Entry 15

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-princesa, iremos a ver al Rey ¿qué le parece? - asentí muchas veces -

-¿él Rey es malo? - negó -

-Sólo cuando le robas la comida - reí-

El viaje estaba siendo silencioso sin ser incómodo, era tranquilo porque él me acariciaba las piernas.
Unos minutos más tarde, lo sentí tocar mis partes íntimas.

-S-Sebastian -

-¿ocurre algo conejita? - asinti -

-¿esto está bien? - señalé sus manos -

-Sí, pero sólo si lo hago yo, nadie más -

-mi tío lo hizo una vez, pero él fue más brusco - de pronto, se detuvo.

Silencio.

Sentía todo tenso, Sebastian apretaba sus puños, ya estaban algo blancos por la falta de circulación de la sangre, y era algo que me preocupaba. Tomé su brazo y besé sus nudillos.

Me cubrió los oídos.
No entendía lo que decía, sus manos eran muy grandes ahora que lo notaba, y solamente me concentraba en tratar de entender, estaba furioso, muy molesto al parecer. Y entonces gritó lo suficiente para que yo lo escuchase y el carruaje frenase en seco.

-¡lo torturaré yo mismo y le cortaré las estremidades! - lanzó un gruñido-

Cuando quitó sus manos de allí, me bajó de sus piernas y salió. Abrió la otra puerta y me sacó de allí poniéndome en su hombro.

-iremos por la puerta trasera - avisó -

Caminamos, lo poco que veía era hermoso. ¡Parecía una mansión!
La nieve la hacía ver mucho más bonita. ¡Había incluso un muñeco de nieve!

Entramos, había escuchado como algo se rompió.

Caminó haciéndose el paso, las puertas parecían abrirse solas, subimos unas escaleras.
Pasamos por un pasillo y entramos a una habitación.

Había poca luz, pero al segundo, sentí la cama.

-Tranquila, Bonnie, no te lastimaré-

Me acostó y me bajó las bragas y las pantimedias.

-S-sebas - pregunté, me las quitó completamente con mis zapatos y todo. Mis piernas las separó un poco-

-qué hizo - me miró - qué te hizo aquí- señaló mis partes -, Bonnie, responde - parecía enfadado, por lo que, simplemente respondí no queriendo alargar la situación, me senté y cerré mis piernas, él aún me miraba -

-Me... Me obligó a de-desnudarme, me tocó y me ató las muñecas al cabezal de la cama, pero no estuve así mucho tiempo, me mordió y golpeó pero luego mi tía lo llamó y se fue - asintió, se paró -

-Voy a buscar algo, puedo tardar un poco, lee este libro, luego de vestirte- besó mi frente y se fue.

No entendía mucho lo que pasaba, pero me quedé leyendo aquel libro, me puse mis bragas, pero las pantimedias las dejé a un lado dobladas.

Al final, me quedé dormida.

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-Princesita Bonnie, despierte - abrí los ojos para tranquilizarme al ver a Sebastian a mi lado, me sonrió, estaba más calmado - ¿Cómo estás, Cariño? -

-Cómo estás tú, te veías enojado -

-fui a desquitarme - me atrajo, me abrazó fuertemente para besarme la cabeza - Descuide -

-¿Por qué estabas así? -

-Porque... Porque odio profundamente a su tío, pienso torturarlo ¿Cómo estás? No me has respondido pequeña - me miró -

-¿torturarlo? -

-Al parecer está bien, ¿quiére conocer al Señor Máximo? está ansioso de conocerla, al darme cuenta de que dormía, la dejé unas horas mientras ponía en orden algunas cosas con mi amo -

-¡sí! Me encantaría - sonreí -

-Muy bien -

Salimos juntos de la habitación. Me había dicho algo curioso, que niegue cualquier petición de algo sobre ¿moda? No lo escuché, me distraía la gran mansión.

Bajamos a la sala principal, allí, un chico pelirrojo de ojos celestes, alto, con una camisa blanca, un chaleco color rosa claro y unos pantalones negros, estaba sentado en uno de los tantos sofás blancos que habían allí, despegó los ojos de la revista para mirarme y sonreír.

-¡Tú! -

Cartas para la pequeña Phantomhive (Sebastian Michaelis)  (Temporada 2) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora