.

Una vez que estuve dentro del apartamento y él cerró la puerta, me dirigí hacía la misma habitación que pasé la noche anterior. Pero fui interrumpida a mitad de camino.

— Lauren, reina... Estaba empezando a cansarme de que me llamara de aquella manera.

— Deja de llamarme así. Tyrone se relamió los labios impacientemente.

Él también comenzaba a cansarse de todo esto.

— Perdóname, se me olvidada el que no te gusta el que te pongan ridículos apodos de cariño. Dijo con cierto veneno en su voz.

Un click se encendió en mi cabeza.

Esas simples palabras fueron suficientes para darme cuenta, de que en realidad tenía razón.

Sé que odias el que te digan cosas bonitas, pero es algo que no puedo evitar hacer. Repetí las mismas palabras que Camila me dijo una vez que estaba en coma.

No eran las mismas palabras textualmente, pero tenía sentido. Encajaban las dos afirmaciones. Increíble. Me estaba mintiendo.

— ¿Qué? Dijo nervioso.

— ¿Porqué mierda me estás mintiendo Tyrone? Estaba empezando a alterarme. — ¿Porqué no me dijiste que conocía a Camila de antes? Esto último casi lo dije gritando. — Han pasado dos semanas desde que desperté del coma, y no he recibo ni una maldita llamada de mis padres. Y tampoco de Chris y Taylor. Tyrone tensó la mandíbula y yo apreté fuertemente los puños. — Dime que es lo que me estás ocultando.

Era cierto que no había recibido ni una sola llamada de mis padres, ni de mis hermanos, pero yo tampoco me atreví a llamarlos. Cada vez que cogía el teléfono e intentaba marcar el número, mis dedos se congelaban y el miedo se apoderaba de mi. Lo sé, es una escusa bastante barata. Pero simplemente no podía escuchar sus voces al saber lo que me había ocurrido. 

Actué como una cobarde. 

No se cuando empecé a llorar. Las lágrimas inundaban mis mejillas. Mi respiración era cada vez más irregular.   

Tyrone iba dando pequeños pasos hacia mí. Poco a poco se acercaba cada vez más. Pero no podía dejarme caer entre sus brazos. Sería como ganar la batalla y perder la guerra al mismo tiempo. Un acto totalmente hipócrita.

— No te acerques. No lo hagas. Tyrone estaba al borde de la desesperación. — Sólo dime la verdad.

Tyrone cerró los ojos y se sentó en el sofá de cuero. Se restregó las manos y alzó la cabeza conectando sus ojos con los míos.

— Siempre has sido una mujer tan lista. Divagaba mientras pronunciaba las palabras. — No avisé a tus padres por el echo de que no tienes una buena relación con ellos. Me quedé en silencio, dejándolo hablar. — Es algo difícil de explicar Lauren... No aparté la mirada en ningún momento. 

Estaba decidida a escuchar la verdad.

 — Hace dos años, tu madre falleció. Primera lágrima. — Y tu padre acabó hundiéndose en el fondo de una botella de alcohol. Segunda lágrima. — Lo siento. Lo siento tanto pequeña. Tercera lágrima. — Sé como te sientes, créeme. Cuarta lágrima. — Chris empezó de cero mudándose a otro país. Ahora vive en Lóndres. Y Taylor está en la universidad, estudiando. No hubo una quinta.

— Para. Susurré sin aliento alguno.

La noticia de que mi madre había muerto, se quedaron grabadas a fuego vivo en mi corazón.

Mi mente no quería procesar todas aquellas palabras. Por un segundo no me lo creí, pero lo que escuché fue tan real como mi conmoción craneal.

No recordaría nada de los últimos años que viví, pero juro que nunca olvidé lo que me dijo Tyrone aquel día. Cuando me dijo la verdad. Por muy cruda que fuera.

Pero él aún no había terminado de destrozarme por dentro. Soltó dagas directas a mi corazón y alma.

— Estamos prometidos Lauren.

Ya era suficiente. Ya había escuchado suficiente. No podía seguir allí de pié, viendo como Tyrone se consumía en el sofá, entre lágrimas, al igual que yo.

Sentí como algo dentro de mí había muerto. Sabía que nunca más volvería a ser la misma. Nunca más.

Entonces, me di la media vuelta y me dirigí hacía la habitación principal. Donde se suponía que dormíamos Tyrone y yo. Le dejé solo, con el silencio y el dolor como única compañía.

Todo parecía sacado de una maldita pesadilla, a la cuál tan solo quería ser salvada. Pero no podía evitar hundirme cada vez más en la fría y solitaria oscuridad. Seguía respirando, pero era como estar muerta. O al menos así era como yo me sentía.

Close your eyesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora