Es difícil saber con exactitud cuando todo empezó a nublarse.
Es difícil saber en qué momento exacto las palabras empezaron a doler con tanta intensidad.
En que momento pasamos de ser feliz a decirnos una y otra vez a nosotros mismos: "estoy bien", "puedo aguantar un poco más", " me ha hecho daño porque me quiere".
Intentar una y otra vez que las cosas salgan bien aveces no funciona.
Forzar algo que no está destinado a ser, es verdaderamente inútil.
Me atrevería a decir que no tiene ni el más mínimo de los sentidos.
Pertenecer a un grupo social no te hace más fuerte o más débil solo te hace ser tú.
Y yo, no sé a qué lugar pertenezco.
Soy como un juguete que no está claro si es para niños o para niñas, como algo intermedio.
Me gusta disfrutar de la vida, reírme, emborracharme, viajar, incluso llorar si es de alegría.
Me gusta la vida.
Pero es difícil disfrutarla cuando todo parece estar en tu contra.
Intentar con todas tus ganas que todo salga bien es agotador.
Y pedir un consejo y que te respondan: "todo a su debido tiempo, cuando dejes de buscarlo, lo tendrás" esto no sirve de ayuda.
Llevo una vida esperando ser feliz,
llevo una vida entera auto compadeciéndome,
diciendo que no es para tanto,
que puedo aguantar un último golpe.
Que solo es un bache pasajero.
Pero este horrible bache cada vez se abre más en la carretera y es tan profundo que ya no consigo ver el sol, solo soy capaz de ver los grandes destrozos que ha dejado.
Cada trozo de la carretera destruido es un sueño mío roto.
Cada rayo de sol que se apaga es una lagrima derretida y cada rincón de mi habitación me provoca un recuerdo.
Es difícil intentar ser feliz cuando no te dejan.
Es difícil ser amable cuando no lo son contigo.
Todo en esta vida es pasajero y duro.
Y sobre todo, es difícil.
