[EDITANDO]Un Amor Para Morir. [FlippyXFlaky] (HTF fanfic)

Segundas oportunidades. 1/2

Todo era un caos, una pesadilla, un tormento añadido a la realidad, pero ¿Quien soy yo para decirlo? ¿Que mejor que la voz del crucificado para narrar el dolor de sus propios clavos? Escuchemos a quien más traga aquel dolor, empatizemos con el fatídico desventurado...

...Y dejemos que el martirio sea narrado por el desafortunado hombre.

Y así fue como lo ví.
Ví como la vida propia se escurría y se escapaba de los labios de mi pequeña en forma de gotas sanguinarias las cuales brotaban de las heridas hechas en sus labios por sus propios dientes.

No tengo palabras para narrar el inigualable desasosiego que inundó mi alma, mi pobre y corrompida alma, con aquella imágen sombría e inaudita que ahora mismo tenía frente a mis ojos de mortal.
No puedo retener mis lágrimas, al menos no pude en ese momento ¿Por qué hablo como si ya hubiese pasado? ¿Es que acaso ya pasó y lo estoy recordando? ¿O es acaso mi mente recordando aquella pesadilla premonitoria que tuve?

-Oh no... -pude oír la triste voz de Giggles. Sentía como perdía la esperanza.- llegamos tarde...

Me amarga saber que pude haber detenido todo esto, me amarga saber que pude tomar sin represalias la vida de mucha gente en el afán de proteger la de otros y darme cuenta que al final acabé tomando una indirectamente producto de mi propia estupidez.
¡Pude haber detenido esto! ¡Pude haberla abrazado ese día de mi regreso y nada hubiera pasado! Pero no, en mis brazos ya había alguien y no puedo culparla a ella, Petunia tiene menos culpa en esto que yo; al menos su indiferencia no fue la que mató a Flaky ¿O si? No, fue la mía.

+Yo te lo advertí.

Aquella voz que hace tanto no oía había vuelto a hacer cobranza del presagio cumplido.

+Te dije que esto pasaría, pero no escuchaste.

A pesar de que me hallaba molesto y lleno de coraje por su conveniente aparición sabía que él tenía razón; notaba como se escuchaba triste.

+¿Que harás ahora? No la dejes ir, existen segundas oportunidades ¿No es así?

Fue todo lo que dijo antes de irse.
A pesar de que mis pierna temblaban, a pesar de que parecía que colapsarían en cualquier momento, tuve el temple para dar un par de pasos al frente y así pude verla más de cerca; su mano izquierda sobresalía de la tina y se encontraba suavemente colocada en el suelo aún sosteniendo la navaja con la que se abrió tantos cortes como su tolerancia le permitió, podía admirarlos en ambas muñecas, pero más tristemente aún es que podía ver la torpeza y odio con la que se los había hecho... Una torpeza que la distinguía, sin embargo ese odio no lo reconocía, no era propio de ella; fue en ese momento que me di cuenta de lo mucho que había cambiado en dos años ¿De verdad valió la pena hacerme el héroe e ir a aquella guerra?

Llevé mis temblorosas manos al chaleco oscuro que llevaba puesto y comencé a palpar las medallas que hace un tiempo portaba con orgullo; en ese momento se sentían tan vacías, como los simples pedazos de metal que son. ¿Por qué era que las atesoraba tanto?
Me convertí en un héroe de guerra, salvé a mucha gente, honre y vengue a mi señor padre... ahora me pregunto. ¿Y que?

Fue en ese momento que las lágrimas comenzaron a brotar, a liberarse de mi lucha por retenerlas a medida que la verdad caía sobre mi al igual que yo caía en la cuenta del tiempo que desperdicié y que fue crucial para mí, para ella, para ambos... ¿De que me sirvió todo eso, todos esos logros, si al final perdí con quién iba a compartirlos?

Como el cobarde que soy, extendí mis temblorosas manos hacia el rostro de Flaky y pude sentir su suavidad, su frágil y hermoso rostro aún estaba tibio, pero estoy seguro de que pronto se encontrará helado.
Deslize mi pulgar suavemente hacia sus labios, justo por encima de aquellas heridas y pude notar lo rojos que estaban.
En ese momento, cuando toqué sus labios, pasó por mi cabeza también una canción que ella solía escuchar mucho... "Lullaby of the crucified."

"Darling, tonight we say goodbye!
Sing a touching lullaby and we'll watch the angels cry."

Ya no podía ver esto, no podía soportarlo, así que lleve mis brazos a ella, cargándola y levantandola de aquella tina llena de agua teñida ligeramente con su sangre y la llevé hacia mi; fue ahí cuando me derrumbé y caí de rodillas en el frío suelo donde, entre lágrimas, me aferré a ella como solía aferrarme a la vida mientras sostenía un arma, solo que esta vez tenía entre mis brazos el inmaculado cuerpo de una virgen, un ángel, de mi bella rosa.

-Todo es mi culpa...-susurré, sin duda lo era.

Abracé su cuerpo con fuerza, apegandolo a mi, podía sentir como mi ropa se mojaba y se teñia de aquella agua.
Suavemente tomé una de sus muñecas sangrantes y la llevé hacia mis labios, comencé a besarla despacio, como si eso fuera a ayudar en algo... ¿Verdad? Pero era solo inercia, costumbre... Cuando éramos niños y ella tenía una herida siempre corría conmigo para curarla y yo siempre besaba su lesión para calmar su dulce llanto.

-Mi ángel, mi ángel, no me dejes. -susurré. En ese momento juraría haber podido oír en mi mente aquella frase que dijo el sacerdote antes de sepultar a los padres de Flaky, aquello que nos hizo estremecer y atormentó sus sueños por mucho tiempo.

"¡Dios mío, Dios mío! ¿Por qué me has abandonado?"

Me volví a estremecer justo como hice en ese momento, y en un intento de calmarme miré su rostro, miraba como mis lágrimas empapaban sus mejillas, me daba cuenta como yo solo lloraba como demente, a gritos, suplicaba que no se fuera, que no me dejara, oh dios no, sin ella ¿Que motivación me quedaba a mi para pelear?
Tome su cabeza y la acerqué a mi cuello apretando delicadamente sus cabellos rojos, comencé a abrazarla con más fuerza, tapando su cuerpo con el mío.

-Yo te amo, te amo, te amo, te amo demasiado. -repetía una y otra vez.- no me dejes, porfavor, te lo ruego, te lo imploro, lo suplico, no me dejes...

No iba a dejarla irse, no iba a permitirle abandonar este mundo, la abracé como si eso fuera a retenerla aquí.
Entonces, como una llamada celestial, pude oír aquello que devolvió mi esperanza a mi ser, un rastro de vida se había precipitado, y fue entonces que supe que, a diferencia de mi pesadilla, esta vez había llegado a tiempo.

Al tenerla cerca de mi rostro pude oírla respirar...

Continuará.