El eterno descanso.

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—¡¿Dónde está?! —gritó con desesperación a la chica quien aún estaba en shock.

—¡Ella..! ¡Ella...! —su voz se rompía a medida que intentaba calmarse.

—¡Serénate y respóndeme!

—¡No puedo! ¡No puedo!

Entonces el chico hizo lo advertido, levantó su mano con rapidez y la dejó ir en dirección al rostro de la desesperada joven.
El estruendoso sonido de su mano azotar llenó la habitación en compañía de un quejido de la joven, quien poco a poco logró entrar en razón.

—¡¿Ya?! —dijo el joven, sacudiendola.

Pasaron unos cuantos segundos mientras la chica se tomaba el rostro intentando asimilar el dolor y la situación, para después simplemente levantarse para regresar el golpe al chico, esta vez con una fuerza nada medida y con el puño cerrado.
El rostro del joven se fue hacia atrás cediendo al impacto.

—¡¿Eso por qué?! —exclamó tomándose el labio inferior. Sentía como un sabor amargo inundaba su boca.

—¡Porque es tu culpa, solo tú culpa y la de nadie más! —espetó con desdén la palabra "tu"

—¡Solo dime dónde está! —llevó las manos a su cabeza, jalando un poco de su cabello. — ¡Después puedes matarme si quieres!

La peli rosa inhaló con fuerza, intentando calmarse; el tenía razón, no era tiempo de buscar un culpable.
Rápidamente tomó el brazo del chico y lo jaló hacia ella.

—Dime qué tienes con que manejar, si vamos a pie será demasiado tarde.

—Me trajeron. —rodó los ojos. — ¿Crees que manejaría hasta aquí por voluntad propia?

La peli rosa comenzó a dar vueltas desesperada, no sabía que hacer, sentía tanta impotencia junta.
En ese momento, como un llamado del cielo, unas llaves plateadas y pintadas con brillo golpearon la cabeza del peliverde quien se giró a ver el objeto con detenimiento; al levantar la mirada pudo notar como su prometida se acercaba a ellos e intentaba no establecer contacto visual.

—Ve atrás. —dijo Petunia con la mirada baja. — ahí está mi auto, procura no destruirlo ¿si?

Ambos jóvenes la miraron, atónitos, no podían creer aquel acto de ayuda dado por la Idol.

—¿A qué precio nos estás ayudando? —la peli rosa levantó una ceja. Sabía que no sería algo sumamente barato.

—Al precio de que esa pequeña perra no acabe tres metros bajo tierra. —Petunia se cruzó de brazos, dando la espalda y tratando de simular indiferencia.

Giggles, quien estaba a punto de abalanzarse sobre la Idol, fue detenida por el peliverde, quien colocó una mano en el hombro de la peli azul sin decir nada.

La chica se quedó unos segundos quieta, sin decir nada, hasta que retiró la mano del chico con suavidad para comenzar a caminar lejos de ahí, en dirección al cuarto de donde antes había salido, sintiendo como las miradas de todos se fijaban en ella.

El peliverde miro como esta se iba, sintiendo una especie de condescendencia, al final ella no era tan mierda como se presumía, en el fondo sabía que no acabaria de agradecerle; bajó la mirada, debía volver al asunto.

—¡Vamos ya, apura el paso! —exclamó la peli rosada.

Ambos chicos corrieron como alma que lleva al diablo en dirección a la parte trasera del lugar, localizando rápidamente el vehículo que les había sido mencionado anteriormente.
El chico miró atentamente el auto, convertible, color celeste, asientos rosados, algo que parecía salido de un catálogo de una muñeca Barbie.

—¡Mete tu joto culo al auto, ya! —exclamó la chica quien ya estaba sentada dentro.

Flippy reaccionó a la voz casi de inmediato, acercándose corriendo al vehículo y saltando por encima de la puerta del conductor para sentarse frente al volante.

—Será mejor que no seas discreto al manejar, eh. —lanzó las llaves del auto hacia las manos del chico con precisión.

—En este momento no podría aunque quisiera.

El chico insertó las llaves en su lugar y arrancó el auto pisando a fondo el acelerador.
El vehículo reaccionó con un fuerte rugido del motor avanzando con suma rapidez por las calles del centro, adentrándose, en unos minutos, por el bosque.

Mientras tanto, en el cuarto de la novia, Petunia se hallaba frente a un espejo, quitándose el velo de la cabeza y todos los adornos que llevaba en ella.
Justo entonces, Lammy entró a la habitación, mirando como la Idol se retiraba las joyas que llevaba encima.

—No quiero que nadie más se quite la vida. —musitó con suavidad. — no por mi culpa... Nuevamente.

Lammy se acercó a ella lentamente. Mirándola.

—¿A qué se refiere? —llevó sus manos al tocador de la habitación para tomar un pañuelo y llenarlo de desmaquillante. — creí que la odiaba ¿A qué se debe este drástico cambio?

Petunia suspiró.

—La detesto, la odio tanto como mi ser puede. Así soy yo, así como la mismísima mierda. —cerró los ojos. — es verdad que la deseaba muerta, pero... Tu sabes...

—Los sueños son infinitos hasta que parecen tan posibles que acabamos por desear que sean efímeros. —musitó.

—Asi es... —suspiró. — yo ví como la desesperación dominaba a Flippy y a su amiga la... Machorra esa. —la expresión de Petunia cambió a una de desaprobación.

—Señorita... —Lammy rodó los ojos.

—Perdona. —gruñó por lo bajo. — solo ví como rápidamente se llenaron de la desesperación que les causaba poder perderla y... —suspiró. — envidié ese amor, esa preocupación...

Lammy bajó la mirada. Sabía a donde iba todo eso.

—Usted es muy querida...

—No es cierto. —negó con la cabeza. — no lo soy, y es que quiero creer que si, me engaño a mi misma diariamente para creer que lo soy. ¡Mírame! ¿Quien lloraría por mi si fuera yo la que estuviera en esa situación?

Lammy miró el rostro de la chica llenarse de lágrimas que acababan por limpiar el rimel que el desmaquillante no pudo eliminar.

—No soy nada sin todo lo que tengo. Quítame el dinero, el talento que tengo, la fama ¿Y que soy? Soy solamente una más en la lista de la farmacia sobre antidepresivos, laxantes, pastillas para dormir y una cliente más en cuanto a la compra y consumo de alcohol.

—Señorita... —Lammy acabó por ser interrumpida.

—La odio, pero no quiero que ella pierda el amor recibe, créeme que quizás soy quien más quisiera que ella lo aprovechara y dejase de menospreciarlo como hace ahora queriendo acabar con su envidiable vida. —Petunia suspiró. — al menos esta vez pude decir todo esto sin tener que estar ebria primero...

Lammy le extendió los brazos y ella no dudó ni un segundo en abrazarla.

—Yo no quiero que alguien más muera por mi culpa... —su voz se llenó de una profunda tristeza que acabó por hacerla llorar en el hombro de Lammy. — ... No como mamá.

Lammy, al oír esto, abrazó con más fuerza a la chica.

—Yo te quiero ¿Sabes? Te quiero mucho. —suspiró soportando las lágrimas.

—Debes decirlo, eres mi hermana... —Petunia escondió su rostro en el cuello de la chica.

—La hija adoptiva de tu padrino, pero si quieres verlo así, está bien. —dijo entre risas. — Yo te quiero seas mi hermana o no.

—Gracias. Gracias por quererme... —la peli azul apretó aquel abrazo.

Y ambas, sumidas en aquel abrazo reconfortante, solo pudieron desear que la vida que estaba en juego no se sumiera en el eterno descanso.

[EDITANDO]Un Amor Para Morir. [FlippyXFlaky] (HTF fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora