- UN DESEO QUE NUNCA DESAPARECIÓ -( En la actualidad... )
— ¡¿La besaste?! — Dice sorprendido Thomas al escuchar que besé a Camila aquel día.
Una tierna sonrisa se dibuja en los gruesos y rosados labios de la morena que se encuentra enfrente de mí, mirándome con ternura. Yo tampoco puedo evitar sonreír al recordar nuestro primer beso, bueno, más bien el primer beso que recuerdo darle.
Triste pero cierto. Aquel fue mi primer contacto íntimo con ella. Su boca con la mía. Pero al cabo del tiempo averigüé que mucho antes ya había tenido algún que otro roce con la morena.
Aún así sigo sentido la misma magia que sentí años atrás. Eso es algo que nunca se olvida.
— ¿Y qué pasó después? — Intercambio una rápida mirada con la morena.
— Nos besamos de nuevo y bueno, nada más... — Una sonora risa sale desde el fondo de mi garganta.
Camila no sabe exactamente como explicarle al pequeño ojiverde lo que ocurrió después, ya que aún es demasiado joven para hablar sobre esos temas tan inapropiados. O eso dice Camila. En realidad lo único que quiere es atesorarle la inocencia, y así seguir siendo su "niño".
En cambio a mi me hace gracia.
— Tú madre y yo nos besamos de nuevo. Y así sucesivamente durante toda la noche.
Guiño en dirección a la morena. Esta me dirige una mirada de alivio.
Tanto ella como yo sabíamos perfectamente lo que pasó después. Aunque realmente no le estamos mintiendo al pequeño, era cierto que nos besamos durante toda la noche.
— ¿Solo besos? — Thomas arruga su nariz confuso.
— Si cariño. Solo y únicamente besos. — Camila atrapa entre sus delgados brazos el escueto cuerpo de Thomas, envolviéndolo en un caluroso abrazo. — Besos como estos.
El pequeño ojiverde abre exageradamente los ojos, pero antes de poder escapar de los brazos de Camila, esta empieza a repartir tiernos besos por toda su pálida cara. Los dos empiezan a reír mientras siguen con la batalla de besos y abrazos.
Observo la maravillosa escena desde lejos. Inconscientemente sé que estoy sonriendo, enamorada por lo que está disfrutando mis ojos. Ser testigo de tal obra de arte me llena el alma al tal extremo de dejar de respirar.
— Mamá.
Me llama el pequeño ojiverde mientras se acurruca sobre el pecho de Camila.
— Dime mi amor. — Siento la dulce mirada de Thomas en mí.
— ¿Qué pasó con el tío Chris? ¿Volvió con vosotras? — Suficientes preguntas por hoy.
Ya es demasiado tarde. Me he quedado toda la tarde hablando sobre mi pasado con el ojiverde. Hablando sobre mi trágica historia. En el fondo sentía que a él, a mi hijo, podía confesarle todos mis secretos. Sé que no me juzgará, tendrá once años, pero es el niño más compasivo y maduro que he conocido en toda mi vida. Y no lo digo porque sea mi hijo. Es la verdad.
— Es muy tarde y mañana tienes clase Thomy. — El ojiverde suspira molesto.
— Lo sé, pero quiero saber que más pasa en la historia.
— Te prometo, que cuando llegue del trabajo lo primero que voy hacer es terminar de contarte la historia.
El ojiverde baja del regazo de Camila y se acerca a mi rodeando sus brazos en mi cuello.
— ¿Lo prometes? — Sonrío ante la pregunta.
— Lo prometo. — Los ojos esmeraldas del pequeño brillan entre la oscuridad que inunda el salón.
— A la cama grandullón.
Ante la voz severa de la morena, Thomas arruga su nariz descontento y deja un corto beso sobre la mejilla de cada una. A continuación se dirige hacía su habitación con pasos perezosos. Por mucho que quiera seguir con la historia, al final acabaría cediendo al cansancio.
— ¡Y que no se te olvide lavarte los dientes! — Grita Camila al escuchar la puerta del baño abrirse.
— ¡Si mami! — Contesta de la misma manera el pequeño Thomas.
( Una hora después. )
Fijo la mirada en el reflejo del espejo. Ha pasado tantos años desde aquello. Suspiro. Mi cuerpo es más corpulento que antes, pero debo decir que mis facciones latinas hacen fruto ante el pasar de los años.
Elevo la ceja seductoramente al recordar que este mismo cuerpo y estos mismos ojos han conseguido enamorar a tal magnífica mujer como es Camila Cabello. Mi esposa. También debo incluir los ondulados mechones negros de mi gran cabellera. La enloquece verme despeinada.
De repente noto unas manos entrelazar mi cintura y apretando fuertemente hacía un cuerpo. Sabía que se trataba de ella. Me encontré con esas dos joyas color café a través del espejo.
— ¿A si qué nos estuvimos besando durante toda la noche? ¿Solo eso? — Dice con voz ronca sonriéndome.
— Si quieres podemos recrear todos los besos de aquella magnífica noche. — Susurro suavemente en su oído, provocando que se le erizara la piel.
Delicadamente empieza a besar mi cuello. Cierro los ojos ante su tacto, disfrutando de sus caricias. Desliza poco a poco sus dedos por mi estómago hasta llegar al borde de mi pecho. En este momento tan solo llevo puesto un sujetador de encaje negro al conjunto con la parte inferior.
Siento como mi cuerpo se envuelve en el calor que me transmite Camila. Quemándome cada poro de mi pálida piel. Muerdo mi labio inferior por inercia al sentir sus manos masajear mis pechos por encima del encaje. Deja unos cuentos chupetones y mordidas en mi cuello, los cuáles lo más seguro dejarán marca. Pero ya habrá tiempo para taparlos con maquillaje.
Mi respiración es cada vez más entrecortada. Me cuesta respirar hondo al sentir sus labios apoderándose de mi lóbulo. Sus manos aprietan cada vez más el sujetador que se entrepone entre sus dedos y mis pechos.
— Quítalo. — Suplico en un susurro ahogado.
Siento su sonrisa quemar mi piel. Con un ágil movimiento, desabrocha el sujetador al cual dejo caer en el suelo. Doy media vuelta y me encaró con esos ojos dilatodos recargados de amor y deseo.
Sin aguantar mucho más acerco mis labios a los suyos. Reclamando su saliva en mi saliva. Moviendo nuestros labios al ritmo del otro, y entrelazando las lenguas con desesperación. Mis brazos envolviendo su cuello y sus manos apretando mi trasero. Hacía bastante tiempo que no le dedicábamos un momento tan íntimo a nuestros cuerpos, como el propio sexo.
Camila agarra posesivamente mi cadera y me conduce hacía la cama. Apoya mi cuerpo bruscamente sobre el colchón sin separarse de mi boca en ningún momento. Presiona su cadera contra la mía, provocando que suelte un gemido de placer. Uno que resonó más fuerte de lo que creía.
Se separa unos cuentos centímetros con mi labio inferior entre sus dientes.
— Shhh... — Posa uno de sus dedos en mis labios. — Esta noche vas a tener que gemir más bajo.
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Close your eyes
FanfictionTras despertarse del coma, Lauren, no recuerda nada de los últimos cuatro años. Aquel accidente automovilístico la marcó para toda su vida. Mientras ella estaba inducida por el coma, era consciente de la dulce voz que le hablaba todos los días. Per...