Tomé la canasta, cuando me paré, sentí un beso en mi mejilla, cuando me volteé, nadie estaba allí.
-S-Sebastian no me asustes así -
Otro beso.
Inflé mis mejillas y salí.
Un gatito estaba acostado en el suelo justo al lado de la puerta.
Le puse la cinta roja y un sombrerito.
Reí.
Me quejé al sentir un mordisco suave en mi cuello.
Le gustaba jugar conmigo, pues, al voltearme tampoco estaba.
Seguí rastros de caramelos, los iba poniendo en mi canasta, encontraba uno que otro gatito.
Cuando tuve cerca de 10 gatitos. Vi a Max en el sillón con un amigo suyo, lo besó, y lo siguiente que ocurrió me dejó desconcertada, lo estaba tocando. Retrocedi un poco cuando él se subió a ahorcadas sobre el chico rubio.
-Dame una hermosa Navidad, abre mi obsequio, el papel se rompe ¿oíste? - reí sin querer, captando su atención- oh, hola Bonnie, la siguiente carta está por allá - me señaló la cocina- Sebastian me dijo que te diga que le gusta lo que llevas puesto y que te quiere sin sostén para antes de terminar el juego -
-Hola Bonnie - me saludó el chico -
-Hola...
-Louis, Louis Griddentthon, por cierto, también dijo que son 5 cartas sin contar las de tu habitación - sonreí -
-Gracias -
-Por cierto, Bonnie - me detuvo Max antes de que siguiera avanzando hacia la cocina - tendremos sexo aquí, no te molesta, ¿verdad? - negué algo sonrojada - de igual manera, sólo somos dos parejas jugando un simple juego navideño, pero el nuestro es un poco diferente-
-Ohh... -
-el nuestro - comenzó Louis - comienza por el final del tuyo -
-¿qué? -
-¡Lou! Eres un chico malo, ya verás como te dejaré -
Apreté mis labios al ver semejante escena, de Max atacando sus labios.
Corrí a la cocina y cerré la puerta al escuchar un gemido. Me había acostumbrado a esos ruidos, gratamente, no lo hacían a la hora de mi siesta o cuando dormía en la noche.
Pero la mansión era grande y no se escuchaban mucho.
Había una carta en la nevera, estaba algo alto, por lo que me estiré para quitar el imán, pero...
-ay! -
Mi sostén se cayó al piso, No tenía breteles y... Al parecer Sebastian era muy rápido.
-B-bonnie que... ¡¡oh santo cielo Lou!! - un silencio reinó durante el tiempo en el que levanté mi sostén y lo guardé en la canasta algo escondido - ¡¿te ocurrió algo?! -
-¡No! ¡Tranquilo, sigan! -
-¡A tus orde...! ¡Ay mierda, Lou! - reí.
Me apresuré y abrí la carta.
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Cartas para la pequeña Phantomhive (Sebastian Michaelis) (Temporada 2)
FanfictionEl Señor Ciel Phantomhive y su esposa, Sukii Phantomhive, muertos en agosto, 26 de 1900, 25 años y 24 años. La señorita Sukii, de la cual me enamoré de su ternura y facciones, dio a luz a Bunny Phantomhive. Pero, también amé a esa pequeña personit...