6.Un secreto para... ¿tres?

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Fui empujada lejos de la pelea. Era la pequeña chica alrededor de un círculo de hombres altos, fuertes y emocionados por la pelea. El único que recurso que tenía a mi favor era mi chillona voz.

—¡Basta! —grité, ganándome la atención de todos—. Se terminó la pelea.

Los ojos de Caleb buscaron a la persona que detenía la pelea. Se sorprendió al ver que esa persona era yo. Soltó el cuello de la camiseta de Ian.

—Preciosura, creo que no entiendes lo que pasa aquí, y...

—No me importa de qué trata, las cosas no se resuelven así. —Alcé mi dedo mirando a todos—. Váyanse o llamaré a alguien de la oficina.

Caleb abrió la boca para decir algo más pero le di una mirada amenazante.

Cada estudiante fue largándose con decepción de que la pelea se hubiera terminado. Creí haber escuchado a alguien susurrarme «aguafiestas» al pasar a mi lado.

—¿Estás bien? —le pregunté a Ian quien se limpiada la sangre de su nariz.

—Estoy bien.  —Él me dio una pequeña sonrisa—. Gracias, pero no tenías que hacer eso.

Rodé los ojos.

«Hombres, y su actitud de creerse autosuficientes».

—Si no terminaba la pelea yo, lo haría alguien de la oficina tarde o temprano.

—Lo sé. —Él levantó su mochila y se acercó a mí—. ¿Crees que podrías mantener esto en secreto? No decirles a los demás, en especial a Gemma.

—Por mi parte nada saldrá de mi boca —prometí—. Pero no sé si ellos harán lo mismo.

Él negó con la cabeza.

—Ellos no dirán nada —dijo seguro.

—Bien. En ese caso, ¿Qué haremos con el moretón en tu ojo?

Él gimió.

—¿Se nota mucho? —preguntó, preocupado.

—No mucho, pero se nota.

Él observó alrededor en busca de una solución.

—Podemos taparlo con maquillaje —sugerí.

Ian me dio una mirada de «Estás de broma, ¿cierto?».

—¿Se te ocurre algo mejor? —Eché mi cabello hacia atrás.

—Vamos a olvidarlo, tal vez ni siquiera lo noten.

Entonces tendrían que estar ciegos para no hacerlo.

Empezamos a caminar mientras Ian se acomodaba el uniforme.

—¿Por qué se peleaban? —interrogué.

—Era Caleb siendo Caleb.

Traducción: «Peleábamos por Gemma».

—Por lo menos, ¿no crees que deberíamos ir a la enfermería?

—Entonces la enfermera preguntaría cómo me lo hice, y yo no soy bueno mintiendo.

Cierto. Había notado durante mucho tiempo que cada vez que Ian mentía él tartamudeaba.

—Es terrible —confesó—. Tartamudeo, y nada de lo que digo tiene sentido. —Negó con la cabeza suavemente.

—Tu madre debe sentirse orgullosa.

—Ella lo agradece. Es bastante religiosa, y creo que no puede estar más feliz de que su hijo no pueda mentir. Lo peor era cuando rompía o dañaba algo, no había escapatoria del castigo. Pero ¿qué hay de ti?

—¿Yo qué? —pregunté, perdida.

—¿Puedes mentir?

—Soy la reina de las mentiras. No es algo de lo que me sienta orgullosa —admití. Y si seguía al paso que iba mi nariz llegaría a Oceanía.

—Phoebe —llamó mi atención.

—¿Sí?

—¿De veras prometes no decir nada a nadie?

Lo miré.

—Lo prometo. Va a ser nuestro pequeño secreto.

—Pues bien, ponlo en práctica ahora, por favor.

—¡Ian! ¿Dónde has estado? —Quité mi mirada de Ian para encontrarme con Gemma. Jacob, Julliete y Hannah a su lado—. Oh por Dios, ¿qué te pasó en el ojo? ¿Estás bien?

—No me digas que te dejaste dar por maricón —intervino Julliete.

—¡Julliete! —reprendió Hannah.

—¿Qué? Él es un hombre, que aprenda a defenderse —dijo Julliete y miró a Ian decepcionada.

—No es nada de eso. Fui yo quien golpeó a Ian —mentí.

Todos me miraron asombrados. Incluso Ian.

—Bueno, eso es aún peor... ¡Una chica te pegó!

Reí con suavidad.

—No de esa manera. Estaba en la biblioteca buscando algo, Ian vino por detrás, me asustó, y yo le pegué con mi codo en el ojo. —Miré a Ian otra vez—. Lo siento mucho.

—¡Oh Dios! Pero, ¿estás bien? —volvió a preguntar Gemma.

—¿Eres hija del hombre de hierro? —Jacob me preguntó sorprendido. Pobre. Él de verdad creía que golpeé a Ian con mi codo.

—¿Te has puesto hielo en el ojo? —Los ojos de Hannah brillaron con preocupación.

—¿En serio te pegó una chica? Y no cualquier chica, sino Phoebe. ¡Por Dios, Ian! Juro que...

—¡Estoy bien! —Exclamó Ian—. No es nada del otro mundo. Es solo un golpe. Ahora, vamos a clases antes de que nos den detención por llegar tarde.

Caminamos todos juntos al edificio, y antes de entrar al aula de mi siguiente clase volteé para encontrar a Ian mirándome. Sus labios articularon un «Gracias». Le respondí con una sonrisa.

Abrí la puerta de mi dormitorio. Me sentía bastante agradecida del collar que Julliete me dio, ya que soy muy olvidadiza.

—Por fin has llegado, quiero hablar contigo —dijo Julliete en cuanto entré.

—He estado poniéndome al día con la clase junto a Hannah —le dije mientras me quitaba la americana—. ¿De qué quieres hablar?

—Quiero que me digas qué pasó con Ian. —Julliete se levantó de su cama.

—¿Le pasó algo a Ian? —Me hice la tonta.

—Hablo del moretón en su ojo. ¡Por Dios no soy idiota! La dirección por la que venían ni siquiera dirigía a la biblioteca, pero Gemma es tonta y Hannah muy inocente.

—Pegué a Ian con mi codo —respondí.

—¿Peleó con Caleb?

Me tensé. No había escape.

—Y apuesto a que peleaban por Gemma. Odio a esa chica, solo sabe meter a Ian en problemas, y odio a Caleb por ser Caleb —dijo furiosa—. Pero estoy cansada como para hacerle algo a Caleb.

Espera. ¿Qué?

—¿Hacerle algo a Caleb?

—Así deja a Ian tranquilo hasta que se dé cuenta de que Gemma no es para él. Funcionó una vez y dejó a Jacob tranquilo.

—¿Qué harás?

—Tú solo espera y verás. —Sonrió maliciosa.

—Por favor, no me metas en esto —supliqué.

Ella rió.

—¿Y quién dijo que necesitaba tu ayuda? Esto lo haré sola. —Se frotó las manos con una sonrisa retorcida—. Espera y verás.

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Fuera de realidad [Realidad I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora