13. Eres una hipócrita.

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El silbato de la entrenadora Milton sonó haciéndome despertar de mi siesta en el banco.

—Empiecen el juego —ordenó.

No poder dormir toda la noche pasada debió ser karma por romper las reglas. Después de haber llegado de la salida con Ian fuimos atrapados por ambos encargados de las residencias y llevados hacia el director para ser sancionados. Sí, estábamos castigados. Fue un largo sermón sobre la irresponsabilidad de parte del director. Ian asumió toda culpa, y porque yo aún era nueva y él nunca había violado el toque de queda íbamos a tener que estar en la biblioteca ayudando hasta el final del semestre. Agregando que debíamos escribir un ensayo sobre la irresponsabilidad.

—¡Adams! —Me llamó la entrenadora—. ¿Qué esperas? Ve a la cancha.

Caminé con pereza hacia la cancha. Jugaríamos voleibol. No solo era mala en el juego sino que también mi actual estado de no pegué ni un solo ojo la noche pasada no ayudaba en nada. Julliete, quien era la capitana de mi equipo se acercó a mí.

—Quédate lo más lejos del balón como te sea posible. No vas arruinarme este partido como la otra vez.

—Con mucho gusto. —Me coloqué en un lugar donde el balón nunca llegaba para satisfacer a Julliete.

Mis demás compañeras de equipo eran geniales en el juego, pero el otro equipo era mucho mejor pues tenían a Gemma y a Zoe, quienes eran grandiosas en el voleibol y eso incrementaba el odio de Julliete a ambas.

El juego empezó con un saque de mi equipo. Todas se movían con rapidez para alcanzar el balón, yo estaba lo más lejos posible de la malla. Lo único que podía hacer —y eso solo si estaba de suerte—, era servir.

En los momentos en que la entrenadora me observaba, yo actuaba como si buscara la bola pero que otra se me adelantaba. Ése era el consejo que me había dado Julliete por mi bien y el del equipo.

Hicimos varias rotaciones y ya era mi turno de servir. Podía ver en la cara de cada una de mis compañeras que tenían un poco de esperanza en mí. Hice mi saque y por suerte de todos los santos éste llegó a pasar por arriba de la red. Amber —una chica del otro equipo—, recibió el balón y lo envió nuevamente a nuestro lado de la cancha, pero Julliete corrió para hacer un perfecto remate al mismo tiempo que Zoe se aproximaba para bloquearlo. Julliete era mucho más fuerte que Zoe así que el balón la golpeó en el rostro, y Zoe terminó en el suelo.

Milton sopló su silbato. Todas corrimos a ver a Zoe.

—Le pegaste en la nariz —le dijo Gemma a Julliete al ver como sangraba la nariz de Zoe.

—Sí, la idea era golpearte a ti, pero ella se interpuso —contestó Julliete indiferente.

Gemma jadeó.

—Pero, ¿por qué?

—No me agradas —admitió—. ¿Cuantas cosas tengo que hacer y decir para que lo captes?

—Julliete, no ves el problema aquí. Su nariz sangra, y mucho.

Julliete volvió su atención a Amber.

—¡Qué bueno! Ya era hora de una nueva operación en su nariz.

Gemma negó la cabeza.

—¡Sanders! Ven a ser responsable por una vez en tu vida —dijo la entrenadora.

—Fue un accidente.

—¿Segura? —Milton miró a Julliete sin poder confiar en su palabra.

Julliete asintió y trató de sonreír inocentemente, lo que más bien le salió como una mueca.

Fuera de realidad [Realidad I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora