Una habitación de color blanco bastante familiar. Un terrible olor a medicamentos mezclados, una camilla incomoda, cables alrededor de mí y el constante sonido de un aparato a mi lado. Solo significaba una cosa, otra vez me encontraba en el hospital.
Al echar un vistazo alrededor me doy cuenta que estoy completamente sola, lo cual no me sorprende. Aunque parte de mí siente que estoy siendo observada.
—¡No es justo! Tú estás aquí, yo no —dijo una voz.
Reprimí un grito. Yo conocía esa voz; amaba esa voz. Pero era imposible que él se encontrara aquí.
Era un hecho, me estaba volviendo loca. Las citas con la Dra. Drew eran totalmente inútiles...
—Apuesto a que piensas que estás loca —habló la voz de nuevo, interrumpiendo mis pensamientos—. Phoebe, pensé que adorabas los fantasmas.
—Derek...
—¡Silencio! —exclamó—. No quiero tus disculpas. Eres la responsable de todo lo que ocurrió. Solo espero que estés pasando un buen rato asumiendo las consecuencias.
El alto e irritante sonido de mi alarma me despierta de mi pesadilla en un sobresalto.
Presté atención al reloj a mi lado.
«4:50 pm.»
Demonios. Eso solo me dejaba unos diez minutos para llegar a mi cita con la Dra. Drew, teniendo en cuenta el tráfico en Sacramento, California, y que voy en bicicleta cortesía de mi fobia a los autos. No había manera de que llegara a tiempo.
Corrí alrededor de la habitación en busca de mis zapatos desordenando un poco en el proceso. Una vez encontrados, peiné mi cabello en una coleta frente al espejo y ya estaba lista para otra aburrida cita.
Pasé por el destruido auto en el garaje. Deseaba deshacerme de él, pero era el único recuerdo que tenía de esa noche. Eso me convertía en la persona más masoquista en este mundo, ¿Por qué querer recordar esa noche?
Sacudiendo mi cabeza de cualquier pensamiento negativo agarro el manubrio de mi bicicleta roja. Subí al alto asiento de esta y pedaleé con fuerza hasta llegar a la clínica en el centro de la ciudad.
—Llegas tarde. —Fue lo primero que dijo la doctora Drew cuando tomé asiento en el sofá reclinable.
—Lamento eso. —Abracé el cojín—. Tomé una siesta y se me fue el tiempo.
Ella hizo un movimiento con sus manos quitándole importancia. Tenía suerte de tenerla como doctora, si fuera otra cobraría cada una de mis tardanzas y cancelaciones.
—¿Cómo va todo, Phoebe?
Me encogí de hombros
—Lo mismo de siempre.
—He recibido una carta del director de tu escuela. Las clases empezaron hace dos semanas y no te has presentado, ¿quieres hablar de ello?
—Solo no deseo ir.
—No es siempre sobre lo que deseamos, Phoebe.
Reí con amargura. Si todo se tratara de lo que deseara mi vida sería mejor.
—Oh, eso lo tengo bien claro.
—Háblame.
—Quiero cambiarme de escuela —declaré.
—¿Qué piensan tus padres sobre eso?
—Es tu último año, Phoebe. Sería estúpido hacer un cambio ahora —dije, imitando la voz de mi madre.
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Fuera de realidad [Realidad I]
Novela Juvenil¿Qué pasaría si acabaras dentro de tu serie de televisión favorita? Sería una completa locura. Phoebe no esperaba que tres simples palabras podrían dejarla atrapada en su serie de televisión favorita. Aun así, ella aprovechará la oportunidad de p...