- MEJOR AMIGA -"Lo sé. Puede que no sea lo que te esperabas. Ya que ni siquiera yo me lo veía venir."
La vida da muchas vueltas, y a veces alrededor de tu propio cuello. Dejándote sin respiración alguna.
Estaba prometida. Gran noticia, para aquellos que lo quieran estar con la persona a la que aman. Pero yo no. No le amo, puede que en mi otra vida lo hiciera. Pero ahora no. Así de simple.
"Es simple. ¿No?"
La noticia de la muerte de mi madre fue un golpe duro.
Todo aquello tan solo funcionó para que acabara bajo una gran depresión. Estuve durante todo un mes sin salir de la habitación. Caí tan bajo qué ni siquiera Tyrone conseguía el que me tragara la comida. Perdí el apetito, y también perdí peso. También se le sumaba los dolores indescriptibles de cabeza. Una jaqueca horrible me impedía el poder dormir.
Pero no fui la única que lo pasó mal aquellas semanas. Claramente Tyrone, estuvo presente en todo el trayecto. Aguantando la situación. Bueno, más bien sujetando la situación. Él se mantenía firme por mí. Por los dos. Pero sabía que él no podía con todo.
Estaba agotando todo su ser. Pero nunca dijo nada al respecto.
Con los ojos cerrados y con las manos masajeando las sienes de mi cabeza, se empezó a escuchar un leve zumbido. El móvil, otra vez.
Siempre era el mismo número. Aquel mismo número desconocido que me llamó a los dos días de darme el alta el hospital. Nunca contesté. Pero me sentía diferente. Un fuerte impulso se apoderó de mí. Agarré firmemente el aparato y lo desbloqueé. Lo acerqué a mi oído muy lentamente.
— ¡¿Lauren?! Maldita sea, más te vale ser tú. — Abrí los ojos sorprendida ante los gritos.
Conocía esa chillona voz. La conocía perfectamente.
— ¿Verónica...? — Susurré con voz rasposa.
— ¡Joder Lauren! — Estaba muy cabreada. Y eso siempre fue digno de ver. — ¡¿Ves normal el que lleve más de un mes intentando contactar contigo?!
— Vero yo... — Mi voz se estaba ahogando en mi garganta. — Tengo tantas cosas que explicarte. — Ella no dijo nada. — Te necesito.
"Espera... ¿Estoy llorando?"
La línea se quedó en silencio por unos largos segundos. Era como si hubiera pasado años sin escuchar su voz. Sin escuchar sus comentarios sarcásticos y su particular forma de expresar su cariño a través de insultos. Quería a Verónica Iglesias. Ella era mi mejor amiga.
— ¿A caso crees qué no sé lo que le pasa a mi mejor amiga? — Y desde hace muchos días, sonreí. — Quiero que levantes el culo de la cama, te des una buena ducha, te arregles como es debido y bajes. Te estoy esperando. — Sin más colgó. Dejándome totalmente fuera de juego.
Obedientemente hice cada una de las cosas que me pidió que hiciera. Necesitaba algo así para poder activarme de nuevo. Volver a pensar que tenía autoestima, y que no era una mierda.
En unos cuarenta minutos ya estaba preparada. Lo único que me impedía abrir la puerta, era aquella imagen. No quería que me viera en ese estado tan deprimente. Con la herida de guerra asomando y llevándose todas las miradas. Me daba vergüenza.
"Si al menos tuviera una maldita peluca con lo que disimular..."
De nuevo utilicé la gorra de color negra. Sin llegar a estar muy convencida.
Ahora sí, abrí la puerta y me dispuse a ir hacía la entrada del apartamento. Los nervios estaban empezando a hacerme sentir incómoda por cada paso que daba. No sabía como actuar ante Verónica. Nos conocíamos desde hace muchos años, pero no sabía como era nuestra relación en ese momento. Puede que siguiéramos igual o puede que no. Todo era posible. Y pensar aquello me estaba dando miedo.
Al bajar el último escalón de la escalera, una larga cabellera castaña se mecía al viento. Me quedé estática con la mirada perdida en aquel brillante pelo. La rabia empezó a florecer en mi pecho de nuevo. Pero esta vez la tranquilidad inundó todo mi ser, al ver como la castaña se daba la vuelta y una dulce sonrisa se dibujaba en su rostro.
Verónica me saludó con la mano a través de la cristalera.
— Hello, it's me. — Dijo Verónica cuando salí al exterior.
- I know darling. - Respondí con una lágrima derramándose por mi mejilla.
Aquellas dos frases significaban todo para nosotras dos. La primera correspondía a la canción "Hello" de Adele; la preferida de Verónica, y la segunda al título de una las canciones que escribió Verónica con catorce años. Entre todas, esa era mi preferida. Tiene gracia, pero me acordaba de la letra.
Cuando éramos niñas juramos el tatuarnos aquellas dos frases al cumplir los dieciocho. Y eso es lo que hicimos. Verónica se tatuó su frase en el antebrazo y yo la mía en la parte lateral de la muñeca. Fue un pacto entre mejores amigas. De lealtad.
— ¿Qué haces ahí parada? ¿Quieres hacer al favor de abrazar a esta bella persona? — Verónica extendió sus brazos hacía mí, esperando el abrazo.
Claramente me lancé hacía ella. Apreté lo más fuerte que pude su cuerpo contra el mío. La castaña me agarró de la cintura con intención de no soltarme nunca. Realmente me había echado de menos, y yo a ella.
Y desde hace mucho tiempo, lloré de alegría. Estaba tan emocionada por ver a mi vieja compañera de vida. Ella sin duda alguna iba a todos los lados del mundo cogida de mi mano. Compartimos nuestras vidas como si de una sola se tratara.
— Te quiero. Te quiero tanto... — Dije entre sollozos.
— No empieces a llorar porque si no lo haré yo también. — Reí ante sus palabras. — Lo digo en serio.
— Te llamó Tyrone, ¿cierto? — Pregunté aún abrazada a ella.
— Ese grandísimo capullo nunca me llamaría. — Su voz sonó dura. Algo entre ellos dos no iba bien.
— ¿Entonces?
— Fue Camila. — Me aparté unos centímetros de ella y fijé mi mirada a la suya. — La morena sexy. — Dijo como si ni supiera de quién estaba hablando. — Es cubana, seguro que... — La interrumpí antes de que dijera algo peor.
— La conozco. — Una boba sonrisa se formó en mis labios.
— Pues perfecto. Porque nos está esperando en la cafetería de al lado. — Sin siquiera poder reaccionar, Verónica me agarró del brazo y me dirigió hacía aquella cafetería.
"¡¿De qué conoce Verónica a Camila?!"
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Close your eyes
FanfictionTras despertarse del coma, Lauren, no recuerda nada de los últimos cuatro años. Aquel accidente automovilístico la marcó para toda su vida. Mientras ella estaba inducida por el coma, era consciente de la dulce voz que le hablaba todos los días. Per...